
El Partido Acción Nacional ha anunciado su relanzamiento. Lo ha hecho de cuatro maneras, más allá de la maquilladita que le dieron a su logotipo. Una es la decisión de abandonar la alianza con el PRI, que tan magros resultados le dio. Otra, la vuelta al origen de hace casi un siglo, con el lema de “Patria, Familia y Libertad”. La tercera, el énfasis en la polarización, que se pudo advertir en un video que pasaron en el evento donde se (re)presentaron. La cuarta, la decisión de ser menos exigentes a la hora de agregar militantes, así como más abiertos a la hora de definir candidaturas.
El primer asunto es el más pragmático. Si el ataque propagandístico al PRIAN es constante y ha penetrado en la sociedad, un paso necesario es intentar romper esa identificación entre los dos partidos más antiguos y distinguirse. Que no se les vea como la misma cosa.
El segundo tiene más fondo, porque acomuna a Acción Nacional con distintos partidos de extrema derecha en el resto del mundo, que usan ese mismo lema, o similares, y porque implica un regreso a las fuentes tradicionales del panismo, opuestas igualmente al liberalismo y al “nacionalismo revolucionario” priista, que consideraban socializante.
No se trata de un asunto menor. En su “brega de eternidad” rumbo al poder político, el PAN fue pasando de las ideas del nacionalismo católico tradicionalista hacia posiciones más laicas, liberales y modernas, que le abrieron camino entre el electorado decepcionado del PRI. No lo hizo sin una constante lucha y discusión interna. El resultado fue que llegó a percibirse un amplio espectro de posiciones ideológicas entre los principales cuadros del partido. Ahora, la dirección del blanquiazul parece dispuesta a revertir ese proceso, y asumirse plenamente como partido de derecha.
“Patria” hace referencia, principalmente, a la preservación de instituciones, tradiciones y valores propios del país, y a priorizar la identidad con la propia nación por encima de solidaridades regionales. “Familia”, a la nuclear tradicional, de padre, madre e hijos, lejos de aceptar las nuevas formas de unión. “Libertad” se refiere principalmente a las libertades económicas, con una mínima presencia del Estado, pero también a las de expresión, asociación y otras que son características de las democracias. Falta “Dios” al principio, para completar el lema clásico de las derechas más recalcitrantes del mundo, pero el mexicano es un Estado oficialmente laico y podemos suponer que Dios está escondido detrás de este concepto de familia.
Detrás de este viraje al pasado remoto están dos concepciones que, a mi juicio, son erróneas. Una es que Morena y sus aliados representan a la izquierda, cuando está visto que se trata de una coalición variopinta y cuando está analizado que han votado por ella muchos ciudadanos que se consideran a sí mismos de derecha. La otra es que polarizar es una buena estrategia y que una derecha abierta, que no se esconde, sea capaz de concitar el apoyo de la mayoría de la población.
El propósito es claro. Identificando al gobierno de Morena como de izquierda, mover a los descontentos hacia la derecha pura y dura y, en un enfrentamiento a dos, derrotar al actual partido en el poder.
Se trata, como he dicho, de una apuesta por la polarización. El primer problema es quien apostó primero por polarizar el país fue López Obrador y ya tiene la marca registrada. El segundo, que las sociedades polarizadas funcionan peor que las que no lo están y suelen generar fenómenos dañinos para la democracia.
Para amarrar el discurso de la polarización, en el evento de refundación se presento un video de un maniqueísmo superior a los que ha realizado Morena, que ya es decir. En un país gris, violento y caótico cuya destrucción disfrutan desde las alturas un señor canoso y una mujer de cola de caballo, aparecen ciudadanos alegres y valientes que, con golpes bien asestados, hacen volar en pedazos a orcos y otras tropas de Mordor. Sale el sol, los niños juegan, los ancianos se besan y llega la utopía nacional. Los buenos han derrotado a los malos.
No se crea que el PAN relanzado iba a pensar en alguna propuesta política y social, en alguna reflexión autocrítica, en el por qué la gente le dio la espalda al Acción Nacional y se lanzó, primero, al experimento del regreso del PRI y, después, a la aventura morenista. Con las imágenes de IA basta. Es hora de sentir, no de pensar.
Finalmente, el anuncio de ampliar militancia y, sobre todo, de abrirse a candidaturas independientes, suena a un guiño para posibles personajes carismáticos. Combatir el populismo de izquierda con populismo de derecha.
Quisiera suponer que en el PAN hicieron sesudos estudios sociológicos y políticos para decidirse por esa estrategia, pero me temo que lo más probable es que hayan contratado una de esas agencias de mercadotecnia llena de jóvenes tan inexpertos como soberbios (pero buenos a la hora de cobrar), con el resultado inmediato de un producto hueco en una envoltura satinada.
El resultado mediato, si les va bien, es que el regreso al pasado sea total, y que el PAN juegue con Morena el mismo papel que jugó por décadas con el PRI, cuando el blanquiazul era “el partido de la reacción” y el tricolor dominaba todo el panorama político, con todo y satélites.
De reversa, mami.