
La ceremonia por la entrega número 15 del Premio Crónica fue un éxito. La gente salió del auditorio del Museo Nacional de Antropología complacida y emocionada por haber confirmado una vez más que hay entre nosotros personas que hacen contribuciones extraordinarias al país con su talento inmenso y trabajando a toda máquina por años. Es la única forma de alcanzar una meta relevante.
Los premiados no ocultaron su emoción: La doctora Palomares enfatizó que hacer ciencia es un trabajo en equipo y por eso tuvo palabras de reconocimiento para sus colaboradores del Instituto de Biotecnología de la UNAM. Vicente Quirarte, en un teto estupendo leído por su esposa, María Helena González López, dijo que dedicaba el premio a la memoria de su madre y coincidió con él la escritora Mónica Lavín que dijo que su madre estaría muy contenta de que el premio se presentó con su dos apellidos, Lavín y Maroto.
La emoción de los premiados contagió a los presentadores que quisieron sacar todo el jugo posible a su paso por el escenario. Lo que quiero resaltar es que el agradecimiento de los premiados fue mucho más allá de los rituales protocolarios, lo tomaron como algo personal, en el sentido más amplio y profundo de la palabra.
Creo que incluso para sus creadores, Jorge Kahagi Gastine y Rafael García Gara, sorprende la relevancia alcanzada por el Premio Crónica. Es ya un referente. Reconforta, pero también compromete. Es un logro que distingue al periódico, le da un lugar aparte entre los medios nacionales, pero al mismo tiempo sienta las bases para algo todavía mayor, con metas más ambiciosas. Ya se han escrito página memorables, pero todavía hay espacio para escribir más historias de éxito personal y colectivo.
Lo bueno es que hoy se cuenta con la Fundación Premio Crónica, que está para eso, para institucionalizar la entrega del Premio, pero también para poner en marcha una gama amplia de actividades relacionadas con la promoción de los valores, la divulgación de la ciencia y la realización de actividades culturales que lleguen a público amplio. Es estupendo que los ganadores del Premio Crónica sean también miembros honorarios de la Fundación, ya que conforman un grupo de élite que tienen entre sus cualidades su vocación para compartir su conocimiento con la sociedad.
¿Qué hacer en el futro? Acaso incluir en los premios a diciplinas como las artes pláticas, el cine, la música, la arquitectura y claro el apoyo a investigadores o creadores jóvenes que ya son una realidad pero que pueden alcanzar alturas insospechados. El Premio Crónica es una joven tradición con un futuro promisorio. Lo mejor está por venir.