En segundo año de aplicación de la NEM, se observa que los maestros han logrado familiarizarse con el nuevo “modelo” de enseñanza. Le han “encontrado el modo” venciendo el miedo que les inspiraba ciertos conceptos abstrusos que se incorporaron al proyecto. Pero esta adaptación de los docentes no se puede traducir en que la NEM esté dando buenos resultados en aprendizaje.
La dificultad que presenta cualquier ponderación de la NEM es que no hay evaluación de aprendizajes. No hay exámenes estandarizados y se han abandonado las mediciones de conocimientos que hacían los maestros mediante exámenes, pruebas, interrogatorios verbales, etc. La evaluación se ha reducido a una versión ridícula de “evaluación formativa” que reduce todo a un “acuerdo” maestro-alumno.
Cuando se pregunta a los maestros cómo evalúan los aprendizajes del alumno, no saben contestar. No hay evaluación, sólo hay acción, práctica, que es lo propio de los proyectos. ¿Qué se busca con ese activismo? Resolver los problemas de la comunidad, ni más ni menos. “Transformar” la comunidad.
La lectura que los maestros hacen de la NEM no repara en consideraciones sobre la teoría que le dio sustento y sobre los fines últimos del proyecto. La reacción docente ha sido pragmática, acogen con agrado una metodología que aligera su trabajo, que les concede grados importantes de libertad de acción y que rompe radicalmente con las antiguas rutinas. Los proyectos son ejercicios ligeros con un importante lado lúdico.
Los maestros adoptaron una praxis, no una pedagogía. No les importa gran cosa la base doctrinaria del nuevo plan de estudios: las epistemologías del sur, la pedagogía crítica, las sinergias de la NEM con la “democracia radical” y con el populismo de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, las simpatías con los movimientos guerrilleros. No, no reparan en los fundamentos conceptuales, en cambio, aceptan una serie de imposturas o equívocos como el dicho de que “los contenidos educativos de las disciplinas se recuperan en los intersticios de los proyectos”.
Eso es falso, las asignaturas tienen un valor pedagógico propio, como cuerpos que incorporan de forma sistemática los conceptos de cada disciplina científica y humanística. Se estudian globalmente, ascendiendo de lo particular a lo general, de lo concreto a lo abstracto. No es lo mismo aplicar una operación aritmética o una ecuación de primer grado aisladas en un proyecto, que estudiar matemáticas.
La crítica que recibió la NEM en sus primeros meses de existencia sigue siendo válida: ¿Por qué omitir la enseñanza de las matemáticas y de lengua en los primeros grados de primaria? Esas omisiones afectan dos áreas cruciales del desarrollo: el pensamiento lógico y la comunicación. En su lugar, los alumnos desde primero de primaria están obligados a trabajar proyectos –que son elaborados por los maestros y que los alumnos (con ayuda de los maestros) llevan a cabo.
Los maestros se muestran satisfechos con los proyectos sin considerar, por el ejemplo, el cambio de contenidos que implica substituir el concepto de nación por el de comunidad. Los niños de primaria ya no estudian geografía nacional, historia nacional, las normas jurídicas –como la Constitución—o la organización del Estado nacional. Los temas de la nación son substituidos por los temas de la comunidad.
La NEM rinde culto, en cambio, a las tradiciones, los usos y costumbres de la comunidad. Muchos eventos de la tradición vernácula incluyen, desde luego, fiestas religiosas, el Día de la Virgen de Guadalupe, ceremonias de Semana Santa, culto al santo del lugar, etc. y suponen participar en ceremonias religiosas. Una y otra vez se repiten las fiestas religiosas y una y otra vez la escuela se involucra en ellas dejando de lado la tradición juarista del laicismo.
Los objetos “de transformación” de cada proyecto son casi siempre temas sencillos: la recolección de basura, corregir atropellos al medio ambiente, cultivar un huerto escolar, clasificar plantas, cuidar el tráfico o la circulación de vehículos, etc. Esos proyectos no exigen un gran esfuerzo intelectual, se realizan fácilmente, con la ayuda del profesor y no exigen un gran esfuerzo físico. ¿Pero qué tanto aprenden los alumnos? Esto no lo sabemos y creo tendremos que esperar mucho tiempo para que haya mediciones pertinentes.