En medio de un progresivo levantamiento de las medidas de restricción que paralizaron el país durante semanas, miles de ciudadanos chinos han comenzado a volver a los mercados populares en los que se pueden comer perros, murciélagos y pangolines, pese a ser los dos principales sospechosos de transmitir el coronavirus a los humanos.
Pese a ser China origen de dos de las grandes epidemias de este siglo, el SARS y el COVID-19, el régimen comunista no parece tener la misma mano dura a la hora de perseguir estos negocios, donde se sacrifican y despellejan animales en condiciones poco higiénicas, denunció el diario británico “Daily Mail”.
“Los mercados han vuelto a trabajar del mismo modo que antes del coronavirus”, señaló un corresponsal del medio británico que visitó un mercado en Dongguan, en el sur de China, donde siguen vendiendo murciélagos, serpientes, lagartijas y sapos, muy usados en la medicina popular china, junto a platillos a base de carne de perro.
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