
Investigadores hallan tres ofrendas mexicas sobre la calle de Guatemala, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, las cuales se ubican específicamente en el eje del adoratorio al dios Huitzilopochtli de la Zona Arqueológica del Templo Mayor, y una de ellas está asociada al Cuauhxicalco, construcción circular donde se plantea que fueron sepultados los gobernantes mexicas.
En palabras del arqueólogo y director del Proyecto Templo Mayor (PTM), Leonardo López Luján, los recientes hallazgos se sitúan justo debajo del paso peatonal que conecta a la calle de Guatemala con República de Argentina.
El también investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) explica que la exploración de las tres ofrendas que contienen miles de objetos funerarios en proceso de registro, es la labor que inaugurará la novena temporada de trabajo del proyecto arqueológico más importante del centro del país.
En un recorrido por el recinto sagrado de Tenochtitlán, el arqueólogo mostró a Crónica que en la más grande de las tres ofrendas se observa una figura de copal que representa a una diosa de la fertilidad, así como diversas conchas.
Además, en otras ofrendas que analiza el equipo del Proyecto Templo Mayor (PTM), se asoman los restos óseos de la mandíbula de un felino, cuchillos con cascabeles de cobre y el relieve de un águila real.
“Estamos contentos porque el Consejo de Arqueología, la entidad del INAH que reglamenta la investigación arqueológica de toda la república Mexicana, aprobó nuestro informe 2018, lo cual nos permitirá operar 12 meses más ya que presentamos el inicio de la novena temporada que abarca de este año hasta 2024”, comenta López Luján.
Los trabajos acerca del antiguo imperio mexica que iniciaron de manera sistemática gracias al investigador emérito, Eduardo Matos Moctezuma, arrancaron en 1978 y desde entonces un equipo de especialistas —que van desde biólogos hasta geofísicos— ha explorado lo que fue el centro ceremonial de Tenochtitlán.
“Seguimos excavando al pie de Templo Mayor pero ahora la particularidad es que estamos del lado del templo de Huitzilopochtli. Esto es, en la fachada principal del edificio pero concentrados en la mitad sur, recuerden que al norte está Tláloc y actualmente estamos en la mitad consagrada a Huitzilopochtli. Ahí es donde tenemos estas tres ofrendas”, precisa.
Leonardo López Luján reitera que excavan sobre la calle de Guatemala, justo por debajo del llamado Puente-Liga Guatemala-Argentina; es decir, al pie del Templo Mayor y en el interior del Cuauhxicalco.
“Trabajamos en el puente liga, estamos concentrándonos en esa franja. Lo interesante es que todos los arqueólogos y saqueadores saben dónde están las ofrendas porque las civilizaciones mesoamericanas siempre ponían sus entierros y ofrendas en los mismos lugares. ¿Y cuáles eran?: los ejes arquitectónicos o las esquinas de los edificios. Entonces si excavas en el eje de la pirámide habrá ofrendas”, precisa.
Por eso, los tres depósitos rituales—ofrendas 178, 179 y 180—, están alineados con la capilla del dios Huitzilopochtli. “Una de ellas se encuentra justo al centro del edificio circular llamado Cuauhxicalco, es una caja de piedra de grandes proporciones que podría contener miles de objetos”.
El arqueólogo, que en marzo ingresará a El Colegio Nacional, expresa estar muy emocionado con el hallazgo por la variedad de objetos que hay en su interior.
“Hallamos las tapaderas de estas cajas y las removimos pero por desgracia no vimos ninguno de los objetos que suelen tener estas ofrendas. No los observamos por una simple razón: estaban tapadas y no selladas, entonces con el paso del tiempo se fue introduciendo tierra, sedimento”, indica.
El arqueólogo explica que cuando el nivel freático sube y baja, dependiendo de si es temporada de secas o lluvias, ocasiona que la tierra se vaya colando en los depósitos prehispánicos.
“Las cajas estaban llenas de tierra que no nos permite ver de un solo golpe lo depositado. En otros casos, por ejemplo, en la ofrenda de la diosa Tlaltecuhtli, que estaba mejor sellada, vimos de un solo golpe todo: moluscos, cetros de madera, cuchillos... Tenemos que ir quitando las capas de tierra que se introdujeron para encontrar los objetos”.
—¿Cuántos objetos podría tener cada ofrenda?
—Por experiencia sabemos que en la caja más grande habrá miles de objetos. Hay ofrendas que han tenido 16 mil, 15 mil e incluso, 12 mil objetos. Por la posición de estas cajas y su tamaño, inferimos que será muy rico el contenido.
“Lo amarillo que se ve es copal. El problema es que le quitaron la tapa a la ofrenda y se coló la tierra”, detalla.
Pasos más adelante hay una caja cubierta por sedimento y en donde se ve una figurita de copal que, al parecer, representa a alguna deidad de la fertilidad.
“Lo que se hará es quitar esa figura y seguir excavando, seguro saldrán más de 10 mil objetos. (Este espacio) es el centro del Cuauhxicalco, pero vamos a seguir desmontando, más al fondo, hasta el Museo de la Fotografía. Al parecer hay más ofrendas, quizá dos más”, señala.
El Proyecto Templo Mayor fue creado por el también premio Crónica, Eduardo Matos Moctezuma, como un semillero de investigación, esencia que se mantiene hasta hoy ya que en la exploración de la zona arqueológica trabajan estudiantes de licenciatura como doctorantes.
