
La mínima revuelta del sábado anterior --el grito de noviembre--, tiene una percepción inadmisible por el gobierno y su doblez fingido. Ambas circunstancias tienen como ejes el misterio y el defecto. Un eje discursivo dice no se, aunque sepa; el otro, debería saber, aunque pretenda desconocer.
Lo defectuoso de la primera de esas conductas es pregonar la ignorancia oficial sobre la identidad de los anarquistas del “Bloque Negro” (anarquía es la ausencia de gobierno).
Y no sólo estar “in al bis” de quiénes son los violentos, sino quién los financia, organiza, tolera y utiliza cuando cualquier expresión antagónica al neo sistema sale a las calles. Como si fueran alienígenas de temporal.
Sólo como un punto de reflexión y contraste: en las enormes manifestaciones organizadas por el fundador de Morena (el desafuero y el plantón electoral de Reforma), no hubo un sólo encapuchado.
Esos se presentan cada 2 de octubre, como reivindicación vandálica contra el Estado represor (desparecido tiempo ha, dicen) o cuando las mujeres incómodas exigen sus derechos u otros grupos sociales manifiestan su desacuerdo. Palo.
Ese es el misterio fomentado por el gobierno a través de su fingida ignorancia.
Desatender la acción y del desmantelamiento definitivo de este bloque oscuro lleva fácilmente a pensar en una forma clara de protegerlo con todo y sus integrantes una variable contemporánea de los “Halcones” de 1971.
Resulta imposible durante tantos años --con todos los recursos de espionaje, inteligencia, cámaras ubicuas y agentes uniformados o disimulados por todos lados-- creer en un origen misterioso. Y más en la ignorancia oficial.
El régimen es capaz de averiguar en 24 horas cómo reclutan los cárteles a jóvenes sicarios halcones o “burros” en Michoacán o Jalisco, y no ha podido --en una treintena de años de gobierno--, decirnos quiénes usufructúan el vandalismo.
¿Su programa de jóvenes constructores del futuro es tan insuficiente como para no incluir a los provocadores como a otros ninis? A otro perro con esos porros.
Pero si ese misterio fuera en realidad producto del genuino desconocimiento de este fenómeno social, el propio régimen, confiesa entonces --y de ahí viene lo inaceptable de sus explicaciones o la ausencia de ellas-- la incompetencia de sus órganos de inteligencia de la policía, la Marina, la Defensa y el nuevo CISEN. ¿Ni para eso sirven o nada más para espiar periodistas?
La Casa Presidencial nos dice a cada rato hasta dónde, con quién y cómo caminan sus opositores políticos. Se saben de memoria a Claudio X y a los demás, y denuncian hasta cuánto se gastan los rejegos en “bots” y alimento de las redes sociales. Conocen vida y milagros de quienes marchan a Estados Unidos y hablan con funcionarios o políticos allende el Bravo y hasta el horario del sanitario, pero no saben quién le prende fuego a un policía o medio mata a patadas y martillazos a otro a la luz del día.
Son dos las estrategias para rechazar la oposición pacífica y una de ellas es simple: volverla violenta desde dentro para restarle legitimidad, como vimos el sábado pasado.
No me imagino a la abuela de Manzo, el asesinado alcalde Uruapan, una afligida señora en silla de ruedas, removiendo el valladar del Zócalo a marrazos, con sierras y encapuchada con un cóctel Molotov.
Ya de Molotov tiene CSP con las nuevas canciones a ella dedicadas . No las repetiré.
El segundo movimiento en el tablero consiste en desacreditar los orígenes y (otra vez), sugerir los patrocinios ahora fantasmalmente llamados Bots. En eso se parecen mucho a la fraseología priista de l968:
“… se encontró con que agitadores profesionales alborotaban e incitaban a la violencia en el mitin (…) un movimiento subversivo que (…) tiende a crear un ambiente de hostilidad para nuestro gobierno y nuestro país en víspera de los juegos de la XIX Olimpiada…(general Luis Cueto, jefe de la policía del DF)”.
Y ahora nuestro tercio de Mundial. Segundo piso; segunda muralla.