Opinión

La Izquierdocracia Mexicana

Movimiento Ciudadano
Movimiento Ciudadano

Ubicar el espectro político desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha es un error analítico grave. Como señala Agustín Laje, el centro es subjetivo y móvil, dependiendo de quién lo defina. Más útil es reconocer que existen “izquierdas” con apellidos específicos —socialista, woke, progresista— que comparten un núcleo ideológico pero se diferencian en matices. Lo mismo aplica a las derechas: libertaria, soberanista, conservadora. En México, sin embargo, el sistema de partidos se inclina abrumadoramente hacia la izquierda, dejando a la derecha huérfana de representación genuina. Esta “izquierdocracia” plantea un desafío para la democracia plural.

Morena es el caso más evidente. Es un partido de izquierda socialista, cuya postura es clara y sin ambages: redistribución económica, estatalismo y un discurso de lucha de clases. No requiere mayor explicación, pues sus líderes y políticas lo proclaman abiertamente.

Movimiento Ciudadano (MC), por su parte, abraza la ideología woke, caracterizada por: 1) la defensa de identidades minoritarias como eje político, 2) la promoción de narrativas de inclusión radical en todos los ámbitos sociales, y 3) un enfoque en el lenguaje y las representaciones culturales como herramientas de cambio. MC no oculta su lealtad a esta agenda; sus figuras públicas y campañas reflejan orgullo por estas ideas, que dominan su discurso y acción política.

El PAN, en cambio, es el caso más complejo. Tradicionalmente etiquetado como “derecha”, hoy es un partido de izquierda progresista. Aunque tuvo raíces conservadoras y cuenta con figuras como Lilly Téllez o América Rangel, estas son excepciones. La estructura del PAN, liderada por figuras como Jorge Romero o Marko Cortés y reflejada en candidatos presidenciales como Xóchitl Gálvez y Ricardo Anaya, se alinea con la izquierda progresista, caracterizada por: 1) la adopción de políticas sociales que priorizan consensos globalistas, 2) la defensa de la secularización y la pluralidad cultural, y 3) la promoción de reformas sociales para avanzar en igualdad e inclusión. Este giro ha diluido cualquier representación sólida de la derecha.

El vacío de la derecha en México es preocupante. En un país donde la mayoría profesa el catolicismo (hasta un 85% de la población), los valores conservadores de esta fe chocan con las agendas progresistas y woke. Las familias indígenas, organizadas en torno a la familia tradicional, también se ven alienadas por estas ideologías. Otro ejemplo son los emprendedores y clases medias que defienden el libre mercado y rechazan el intervencionismo estatal, pero carecen de un partido que los represente. Este desbalance ideológico debilita la pluralidad democrática.

Frente a este panorama, el Movimiento Viva México, liderado por Eduardo Verástegui, busca llenar ese vacío. Su propuesta de derecha conservadora, basada en valores tradicionales, fe y soberanía, es un esfuerzo valiente pero enfrenta un sistema que se protege a sí mismo. Los partidos establecidos, cómodos en su izquierdocracia, harán lo posible por bloquear esta irrupción. Aún así, es un movimiento digno de atención, pues representa una apuesta por diversificar el espectro político.

México necesita una democracia donde quepan todas las ideologías, no solo las de una familia izquierdista que monopoliza el sistema. Es hora de despertar y exigir un espacio donde las derechas —conservadora, libertaria, soberanista— tengan voz. Sin pluralidad, no hay democracia. Que la valentía de quienes desafían la izquierdocracia inspire a los mexicanos a construir un país donde todas las formas de pensar sean representadas. ¡Despertemos!