
“Hasta ahora no sabemos en qué momento o quién de nosotros contagió a los demás. Somos cuatro personas en casa, mi esposa, mis dos hijos y yo, siempre habíamos sido muy cuidadosos al salir de casa y al regresar, pero de acuerdo al especialista que nos atendió, el foco del contagio del COVID-19 en nuestra propia casa fue porque usamos el mismo cubrebocas, aunque esto haya sido por unos instantes”, comentó a Crónica Erasmo, un empleado del gobierno del Estado de México que trabaja desde casa
Erasmo, de 48 años y vecino de la colonia Guadalupe Victoria, en el municipio de Ecatepec, cuenta que tanto él como sus hijos Carlos, de 17 años y Patricia de 18, así como su esposa Estela, realizaban la misma rutina diario en los cuatro meses que lleva la cuarentena por el COVID-19 y que consistía en ir a hacer las compras al súper, al mercado o a la tienda, por lo que desconocen hasta ahora cómo pudieron contagiarse y quién de ellos a los demás.
“Primero yo comencé con síntomas de resfriado, con escalofríos y lo que me preocupó más fue que por al menos un par de días perdí el sentido del olfato, no percibía los olores ni aromas y no sé si fue mi sugestión, pero creo tampoco percibía los sabores de lo que comía. Al día siguiente fue mi esposa y mi hijo, ellos tuvieron fiebre y dolor de cabeza, y la última que tuvo molestias fue mi hija, que tuvo tos seca y fiebre. Fuimos al Issemym de Ecatepec ( Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios ) mi esposa, mi hija y yo, donde en urgencias nos revisaron. Yo le explique al médico lo que sentía y junto con mi hija a los dos nos enviaron a un laboratorio donde nos realizaron la prueba PRC (Reacción en Cadena de la Polimerasa), donde con un cotonete nos sacaron muestras de la nariz y la boca. Al regresar a la clínica nos dieron medicamentos para los síntomas que cada uno presentaba y dos días después ya nos darían el resultado de la prueba”.
El burócrata mexiquense dijo que su hijo no los acompañó, pues la fiebre de 37 grados que presentaba y el dolor del cuerpo le impedía levantarse de la cama, por lo que prefirió quedarse e ir al día siguiente al consultorio cercano a la casa.
Erasmo no imaginó que los síntomas que presentaban todos los miembros de su familia eran por presencia de coronavirus.
“No miento cuando digo que si me espanté cuando se me fue el olfato. Me acercaba a la nariz un plato humeante con mole de olla y no percibí el olor, lo mismo pasó cuando me acerque una botella destapada con alcohol y nada…me entró una angustia que no puedo describir, y eso me hizo ir al médico, sino, tal vez hubiéramos recurrido a los remedios caseros para el resfriado y la tos.”
Dos días después de la visita familiar a la clínica recibieron una llamada telefónica donde un especialista del nosocomio, tras hacerles varias preguntas sobre su estado de salud y si había mejoría, les notificó que las pruebas PCR dieron positivo a COVID, por lo que era forzoso quedarse en casa y no salir por ningún motivo. Además, cada miembro de la familia debería estar lo más distante del otro, incluso al probar sus alimentos y quehaceres cotidianos, aunque en caso de emergencia y complicación en la salud de alguno de ellos les proporcionaron un número telefónico para solicitar una ambulancia en caso necesario.
De los casos de su esposa y su hijo, a quienes no les realizaron las pruebas COVID, un médico de la clínica que los visitó al tercer día de que acudieron a la clínica, los visitó en su domicilio y portando equipo especial les informó que dados los síntomas y la convivencia entre ellos eran notorio que el contagio fue en todos los miembros de la familia, pero en un nivel no tan fuerte, por lo que la mejoría en su salud es notable cada día.
“El médico que nos visitó nos hizo varias preguntas para conocer cómo pudimos contagiarnos y después de una hora más o menos, nos dijo que aunque cada uno de nosotros usa gel antibacterial y cubrebocas de forma individual, el foco del contagio fue que estando en casa y cuando alguno de nosotros iba a salir a comprar algo a la tienda, a la tortillería o al pan, usamos el mismo cubrebocas, uno que siempre habíamos dejado en la cómoda de la entrada. Ese cubrebocas ahí lo dejábamos para salir en caso de un apuro o si no traíamos el que cada uno usa y al regresar lo dejábamos en el mismo lugar para que otro lo usara. No le dimos importancia, pero ahora no sabemos quién contagió a quién, pero gracias a Dios ya no tienen fiebre ni tos mi esposa y mis hijos y ya estamos todos mejor”.
El joven mexiquense comenta que para no tener los apuros en la compra de alimentos o lo que se necesita en casa, a un par de calles vive una de sus hermanas con su familia, y ellos les cubren esas necesidades y cuando se las van a entregar les avisan por teléfono para que salgan a recogerlas.
“Es complicada esta situación, ya que no pensamos que esto nos pudiera pasar. Los síntomas que tenemos ahora son de estrés o fastidio, cansancio, no lo sé, cada uno se queda en su espacio. Mis hijos cada uno en su recámara, como mi esposa y yo compartimos el mismo cuarto pues yo me quedo en la sala y todos los días limpiamos con pino, cloro y lavamos los pisos con detergente, más vale, ya que esto no se lo deseo a nadie, y mira que nos dijeron que nos pasó leve y nos espantamos, no imagino que hubiera hecho si alguno de los miembros de mi familia hubiera sido hospitalizado. Dios no lo quiera y ojalá esto pase pronto”.
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