Escenario

Roma no cae: El cine romano persiste en la pantalla grande

Desde hace más de 100 años que la antigua Roma figura como uno de los escenarios imprescindibles del cine que ha dado películas como Cabiria, Espartaco, Julio César, Ben-Hur y El gladiador, entre otras

Roma no cae: El cine romano persiste en la pantalla grande

Roma no cae: El cine romano persiste en la pantalla grande

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

A lo largo de la historia del cine la antigua Roma se ha convertido en uno de los escenarios que ha dado lugar a numerosos clásicos de la pantalla grande desde la época del cine mudo hasta la actualidad. Películas sobre gladiadores, intrigas palaciegas, historias de amor, aventuras o recreaciones religiosas de acuerdo a las intenciones de los directores que en los próximos días nos llegarán a la memoria gracias a la llegada de la nueva adaptación de Ben-Hur, a los cines.

En la época del cine mudo las películas de romanos tuvieron especial auge en Italia, donde sirvieron como instrumento de propaganda en el litigio que enfrentaba al papado con la joven nación italiana que acababa de arrebatarle sus posesiones.

En las películas que reflejaban posiciones favorables al Estado, Roma aparecía como la Civilización frente a la Barbarie como en la historia italiana Cabiria, de Giovanni Pastrone, de 1914. En esos tiempos también había otros que defendían la posición de la Iglesia y mostraban a Roma como una civilización pagana como en las primeras versiones de Quo Vadis de 1013 y 1924.

Después de sus primeros años como cine histórico italiano pronto se trasladó a otros países de Europa y después de la primera Guerra Mundial llegó a Estados Unidos. Poco después, durante el fascismo, las películas de romanos sirvieron de coartada tanto para exaltaciones nacionalistas como para justificar el colonialismo italiano (Scipión, el Africano, 1937).

Sin embargo, el gran boom del cine de romanos llegó de la mano con el éxito del cine péplum que puede conceptualizarse como cine histórico de aventuras de la década de los 50 y los primeros años de los 60 cuando Hollywood prestó singular interés por las recreaciones históricas con historias sobre las revueltas de esclavos (Espartaco), el reinado de César (Julio César), el mito de Cleopatra (Cleopatra), el final del imperio (La caída del imperio romano) y, sobre todo, las persecuciones de cristianos que se convirtieron en un subgénero dentro del cine de romanos, con espectaculares versiones de películas ya filmadas (Quo Vadis o Ben-Hur).

En esa época se abordó la historia de Roma desde diferentes ángulos. Por un lado había películas que hablaban de la posible fundación de Roma como La leyenda de Eneas (1962), de Giorgio Rivalta; Rómulo y Remo (1961), de Sergio Corbucci; Las vírgenes de Roma (1960), de Vittorio Cottafavi y El rapto de las Sabinas (1961), de Richard Pottier.

Algunas de las películas más representativas sobre Roma en su periodo de República son Brazo de hierro (1964) y Coriolano, héroe sin patria (1963), de Giorgio Ferroni, sobre los inicios de esa época. La misma Cabiria (1914) sirvió de base para después hablar de las Guerras Púnicas en filmes como Anibal (1959), de Carlo Ludovico Bragaglia y Edgar G. Ulmer; Escipión, el africano (1971), de Luigi Magni y Cartago en llamas (1959), de Carmine Callone. Un clásico de las guerras sociales de la República se vio en las dos adaptaciones de Espartaco, la más conocida de Stanley Kubrick, de 1960 y finalmente el final de la República se revivió en las películas entorno a Antonio y Cleopatra, la más conocida fue la de Charlton Heston en 1972.

Otro de los rubros en los que se desarrollaron filmes sobre romanos fue en la recreación del Imperio. De esta época se abordaron las intrigas imperiales en filmes como Mesalina (1951), de Carmine Gallone; Calígula (1979), de Tinto Brass; Bajo el signo de Roma (1959), de Guido Brignone y La caída del imperio romano (1964), de Anthony Mann. Además hubo filmes sobre las persecuciones de cristianos en las que entran las adaptaciones de Ben-Hur, encabezadas por la versión de William Wyler en 1959, aunque también hay otros como La túnica sagrada (1953), de Henry Koster; Barrabás (1961), de Richard Fleischer; Demetrio y los gladiadores (1954), de Delmer Daves y Los últimos días de Pompeya (1959).

El final del imperio, además del filme de Mann, se recreó en filmes como Constantino El Grande (1962), de Lionello de Felice; Atila, rey de los hunos (1964), de Kirk Douglas; Teodora (1953), de Riccardo Fredda y La invasión de los bárbaros (1969), de Robert Siodmak. Finalmente también hubo algunas adaptaciones importantes como Golfus de Roma (1966), de Richard Lester y Satiricón (1969), de Federico Fellini.

A mediados de los 60 disminuyó drásticamente el número de películas de romanos, claro signo del agotamiento de este género. Fue hasta el año 2000 que se volvió a hacer una superproducción como Gladiator, cuyo éxito ha significado cierta revitalización del péplum, aunque sí hubo algunos filmes esporádicos que ya se mencionaron.

A partir del filme de Ridley Scott protagonizado por Russell Crowe, si bien no se regresó el auge de Roma (solo en la televisión llegó la serie Roma), sí hubo una reinvención del cine péplum con filmes como Troya (2004), de Wolfgang Petersen; Ágora (2009), de Alejandro Amenabar; 300 (2006), de Zack Snyder o Alejandro Magno (2004), de Oliver Stone.