
El modelo neoliberal encuentra un nuevo, formidable enemigo, surgido sorpresivamente de la derecha: el tecnofeudalismo.
Este régimen en formación, al que no puedo definir aún, se caracteriza por la unión del nuevo capitalismo digital y de la Inteligencia Artificial, con el poder político que cuenta con un discurso populista. Este nuevo régimen económico-político (en el que, como siempre, priva lo primero) exige una reconfiguración de la democracia, para vaciarla de contenido y servirse de su hermosa carcasa.
El tecnofeudalismo entiende perfectamente que no necesita caer en la rudeza innecesaria de negar a la democracia; y que cuenta con los elementos materiales para destriparla y llenarla con nuevas entrañas. Esta democracia tecnofeudal se fundamenta en tres sustituciones: el poder político, por el tecnológico-digital; la ciudadanía por el concepto de usuario; y la plaza pública, por las redes sociales.
El primer punto consiste en la absorción o apropiación del poder político por parte del poder tecnofeudal, esto es, se sirve de una parte de la clase política para obtener y ejercer el poder. Pero, al parecer, no se trata de la simple cooptación o la compra de conciencias corruptas. Estamos frente a un modelo de emancipación-sustitución, pues se libera a esos grupos políticos de su relación con el capitalismo industrial-inversionista neoliberal, para sujetarlo a los nuevos amos, que son los ricos tecnológicos.
Desde luego se requiere vaciar de toda ideología a este grupo de políticos, para aprovechar su capacidad retórica y simbólica, sobre todo, su apelación a una grandeza mítica, históricamente elusiva.
Así, la actividad política premiada implica una aceptación acrítica del nuevo estado de cosas: el predominio de los intereses empresariales-tecnológicos. Dado que este nuevo modelo de capitalismo sólo es posible en ciertos países, se reestructura la idea de un primero, segundo y tercer mundo, que no necesariamente coincide con el esquema propio del siglo XX.
En estos gobiernos tecnofeudales del primer mundo digital, sus funciones serán delimitadas: mantener el control social de las masas empobrecidas, por medio de la represión y el discurso populista; facilitar las actividades de los nuevos señores tecnofeudales; y garantizarles a éstos el acceso a las materias primas, se encuentren donde se encuentren.
La integración económica no es ya un objetivo central de este nuevo modelo.
Desde luego, el problema más grande que van a enfrentar es el relativo a la transición del modelo económico, en el que el capitalismo industrial-inversionista pasaría a ser subordinado del tecnológico. Desde luego no puede eliminarse, pero deberá encontrar la manera de incorporarse a la nueva tecnología.
Este ajuste provocará un periodo de inestabilidad, que podría terminarse con la celebración de un pacto que permita la integración de la economía neoliberal y la tecnológica.
En la siguiente entrega abordaré la sustitución del concepto de ciudadanía por el de usuarios.