Opinión

Mensajes y señales de la presidenta

Claudia Sheinbaum (Galo Cañas Rodríguez)

El acto y el discurso de la presidenta Claudia Sheinbaum por su primer año de gobierno han despertado, como suele suceder en estos casos, especulaciones y suspicacias. Cada palabra, cada gesto, cada mención, cada ausencia y hasta la ubicación de los invitados son señales que, con intención o sin ella, son interpretados como mensajes políticos a partir de los cuales se pretenden adivinar los siguientes pasos en la estrategia política. En estos momentos todo es verdad y, al mismo tiempo, todo es mentira, pues no existe certeza de que cualquier señal se convierta en certidumbre, pero tampoco se puede descartar la posibilidad de ello. Sin embargo, y en espera de que en las semanas y meses por venir la neblina se disipe y el panorama se aclare, algunas de ellas hoy forman parte tanto de la grilla de pasillo como de la prospectiva política.

Quizá uno de los hechos más visibles y contrastantes con otros eventos de esta naturaleza es el de la ubicación de algunos de los invitados. Seguramente resulta fácil recordar aquél penoso incidente en el que, algunos morenistas de prosapia como Luisa María Alcalde, Andrés Manuel López Beltrán y Adán Augusto López, entre otros, tuvieron el mal tino de posar para una foto y dar la espalda a la mandataria justo cuando pasaba detrás de ellos, mostrando su desdén o, cuando menos, el bochornoso descuido que el histórico culto a la figura presidencial no permite. En esta ocasión, quizá para enviar un mensaje a los de la foto tal vez por la mera precaución de no regalar a la oposición una imagen de desprecio, los personajes fueron colocados en un espacio confinado por vallas y en segunda fila.

Otra estampa que entre los analistas ha merecido múltiples menciones es la ausencia de Omar García Harfuch, el funcionario más cercano y de aparente mayor confianza de la presidenta, además de artífice de algunos de los principales logros del gobierno: el desmantelamiento de algunas de las principales redes de corrupción y delincuencia dedicadas al denominado huachicol fiscal y el cambio en la estrategia del combate al crimen organizado. La ausencia de García Harfuch ha sido vista lo mismo que como una precaución por posibles amenazas a su vida, que como un gesto de cortesía para no restregar al pasado el nombre y rostro de quien ha metido en vericuetos a no pocos cercanos de López Obrador.

Un tercer momento que ha sido tomado por distintos periodistas y analistas es el contenido mismo del discurso. Por una parte, el mensaje inicia con un reconocimiento a lo alcanzado en el gobierno anterior, reconociendo el liderazgo político y la paternidad ideológica bajo la figura de Andrés Manuel López Obrador. Tras unos cuantos minutos de loas al pasado, poco a poco las palabras fueron virando hasta detenerse en temas como la corrupción como antípoda de la honestidad que ha servido como pilar del movimiento y a la condena directa y frontal a quienes se han aprovechado del poder, lo mismo en la lejanía de los regímenes priistas y panistas, que en proximidad de la transformación. Esos dardos afilados y envenenados tenían destinatarios a los que ni el mayor de los cinismos les permitió disfrazar la incomodidad.

Si bien todo lo que hemos señalado es cierto y así sucedió, la realidad es que la intención y los efectos que ello tendrá hoy son desconocidos y solo pueden asumirse como interpretaciones hechas desde la buena, regular o mala fe. ¿El distanciamiento de Sheinbaum con ciertos sectores de su partido se reflejará en la designación de candidaturas a gubernaturas y diputaciones? ¿La ausencia de García Harfuch responderá la protección física, mediática y política que la presidenta quiere darle a quien considera como un posible sucesor? ¿Las indirectas tan directas a los corruptos que con sus actos han traicionado al movimiento y a su líder político serán el anticipo de posibles acciones legales para defenestrarlos y desactivar no solo sus sueños de futuro, sino sus ansias de presente?

Las respuestas a todas estas y muchas otras preguntas que flotan en el aire de la política, la grilla y la especulación llegarán pronto. Todas y cada una de ellas habrá de confirmar lo que algunos sospechan y otros descartan. Por el momento, quizá lo único incuestionable es que Claudia Sheinbaum ha levantado las cejas de propios y extraños, quienes se truenan los dedos, unos con angustia y otros con esperanza. Falta poco para ir confirmando la realidad de los mensajes y las señales que la presidenta decidió enviar.

Profesor y titular de la DGACO, UNAM

Twitter: @JoaquinNarro

Correo electrónico: joaquin.narro@gmail.com

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