
Considerado como una plaga desde la década de los noventa, el periquito monje está generando problemas en zonas urbanas de México.
Importados principalmente desde Argentina como mascotas, los Myiopsitta monachus han dañado no sólo a la biodiversidad donde se asientan, sino a la infraestructura, ocasionando cortocircuitos en transformadores de luz.
Aunque la presencia es casi en todo el país, la Ciudad de México alberga la mayor población de esta especie.
Ana Isabel González Martínez, subcoordinadora de Especies Invasoras de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), señaló en entrevista con Crónica, que la liberación imprudente de estas mascotas generó su expansión descontrolada.
“Esta especie se empezó a importar en los años noventa. El primer registro de un perico monje en libertad se detectó en el 95, en el Estado de México, y de ahí han ido reportándose más y más, sobre todo en zonas urbanas, porque los tienen como mascotas y se escapan o los liberan. Ahorita en México esta especie se registra en 21 estados; la Ciudad de México es la que tiene la mayor población reproductiva, alrededor de tres mil pericos”, refirió la especialista.
También están asentados en Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Durango, Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Aguascalientes, San Luis Potosí, Campeche, Estado de México, Michoacán, Guanajuato, Puebla, Chiapas, Querétaro, Veracruz, Oaxaca y Baja California, sobre todo en zonas urbanas.
AFECTACIONES. La bióloga señaló que los pericos monje tienen un comportamiento agresivo con otras especies, sobre todo con las nativas. Anidan en grupo y crean nidos muy pesados y complejos que dañan el follaje.
Además afectan cultivos y refirió que en Xochimilco y Milpa Alta, en la CDMX, donde se han comenzado a hacer revisiones y estudios, ya comienzan a generar problemas en plantaciones.
“Inclusive en su zona de distribución nativa son conocidos como plaga de cultivos, les encantan los cultivos de maíz, girasol, semillas, frutas, jitomates o flores”, expresó González Martínez.
Añadió que cuando los pericos monje hacen sus nidos en transformadores de luz o alguna estructura como anuncios, “con el peso del nido se puede caer el espectacular o se puede tronar el generador, dejando sin luz a toda una zona”.
La especialista mencionó que aunque en México aún no hay evidencia, existe el riesgo de enfermedades a especies silvestres.
CotorritA en la lista negra. De acuerdo con la Lista de las Especies Exóticas Invasoras para México, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 7 de diciembre de 2016, la cotorra argentina o perico monje se distribuye de manera natural en Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay.
La Ley General de Vida Silvestre define especie exótica invasora a la que no es nativa, que se encuentra fuera de su ámbito de distribución natural, que es capaz de sobrevivir, reproducirse y establecerse en hábitat y ecosistemas naturales y amenazan la diversidad biológica nativa, la economía o la salud pública.
En estos casos, en la medida de lo posible, es necesario impedir su introducción o llevar a cabo su control o erradicación. Además, de entrada, no se debe autorizar la importación de especies exóticas invasoras.
González Martínez indicó que los pericos monje fueron importados para el comercio de mascotas, por lo que en la década de los noventa del siglo pasado su introducción a México pudo ser legal.
“En el ‘95 no sé a quien le correspondía (autorizar la introducción), porque ahorita sería Semarnat (Secretaría de Medio Ambiente). Las importaciones de especies de cualquier tipo deben tener una autorización ambiental y sanitaria. De que fue permitida, fue permitida (su introducción). Yo creo que sí fue legal y se metieron como cualquier mascota”, expresó la investigadora.
Cabe señalar que de diciembre de 1994 a noviembre del 2000, la responsable de la política ambiental era la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (Semarnap). Posteriormente se desincorporó el sector Pesca y quedó sólo como Semarnat.
La especialista resaltó que el problema no es el ingreso de la especie al país y que sean mascotas, sino la liberación intencional o accidental de los ejemplares.
Plumas en el VACÍO LEGAL. González Martínez refirió que en México no hubo en la ley el término de especie exótica invasora sino hasta 2010; antes de ese año, las especies se podían definir como especies perjudiciales.
Aunque en el caso específico de los pericos monje “el término que se hubiera podido aplicar hubiera sido poblaciones que se tornan perjudiciales, pero no sé si las autoridades en ese momento los consideraron así”.
Destacó que la lista de especies invasoras emitida en diciembre pasado sólo identifica cuáles son estas especies, pero no establece medidas a adoptar, lo cual deberá asentarse en alguna Norma Oficial Mexicana.
“Las autoridades competentes deberán definir en cada caso qué hacer. De ahí tiene que desprenderse si para algunas especies habrá prohibiciones de importación o habrá medidas preventivas; otras son especies que ya están aquí, para las cuales habrá que hacer acciones de erradicación o control, según sea el caso”, indicó.
La presencia de especies exóticas invasoras, dijo González Martínez, puede acabar con las especies endémicas, por lo que deben ser controladas o erradicadas. Pero muchas veces esto no es entendido: “El problema es que la gente no está informada que los pericos monje son un problema; los defiende y si alguien quiere ir a hacer acciones de control o quitar los nidos, los vecinos no lo dejan”.
“Por eso es importante hacer campañas de difusión, porque la gente realmente es bien intencionada, cree que al cuidarlos conserva la biodiversidad y las especies, pero lo que no ven es que no es un perico nativo de México y que ese perico está haciendo daño a especies que sí son nativas de aquí, que son las que tenemos que cuidar”, expresó.
Este tipo de aves, dijo, acaba con la biodiversidad paulatinamente, ya que “podemos perder insectos, podemos perder polinizadores, perder aves y pequeños mamíferos, sin darnos cuenta”.
Respecto a qué autoridad corresponde mantener controlada la especie, González Martínez dijo que “tiene que ser un trabajo de colaboración entre muchas instancias, ya sea para juntar los recursos o para tener al personal que se necesita para hacer el control, porque no son cosas baratas ni sencillas de hacer”.
Entre las autoridades que deben participar, dijo, están las ambientales de la entidad, las municipales o delegacionales, protección civil e incluso la CFE.
Recomendó a los ciudadanos, a manera de medidas preventivas para mantener a raya a los pericos monje liberados, no darles de comer ni hacer nada que los ayude a mantenerse en la zona.
Agregó que la ciudadanía, en cuando las autoridades correspondientes lleven a cabo un programa de remoción de nidos, no intervengan para proteger al ave,
“creo que podemos vivir sin tener un perico de mascota la mayoría de nosotros. Si ya los tienen, no soltarlos por ningún motivo o ir con un veterinario que les enseñen cómo cortarles las alas. Pero lo más importante es que la gente esté informada para evitar la propagación”, finalizó González Martínez.
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