
En otras columnas he hablado de la Inteligencia Artificial (IA), sus características y la importancia en nuestras vidas. México tiene la gran oportunidad de regular la IA, no sólo con leyes, sino también con políticas públicas, que tengan un auténtico sentido social.
Mientras otros modelos de regulación de la IA ponen el acento en los aspectos económicos y geopolíticos, y el esquema europeo prioriza, correctamente, el tema de los derechos humanos. Considero que nuestro país puede generar un modelo que se centre en los aspectos sociales de la IA.
Esto, considerando que puede ser usada para abordar y paliar, en lo posible (dado que no es ninguna herramienta mágica) algunos problemas derivados de la desigualdad social, tan grave y profunda. De lograr exitosamente crear este modelo, se podría convertir en uno útil para adoptarse en otras naciones.
Para lo anterior, debemos partir de la posibilidad de convertirnos en un país generador de IA, conforme nuestras capacidades, por ejemplo, explotando la facilidad de las IA´s de código abierto, que pueden servir de base para el desarrollo de otras aplicaciones.
Un elemento clave para lo anterior es la formación académica. La IA se puede estudiar ya en instituciones tanto públicas, como el Instituto Politécnico Nacional, como privadas. Un buen diseño de la carrera es fundamental. Pero, además, mediante una auténtica decisión de Estado, podemos aprovechar las limitaciones que se están imponiendo en algunos países a la práctica académica o al ingreso de estudiantes y docentes del extranjero y, como ya lo hicimos en los treintas así como en los sesentas del siglo pasado cuando recibimos a españoles y sudamericanos, recibir a grandes mentes que nos ayuden a desarrollarnos en esta área.
Desde luego, sin desplazar a las y los especialistas con que ya contamos.
A lo anterior, habrá que sumar un esfuerzo importante en la administración pública, de la mano de los programas de digitalización que se están ejecutando. Un uso juicioso de IA´s especializadas para labores de gobierno permiten tanto el ahorro de recursos como la mejor orientación de los mismos, facilitan la atención a la ciudadanía (¡no somos “usuarios”, somos ciudadanas y ciudadanos!) aunque sin duda presenta riesgos que deben paliarse.
Claro que sería necesario una ampliación de la red de Internet, tema en el que entiendo ya se trabaja; así como la alfabetización tecnológica, lo que puede hacerse desde un ajuste a los planes educativos.
Debe sumarse una política favorable en materia de registros y patentes, que incentive los desarrollos nacionales.
El uso de la IA por el gobierno debe ser, por regla general, de código fuente abierto; esto es, que se conozcan las instrucciones básicas con las que aquella funciona. Esto abona a la transparencia, permite una completa auditoría, así como entender la manera en que operan esa herramienta, entendiendo los resultados que arroja. Así evitamos el efecto de caja negra.
Cierto, requiere invertir tiempo, así como recursos tanto económicos como políticos. Pero podemos hacerlo, este es un tema de interés nacional. Requiere decisiones que van más allá de lo legislativo, pero que pueden sumar voluntades de todo el espectro político; permite sumar a los gobiernos locales, así como a los tres poderes y órganos autónomos; a la vez que fortalece nuestra independencia tecnológica.