Opinión

Ya me voy… frase para recordar

Claudia Sheinbaum, Presidenta de México, en Poza Rica
Claudia Sheinbaum, Presidenta de México, La mandataria recorrió las calles de la ciudad para supervisar las labores de limpieza (Presidencia)

La excesiva frecuencia y el roce innecesario de un jefe (jefa) de Estado con grupos inconformes o demandantes en crisis, crea riesgos e incomodidad con involuntarios y poco favorables escapes temperamentales.

Se ha dado el caso de innecesarios desplantes en las conferencias matutinas (mañaneras) con fulminantes evasivas de responder sin respuesta (eso no te lo voy a contestar) o disyuntivas conminativas de si no me dejan hablar o simplemente --como ahora en Poza Rica, cancelación de la palabrería: ¡ya me voy!

De acuerdo con las crónicas publicadas en los medios y las redes, un numeroso (y potencialmente peligroso) grupo a la presidenta en Poza Rica y en medio del griterío (siempre insatisfecho, siempre desesperado, quizá alentado por alguna mano oscura), exigió seguramente lo imposible.

La presidenta (con A), quiso explicar, confortar, compadecer y poco pudo. La intransigencia disfrazada de necesidad (necedad) se lo impidió.

“…Escúchenme, escúchenme", volvió a pedir a la población. No lo logró. Así que dijo: “Bueno, ya me voy”, asentó un cronista. A fin de cuentas, ni se fue.

Las inundaciones y los lodazales –entre otros desastres--, siempre terminan jugando en contra de la imagen de propaganda política, hagan lo que hagan. Ya sea Andrés López varado en un camino fangoso de Guerrero, con el transporte militar atascado en el barrizal o los reyes de España recibidos con tortazos de lodo en Valencia, donde la chusma furibunda les mancilló armiño e investidura. Aquí nomás investidura.

La presencia de los jefes de Estado en los sitios de los siniestros no resuelve absolutamente nada. A veces ni siquiera resulta útil para la publicidad de un gobernante aparentemente unido al dolor de su pueblo. Mentira. Todo es la búsqueda de una imagen redentora o al menos protectora.

Es mejor un correcto funcionamiento de planes institucionales, como el DN-III de la Defensa.

En muchas ocasiones resulta más útil para la funcionalidad del gobierno (no para su imagen), la actitud de Miguel Alemán, quien como todos recordamos de su tiempo de gobierno en Veracruz fue increpado por su ausencia tras incendio del mercado municipal del puerto de Veracruz y con elocuente sinceridad y realismo explicó: yo no soy bombero.

A Miguel de la Madrid se le criticó por no estar presente en las horas posteriores a los sismos de 1985, y él siempre se mantuvo en su idea de estar firme en la coordinación de los esfuerzos institucionales, lejos de las fotografías de promoción de su imagen. Así le fue.

El contacto de los presidentes o presidentas (con A) con las multitudes, tiene (innecesarios y poco útiles) momentos de alto riesgo. Quien lanza una bola de lodo contra un monarca, como en el caso de Felipe VI en España puede arrojar también una piedra… o una granada.

Sin embargo, en el caso hispano, Felipe VI y su señora reina, doña Letizia, regresaron (dos semanas despúes de la bronca) a la zona afectada por las riadas y (con todo debidamentre preparado por la Casa Real), fueron recibidos con vítores y aplausos por su evidente solidaridad con los dolores del pueblo.

(AFP). - Felipe VI y Letizia llegaron en la mañana a la localidad de Chiva... “¡Viva el rey!” gritaba una multitud concentrada frente a la alcaldía…”

La información omite un dato: ¿quién organizó a la multitud concentrada frente a la alcaldía?

Las quejas, reclamos, peticiones, exigencias, gritos y hasta insultos (no sirves para nada, le espetaban a doña Claudia en Veracruz ante la impotencia de Rocío Nahle, la gobernadora también señalada de inútil), suelen ser incontrolados. Quien pierde un jacal exige una reparación versallesca.

Los aplausos, siempre son preparados y acarreados. Las quejas no.

Así se hace en todo el mundo y si la presidenta (con A), regresa pronto, le gritarán, es un honor, etc., etc.…

“C’este la vie”, diría Madame Bovary…

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