
Como nunca antes, la 80ª Asamblea General de la ONU en septiembre de 2025 se transformó en un tribunal donde líderes mundiales cuestionaron sus logros, pertinencia y capacidad para garantizar la paz. Fundada en 1945 para evitar guerras y fomentar cooperación, hoy enfrenta descrédito por burocracia ineficaz, palabras vacías y fallos en resolver conflictos. Este quiebre expone las fallas del multilateralismo globalista y reconfigura el poder mundial, donde naciones soberanas toman las riendas. Para México, es una alerta: dejar de divagar en periferias y alinearse con un nuevo orden que priorice soberanía y paz interna.
El epicentro de críticas fue Donald Trump, quien en su discurso del 23 de septiembre no escatimó en señalar deficiencias de la ONU. Denunció que ofrece “palabras vacías” mientras ignora o agrava problemas globales, rechazando el globalismo que alimenta conflictos. Trump presumió avances en paz durante su mandato, como resoluciones pacíficas, y acusó a la ONU de no cumplir su rol en conflictos, dejando a EUA cargar con tareas que le corresponden. “No solo la ONU no resuelve problemas que debería, a menudo crea nuevos”, dijo, enfatizando su fracaso en migración y seguridad.
La decadencia no se limitó a Trump. Líderes conservadores como Javier Milei de Argentina y Giorgia Meloni de Italia amplificaron reclamos, exponiendo “overreach” e hipocresía. Milei, en discurso incendiario el 24 de septiembre, llamó a la ONU “impotente” y “Leviathan”, proponiendo reforma radical y criticando la Agenda 2030 como intrusión en soberanía. “Argentina no es el único país... proponemos reforma en la Asamblea”, dijo, atacando políticas anti-Israel y fracaso en liberar rehenes en Gaza. Meloni condenó “hipocresía de la ONU”, respaldando sanciones europeas contra Israel por Gaza –que “cruzó la línea”– y criticando inacción ante Rusia, pidiendo modificaciones a convenciones obsoletas. Estos destacan cómo la ONU perdió influencia, con abusos de veto y fallas burocráticas.
En contraste, intervenciones desorbitadas acentúan el ridículo. Gustavo Petro de Colombia, ante auditorio vacío el 23 de septiembre, pidió fuerza armada de la ONU para Gaza, acusando a Trump y defendiendo “suficientes palabras”, revelando incongruencias al ignorar realidades domésticas como narcotráfico. Lastimosamente, la México participación fue chafa. La presidente Claudia Sheinbaum no asistió, delegando en Juan Ramón de la Fuente, quien apenas figura. Su discurso obsesionó en violencia en Palestina, llamando a detener “genocidio” en Gaza y urgiendo esfuerzos internacionales, ignorando la crisis doméstica en México: en Culiacán, la violencia cobra más vidas diarias que en Gaza. Esta desconexión es sintomática: México divaga en agendas externas, olvidando paz en casa contra crimen organizado.
En este quiebre –descrédito y duda sobre su existencia–, naipes del poder caen. Emerge nuevo orden donde soberanos como Trump, Milei y Meloni priorizan naciones fuertes sobre burocracias internacionales fallidas. México no puede se ambulante; debe despertar. Urjo al gobierno posicionarse en este tablero como protagonista, no espectador, para un México fuerte en el nuevo orden mundial.
@CesarG_Madruga