Opinión

El Pacificador (Trump) se ha propuesto resolver el conflicto entre Rusia y Ucrania, que por lo demás en su campaña electoral prometió resolver en 24 horas

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Casa Blanca Reunión de Trump y Zelenski en la Casa Blanca este lunes (AARON SCHWARTZ / POOL/EFE)

Dice el presidente de Estados Unidos que en sus primeros seis meses de mandato ha evitado que ocurran seis guerras internacionales, una por mes, según su alegre recuento, evitando que haya más conflictos en el mundo. Entre ellas refiere la firma de un acuerdo entre Armenia y Azerbaiyán, el cese de hostilidades entre India y Pakistán, Congo y Ruanda, y en Oriente Medio el alto al fuego entre Israel e Irán y haber destruido el programa nuclear iraní. Nada mal para el aspirante a premio Nobel de la Paz.

El Pacificador se ha vuelto a proponer resolver el conflicto entre Rusia y Ucrania, que por lo demás en su campaña electoral prometió resolver en 24 horas, y abandonó sus recientes amenazas al presidente ruso de aceptar un cese al fuego inmediato. Hizo recordar involuntariamente a aquel prócer mexicano que se propuso en 2000 solucionar el conflicto zapatista también en 24 horas, y hasta el de Cachemira, precisamente entre India y Pakistán. Cabe recordar que ambas promesas acabaron en rotundos fracasos. Tras la muy mediática, pero incipiente, reunión en Alaska del presidente estadounidense con su homólogo ruso Vladimir Putin, la apuesta por una pronta resolución se ha vigorizado.

No obstante, el esfuerzo ha encendido las alarmas entre varios de los -impopulares en el interior de sus países- mandatarios europeos, en particular de Alemania, Francia, Reino Unido y de la Unión Europea, y desde luego del supuesto campeón de la democracia, Vladimir Zelensky, quienes han viajado apresuradamente a Washington para conocer de primera mano los resultados del encuentro de Anchorage.

Algunos temen que pueda repetirse un incidente de humillación a Zelensky en la Casa Blanca como el sucedido a inicios de 2025, ya que Trump ha externado que el mandatario ucraniano debe aceptar algunas de las condiciones de Putin, incluyendo que Ucrania ceda Crimea y se comprometa a no adherirse a la Alianza Atlántica, a fin de terminar con el enfrentamiento armado iniciado en febrero de 2022. En entrevista televisiva, el secretario de Estado Marco Rubio llamó “estúpida versión de los medios” a la idea de que Zelensky acuda a Washington solamente para ser nuevamente humillado.

Probablemente lo de la posible humillación no se materialice, pero es probable que el mandatario norteamericano ejerza fuerte presión entre sus aliados europeos para aceptar algún tipo de arreglo que permita avanzar hacia un acuerdo de paz y no un simple cese al fuego para iniciar una negociación. No sobra anotar que la apropiación de territorio por la fuerza es violatorio del derecho internacional, aunque ello importe poco en la real politik. El compromiso de no entrar en la OTAN tiene mucho más sentido, y políticamente parece perfectamente viable más allá de intereses geopolíticos creados de poner bajo amenaza los intereses de seguridad de Rusia. Queda abierta la interrogante de las garantías de seguridad que exige Ucrania.

Difícilmente podrá haber un acuerdo ampliamente satisfactorio para todos los actores involucrados, pero parece claro que Estados Unidos busca salirse de este embrollo, por lo demás causado por ese país, y dejar el tema de la seguridad a los propios europeos, quienes ya han sido embarcados por Trump en el objetivo de armarse y dedicar el cinco por ciento de su producto interno bruto a gastos defensa y armas. Los especialistas han comenzado a hablar de una especie de acuerdo de Estambul plus.

A tres años de conflicto ha quedado claro que la idea de debilitar a Rusia no ha hecho sino devastar a Ucrania material y físicamente. Sería más conveniente que los valedores de Ucrania le permitieran salir de esta vorágine y emprender un proceso de reconciliación nacional que incluya la celebración de elecciones democráticas y libres, y que Zelensky deje de gobernar con poderes excepcionales.

También sería deseable que en la próxima reunión entre los mandatarios norteamericano y ruso, las dos superpotencias nucleares retomen el camino de los acuerdos estratégicos de control de armas de destrucción en masa, y allanaran el camino de regreso a la contención y el control nuclear.

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