Ese equipo de expertos además de estudiar las tres ofrendas recién halladas, analizan otros depósitos como es el caso de un espacio donde se observa la mandíbula de un felino. Por lo tanto, en este 2019 esperan hallar otras partes de ese esqueleto.
En otro punto del eje de Huitzilopochtli, los expertos encontraron 16 cuchillos de pedernal ataviados con cascabeles de cobre y conchas. También, platica López Luján, detectaron por primera vez, pepinos de mar; y pasos más adelante se mira el relieve de la representación de un águila real, uno de los nahuales de Huitzilopochtli.
“En Mesoamérica todas las civilizaciones hicieron ofrendas a sus dioses pero las ofrendas mexicas que trabajamos en el Centro de México para el periodo previo a la llegada de los españoles, son excepcionalmente ricas, no hay ninguna otra civilización de Mesoamérica que como la mexica haya depositado tales dones abundantes y diversos para sus dioses”, narra.
La riqueza en las ofrendas, indica, demuestran el poderío de un imperio, su dominio político y económico.
“Por ejemplo, los cocodrilos que hallamos en Templo Mayor o las estrellas de mar, las cuentas de jade que trajeron de Guatemala. Eso nos habla del alcance que tuvieron los mexicas como imperio, muchas cosas eran de sus provincias pero otros organismos sobrepasaron sus fronteras, lo que ahora es Honduras o el norte de México desde el Mar de Cortés”, refiere.
Otro dato que destaca Leonardo López Luján es que en todas las ofrendas mexicas, los objetos tenían un orden.
“No aventaban los objetos, tenían orden preestablecido. Los sacerdotes hacían cosmogramas, es decir, la representación en miniatura del universo, entonces hasta abajo colocaban el inframundo acuático, en medio lo relacionado con la superficie de la tierra como los cocodrilos y en la parte superior lo que tiene que ver con los cielos”, precisa.
El arqueólogo plantea que los rituales debieron ser muy largos e imagina un posible escenario: un sacerdote hincado diciendo una letanía en náhuatl, quemando copal, tal vez ambientado con un poco de música y en ese momento, depositando de manera ordenada los objetos rituales.
“El problema de la pintura mexica es que reprodujeron la técnica pictórica que estuvo de moda muchos siglos antes en Tula. Los toltecas de Tula vivieron el esplendor entre 950 y 1150, en Tenochtitlán fue del 1325 al 1521, es decir, los mexicas imitaron un estilo del pasado y el problema es que el estilo pictórico tolteca no era muy bueno”, indica.
Ambas civilizaciones, platica el arqueólogo, pintaban sus murales sobre tierra, por ello, hoy su conservación es mala.
“Las técnicas que estaban de moda eran muy deficientes, además de que hoy tenemos agentes de deterioro muy agresivos en la Ciudad de México: niveles freáticos que suben y bajan, lluvia ácida, oscilación de temperaturas muy severas, terremotos”.
Una de las prioridades desde el 1978 en Templo Mayor, añade, ha sido mantener los murales de la zona, así como dibujarlos y fotografiarlos. “De modo que si por desgracia en 50 años se borraran, por lo menos tendremos la documentación de cómo eran para que lo entiendan las generaciones del futuro”.
—¿Todo Templo Mayor tenía pintura?
—Casi todos los edificios dentro de las capillas tenían pintura mural. Donde más había era en los techos en la zona arqueológica. Las pirámides eran mayoritariamente blancas y eso fue algo que le llamó mucho la atención a Hernán Cortés, la ciudad era muy blanca porque era del color del estuco y obviamente había vivos en ciertas zonas.
“Las esculturas y los interiores de los templos, por ejemplo, los detalles decorativos: las cornisas, las almenas estaban pintadas. Eso es lo que estamos documentando”, responde.
Otro proyecto que continuarán los expertos del PTM este año es la digitalización del mapa de vestigios de Templo Mayor que realizan en conjunto con el equipo del investigador de Saburo Sugiyama, de la Universidad Prefectural de Aichi, Japón.
“Hacemos el mapa topográfico digital que registra todos los vestigios arquitectónicos de Tenochtitlan. Hasta ahora se ha concluido el levantamiento de una superficie de 18 mil metros cuadrados que comprende la totalidad de la zona arqueológica, así como porciones de la Catedral y el Sagrario Metropolitanos, el Palacio Nacional, el Antiguo Arzobispado, la Casa del Marqués del Apartado, el Centro Cultura de España en México, la Plaza Gamio, varios predios de la calle de Guatemala y Justo Sierra”, precisa.
► Desde el año de 2007, casi todo el equipo interdisciplinario e internacional del Proyecto Templo Mayor (arqueólogos, restauradores, biólogos, arquitectos, geólogos, etc.) concentra sus mayores esfuerzos en el Mayorazgo de Nava Chávez, situado en la esquina de las calles de Guatemala y Argentina en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
► Exploran el área ritual que se encontraba justo al pie del Templo Mayor, donde fue encontrado el monolito de la diosa terrestre Tlaltecuthli.
► A partir de entonces, han descubierto en dicho predio los vestigios del edificio circular conocido como Cuauhxicalco, así como 51 ofrendas que contenían en su interior más de 60 mil objetos.
► Estos hallazgos se han difundido por medios escritos: 13 libros científicos, 62 capítulos de libro y 78 artículos tanto para especialistas como para el gran público.
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