Opinión

¿Libertad de los siervos o de los ciudadanos?

La Crónica Visual de la histórica marcha de la Generación Z
La Crónica Visual de la histórica marcha de la Generación Z La Crónica Visual de la histórica marcha de la Generación Z (CESAR DORADO )

Las enormes manifestaciones ciudadanas que se realizaron este fin de semana en más de cincuenta ciudades del país, y que fueron convocadas bajo la bandera de la “Generación Z” y en solidaridad con el “Movimiento del Sobrero”, expresan un profundo malestar económico-social y el desarrollo de un creciente desencanto político. Estas protestas aglutinaron a distintos sectores de la población quienes ejercieron sus derechos a la libertad de expresión y manifestación para reclamar por la prevaleciente situación general de inseguridad pública y corrupción, de impunidad extendida y de violación reiterada de nuestro marco jurídico, de hartazgo respecto a la violencia sistémica criminal en el espacio público y de insatisfacción social por la falta de diálogo con las instituciones y el gobierno. Asociado a su reclamo por la paz, las movilizaciones proyectaron un gran desencanto acumulado. Analicemos las distintas lecciones.

En primer lugar, que no fueron movilizaciones exclusivamente juveniles como muchos pensaban, sino que participaron grupos intergeneracionales y multisectoriales. La convocatoria fue ampliamente acogida por la sociedad civil que articuló de esta manera, el descontento social. Atrapada entre el crimen y el clientelismo, gente de todas las edades y perteneciente a los diferentes estratos sociales, exigió que sus voces en defensa de nuestro sistema democrático tuvieran un eco en las altas esferas del poder. Se pudo observar la presencia multitudinaria de infancias y juventudes, familias y acompañantes, así como de personas adultas mayores. Desdeñar a quienes se manifestaron pacíficamente a lo largo y ancho del país, es un signo del temor que puede producir un reagrupamiento social de tales dimensiones, y que además, se encuentra fuera del control gubernamental.

En segundo lugar, no fue una movilización ideológicamente orientada. Quienes afirman que fue una expresión de la “derecha” están fuera de todo entendimiento. Se manifestaron por igual gentes de izquierda, centro y derecha demostrando que el descontento es social y políticamente transversal. La moderna lucha ciudadana es sobre todo simbólica y no ideológica, es una proyección de la política que se configura alejada de ilusiones y utopías. Los propagandistas del gobierno descalifican por igual tanto a quienes salieron a exigir justicia y libertad, como a quienes aprovechando esa multitudinaria convergencia social se enfrentaron con la policía. Llamó la atención la violenta represión contra los manifestantes. A diferencia de otras épocas la manipulación mediática ya no funciona. Informaciones, testimonios y videos subidos por los ciudadanos a sus redes sociales sirvieron de antídoto contra la máquina publicitaria oficial.

En tercer lugar, el malestar social es la expresión de una carencia democrática de nuestro sistema político que paulatinamente ha abandonado el diálogo y la tolerancia. Todo esto frente a la ausencia de una oposición política digna de ese nombre. Fue relevante observar que entre los manifestantes no aparecieron banderas o símbolos políticos de algún partido político. Los integrantes de la vieja clase política que asistieron no fueron bien recibidos. Frente al declive opositor la sociedad civil ha tomado la iniciativa política. Sin embargo, el movimiento muestra espontaneidad e improvisación. No expresa densidad política suficiente, carece de organicidad y articulación mínima, así como tampoco posee algo parecido a un programa de acción.

México es un país libre, lo que quiere decir que ni el Estado ni otros individuos pueden impedirnos actuar como mejor consideramos. Todos pueden escoger como expresar sus opiniones, asociarse, votar o ser votados, y criticar a los gobernantes. Sin embargo, pocos en realidad pueden realizar los objetivos que desean perseguir. Es lícito hablar de violaciones a la libertad cuando los derechos civiles y políticos fundamentales son sofocados por la fuerza. La libertad de los ciudadanos o es republicana, o es otra cosa. Aunque el poder arbitrario se afirma con métodos legítimos, su sola existencia convierte a los ciudadanos en súbditos.

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