Escenario

Viaje a la fantasía infantil de Del Toro

En casa con mis Monstruos es una exposición en la que podemos encontrar arte y vestuario de todas sus películas, una colección de máscaras de luchadores, la primera cámara de Del Toro y hasta el puesto de periódico donde compraba sus cómics.

El hombre delgado
El hombre delgado El hombre delgado (La Crónica de Hoy)

En casa con mis monstruos de Guillermo del Toro es una exposición que muestra el ciclo de vida de una concepción de lo insólito en el imaginario del realizador tapatío. Es la fantasía cumplida de un hombre consintiendo los deseos de un niño que aprendió a apreciar la belleza de la monstruosidad y a reconocer la monstruosidad de las personas. 

La exposición está dividida en ocho salas. La primera de ellas es Infancia e inocencia, en la cual comenzamos el deleite a la vista con fotos del pequeño Guillermo del Toro, en una sala que muestra los objetos que ha obtenido con los años y que se relacionan con sus primeros acercamientos a la fantasía. Se ven artes conceptuales de filmes animados como La bella durmientePinocho; hay máscaras, su acercamiento a los cómics y el legendario fauno.

De ahí al Cuarto de lluvia que es una instalación que Del Toro adaptó de una forma en la que se sintiera que llovía todo el tiempo y que hizo porque en Los Ángeles casi no ocurre, “y a mí me gusta escribir con lluvia”. Ahí tiene su homenaje a Edgar Allan Poe con esculturas a tamaño real, arte de Mike Elizalde para Hellboy y grabados de Julio Ruelas. 

Para pasar a otra sala te encuentras con la bella escultura gigante de El ángel de la muerte para después seguir en la sala victoriana donde brilla la utilería de La Cumbre Escarlata con muebles y vestuario del filme, pinturas y bustos de su colección personal y un homenaje a Charles Dickens. Tras esa exaltación de la curiosidad está una muestra de pasión por la Magia y el Ocultismo en el que además de tener un Lovecraft de tamaño real, está el escarabajo dorado de Cronos y El paisaje de picos de José Clemente Orozco. 

En el recorrido también podemos encontrar arte y vestuario de todas sus películas, una colección de máscaras de luchadores, la primera cámara de Del Toro y hasta el puesto de periódico donde compraba sus cómics. Tras una sala dedicada a Frankestein el final encuentra un sentido poético en su concepción de la muerte en su cine, con una imponente escultura gigante de El hombre pálido de El laberinto del fauno.

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