
¿Por qué el Estado mexicano no restituye el Estado de derecho en Tierra Caliente? La respuesta es que en esa región se da bien el limón, los aguacates, el mango, pero se da mejor la corrupción. La corrupción es el principal cultivo y autoridades de todos los niveles, civiles y uniformadas, obtienen ganancias del caos.
La extorsión en Tierra Caliente no detonó la semana pasada con el asesinato del líder de los limoneros, Bernardo Bravo. Tiene, sin exagerar, décadas. Los actuales productores son hijos de otros productores que ya tenían que pagar derecho de piso por el delito de trabajar. Pasaron gobiernos panistas, priistas y de Morena y el problema no amaina. Los cobros suben, los maleantes se empoderan, tienen armamento más poderoso y las autoridades siguen simulando que los combaten.
El actual gobierno estatal de Michoacán es particularmente cínico, anda en otras cosas, como si municipios como Apatzingán, Buena Vista, Tepalcatepec y otros no fueran parte del estado que gobierna y entonces se lava las manos una y otra vez. El tema de la extorsión a productores alcanzó un punto álgido al inicio del gobierno de Enrique Peña Nieto. Las bandas de delincuentes encontraron en Michoacán un paraíso de criminales. El grupo dominante se hacía llamar Los Caballeros Templarios, un disparate colosal. El jefe, a quien le decían La Tuta, se exhibía en el zócalo de Apatzingán con una pistola en el cinto regalando dinero a la gente que, lo apunto con pena, le besaba la mano agradeciendo el billete.
Los productores, hartos de los abusos, tomaron las armas y formaron grupo de autodefensa; justo en donde, tome nota, acaban de matar a Bernardo Bravo. Aparecieron entonces nombres como Hipólito Mora y o el doctor Mireles. En una decisión fuera de cualquier lógica institucional, el gobierno de Peña decidió apoyar a esos grupos de civiles armados, en lugar de mandar a soldados y policías a ejercer la violencia legítima, que para eso están. Los Caballeros Templarios fueron derrotados. Una victoria pírrica si las hay, porque tomaron su lugar células del CJNG que así ampliaron sus operaciones. Resultó igual de mal o peor.
Mora y Mireles están muertos. A Hipólito lo mataron con todo y escoltas y auto blindado. La extorsión continúa y ahora hay por ahí según leo un grupo que se llama Los Blancos de Troya. ¿Tenemos remedio? Pasan los años y la extorsión permanece. La gente sabe quién son lo malandros y donde tienen su guarida en los cerros adyacentes, ¿por qué no van por ellos y los eliminan, por qué el Estado mexicano no quiere imponer en el Estado de Derecho en Tierra Caliente? Nadie se toma la molestia de responder. La opción no es mandar un destacamento de la Guardia Nacional, se requiere trabajo policiaco de inteligencia para detectar a lo extorsionadoras, seguirlos, detenerlos o eliminarlos y, si siguen con vida, presentarlos en un jurado.
La impunidad abre el apetito de la delincuencia. Cuando los delincuentes se salen con la suya, atacan de nuevo, disparan otra vez. Ya hay versiones de que los productores quieren formar nuevos grupos de autodefensa, o algo parecido, pero no con campesinos armados sino con grupos rudos, profesionales, incluso foráneos, mientras que las autoridades de todos los niveles miran desde lejos esperando su mochada.