Opinión

Luces y sombras para el segundo año

Claudia Sheinbaum
Claudia Sheinbaum (Mario Jasso)

Morena es una síntesis extraña cuyo ADN se compone de tres distintos orígenes: una izquierda histórica que desde hacía varias décadas buscaba ocupar un espacio en el espectro político nacional; una masa social que, sin filiación ideológica determinada, sentía descontento hacia la clase gobernante tradicional y, sobre todo, los oligarcas de siempre, y, finalmente, un nutrido grupo de priistas que fueron relegados de las posiciones que de las que siempre se asumieron como merecedores. Quizá de los tres factores que participan de la genética del nuevo “partidazo” de la política mexicana – apenas tiene siete años en el poder y ya lo controla todo – el que más impacto y trascendencia tenga sea el del priismo, pues ello han sido las formas y estilos de típicos del PRI de los setenta las que se han impuesto en su manera de entender, asumir y ejercer el poder.

Esta primera reflexión, que podría parecer ajena a título de la columna, tiene mucho que ver para comprender los tiempos por venir a partir de ahora, que inicia el segundo año de gobierno de Claudia Sheinbaum como presidenta de México. Cuando gobernaba, se decía que cuando el PRI no ganaba, arrebataba, pero si además de todo perdía – en política, como en la vida, no ganar no significa ni remotamente lo mismo que perder –, entonces arrebataba y pateaba. En la construcción de las relaciones de poder al interior de Morena y del gobierno, esto va a ser muy relevante en el futuro próximo. Nadie puede dudar que por más que en el discurso se observe una relación cercana y casi subordinada de la presidenta hacia el legado de su antecesor, en los hechos Claudia Sheinbaum ha comenzado a marcar diferencias y distancias con el pasado.

Los abrazos se acabaron y empezaron los balazos; el pañuelito blanco que anunciaba el fin de la corrupción fue arriado y en su lugar comenzaron a desplegarse expedientes comprometedores de cercanos al movimiento; la megalomanía de las obras emblemáticas fue sustituida por el pragmatismo de la política social reforzada. Es evidente que Claudia Sheinbaum se parecen mucho por su origen, pero también lo es que no son iguales en su entendimiento de la política y el poder. Con el comienzo del nuevo año, objetivamente creo que las luces de este gobierno serán más que las que comenzaron a asomarse durante el primer año y tendrán mucho que ver con estrategias efectivas en seguridad, combate a la corrupción del pasado inmediato y sustitución de la obra pública faraónica para fortalecer el combate a la pobreza.

Sin embargo, las principales sombras que podrían cubrir el desempeño del gobierno de la presidenta radican en las acciones que adopten quienes ya saben que no ganarán y que, además, comienzan a sentir que pueden perder. Los más cercanos al grupo del ex presidente López Obrador, desde sus familiares hasta funcionarios directos, pasando por viejos aliados que contribuyeron a pavimentar su llegada a la Presidencia, comienzan a sentir que la temperatura del agua comienza a subir y que el fuego empieza a llegarles a los aparejos. Con su previsible actitud de intentar arrebatar y patear en el camino – típica de la genética original que les caracteriza – tratarán de descarrilar a la presidenta y ello, de manera obvia y natural, perjudicará al desempeño gubernamental y a la estabilidad política. La primera parada que permitirá conocer esto será la definición de candidaturas rumbo al 2027 y que se definirá, en buena medida, en este segundo año de gobierno. La segunda, reservada para el inicio del segundo tercio, será la de la revocación de mandato.

Además de lo anterior, el propio gobierno se encargará de generar sus propias sombras, a partir de malos resultados que puedan darse en materia económica, la posibilidad de obtener resultados fallidos en la renegociación del T-MEC, las acciones de fuerza emprendidas por el gobierno estadounidense para controlar el flujo del narcotráfico o la falta de resultados en aspectos como el abasto de medicamentos o las mejoras al sistema de salud. Estas sombras se pueden evitar si el gobierno se concentra en hacer lo que le corresponde. Las primeras, las del arrebato y la patada, no. Quizá la apuesta tendría que estar en que las sombras propias no sean tan intensas como las luces que se logren y que aquellas provocadas no eclipsen lo alcanzado. El segundo año de gobierno que hoy comienza será, por mucho, el año clave para entender la trascendencia que la primera presidenta de la historia de México pueda alcanzar.

Profesor y titular de la DGACO, UNAM

Twitter: @JoaquinNarro

Correo electrónico: joaquin.narro@gmail.com

Tendencias