
En la pista, Lando Norris ganó el Gran Premio con la serenidad de quien es capaz de resistir las fuerzas G que oprimen el cuerpo a más de 300 kilómetros por hora. En la Ciudad de México, esa misma destreza impulsa la verdadera Fórmula 1 social: la del sistema público de cuidados, la respuesta a la revolución pendiente con quienes sostienen la mitad del cielo según la frase atribuida a Mao Tse Tung.
La carrera no se libra sobre el asfalto, sino en hogares, escuelas, centros comunitarios y las calles donde las mujeres corren contra reloj para conciliar trabajo, familia y su propio bienestar.
En ese circuito, la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, lleva la delantera y marca el ritmo, con una larga trayectoria reconocida ayer por Bodil Valero, presidenta global de G100, y Michelle Ferrari, presidenta del WEF Iberoamérica, quienes le entregaron el Reconocimiento Mujer de la Década y el Premio al Sistema Público de Cuidados.
A Brugada la acompañaron liderazgos femeninos que contribuyen a la transformación y empoderamiento de las mujeres: las secretarias de las Mujeres, Daptnhe Cuevas; de Desarrollo Económico, Manola Zabalza; de Bienestar, Araceli Damián; Paula Santilli, CEO de PepsiCo Latin America Foods; Blanca Estela Pérez, consejera de WEF Iberoamérica; Patricia González, global chief de WEF, y María Elena Esparza Guevara, Coordinadora del Programa de Autonomía Económica y consejera de G100. La red de alianzas que sostiene un cambio estructural: pasar de un modelo de ciudad centrado en la productividad a uno que mide su desarrollo por la capacidad de cuidar.
“Tenemos que caminar y si es posible correr, mujeres”, dijo Brugada frente a las servidoras públicas y representantes de G100 y WEF, quienes también ayer conocieron, a través de una Visita Cívica, la capacidad del ecosistema del C5 para contribuir contra las violencias de género. Una frase tan o más potente que el sonido de cualquier monoplaza, porque recordó que los avances más veloces no siempre se dan en las pistas, sino en los territorios donde las mujeres corren sin aplausos por la equidad.
La Ciudad de México encabeza esa transformación con la estrategia de las tres R: reconocer, redistribuir y reducir. Reconocer el trabajo de cuidados como el cimiento invisible que sostiene la economía; redistribuir las responsabilidades entre el Estado, el mercado, las familias y comunidades; y reducir la sobrecarga que históricamente ha caído sobre las mujeres.
En este contexto, la presencia de la Presidenta Claudia Sheinbaum fue invocada como símbolo y horizonte. Brugada la mencionó como “inspiración para todas las mujeres”, por haber roto los moldes que limitaban su participación política. No solo fue la primera Jefa de Gobierno electa en la capital, ahora es la primera Presidenta de México.
El sistema público de cuidados que Brugada impulsa en la Ciudad de México se convierte, en este sentido, en la escudería más ambiciosa del siglo XXI. No busca récords de tiempo, sino vidas más plenas.
A diferencia de la Fórmula 1, donde cada piloto compite por sí mismo, la F1 del cuidado requiere un equipo que empuje en la misma dirección. El paralelismo con la pista del Autódromo no es casual. Cada política pública requiere precisión, visión periférica y una lectura exacta de la curva que viene.
El reconocimiento internacional a Brugada es el anuncio de que la CDMX construye una nueva noción de competitividad. Ya no se trata de quién llega primero, sino de quién no deja a nadie atrás.
Mientras los reflectores del Gran Premio iluminaban los cascos y banderas, en otro escenario se premia la destreza política de convertir el bienestar en política pública. Norris administró la carrera con precisión milimétrica; Brugada administra una ciudad con sensibilidad estructural.
Porque la verdadera F1, la que marcará los próximos años de la capital y quizá del país, no será la de los motores, sino la del sistema de cuidados.