Y el error fue acierto. Tomaba la palabra el rector de la UAM, José Antonio de los Reyes Heredia, ante 20 mil estudiantes sentados y a la expectativa. El sol comenzaba a reblandecer en el Zócalo hasta a las cabecitas más duras, las pocas desprotegidas para entonces por una miríada de sombrillas, gorras y sombreros.
El líder académico aludía a la exalcaldesa de Iztapalapa, egresada de esa universidad. Asociaba el conocimiento de la economista respecto de lo social y el impulso dado este domingo al primer programa puesto en marcha con las y los jóvenes en cumplimiento de promesas de campaña: “la Presidenta de la República, la doctora Clara Sheinbaum”, dijo.
Y fue un equívoco como un dardo lanzado hacia el blanco. Tanto la Presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, como la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, empujan una agenda social desde la izquierda, desde el privilegio conceptual y programático dado a la lucha contra la desigualdad, a favor de la educación y en fortalecimiento de la comunidad.
Algunas miradas de reojo ante el desacierto formal; alzados de cejas. La plenitud hegemónica del resplandor dominical los dispersó como una gota de agua. La convergencia de las dos principales figuras políticas del país alrededor de un programa social para hacer la diferencia entre desertar o continuar estudios universitarios.
De acuerdo con el INEGI, el costo mensual promedio en transporte público en la Ciudad de México es de aproximadamente 400 pesos, un monto significativo para estudiantes con ingresos económicos limitados o irregulares. Un desafío para las familias. Factores como la movilidad, transporte, costos de vida o la necesidad de contribuir a la economía familiar impactan entres las y los jóvenes.
De ahí lo trascendente de reconocer los gastos asociados al traslado diario, en este caso las becas para transporte de universitarias y universitarios, impulsadas en la Ciudad de México por Brugada. Reyes Heredia defiende esfuerzos comunes, repuesto de la involuntaria síntesis de identidades entre la Presidenta y la Jefa de Gobierno, generada quizá por el solazo o por alguna razón inconsciente de donde no puede excluirse las dos consonantes iniciales en el nombre de pila de cada una y campo de la relevancia de la prospectiva política más elemental.
En el anuncio del programa “Universitarios en Movimiento” se revela la voluntad de autoridades federales, locales y universitarias para que nadie se quede atrás, sostiene Rosaura Ruiz, inminente secretaria de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación. Lo refrendaron estudiantes de la UNAM, UAM, IPN, UACMX, UPN, de la Universidad Rosario Castellanos y de la Salud, y servidores públicos como Pablo Yanes o Tomás Pliego, secretarios de Educación y de Atención Ciudadana.
Proyectos como la Universidad Rosario Castellanos a nivel nacional, impulsado por la Presidenta Sheinbaum, o las becas en la CDMX buscan derribar barreras irresueltas frecuentemente por más de 700 mil estudiantes.
El costo de vida es un factor. Los gastos no se limitan a la matrícula, también está la vivienda, alimentación, materiales escolares, entre otros. Según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, las familias destinan en promedio el 8 por ciento de sus ingresos a la educación de las y los hijos.
Estudiantes con bajos ingresos familiares frecuentemente se ven obligados a trabajar. A nivel nacional, dos de cada cinco universitarios lo hacen en la formalidad —la mayoría labora dentro de la informalidad—, y tres de cada diez abandonan sus estudios debido a problemas económicos.
Yanes, uno de los mejores cuadros de un gobierno local en México, defiende al programa político de Brugada como “un laboratorio de innovaciones sociales”. Y la decisión presupuestal se asoma como un acierto puro y llano.