
En días recientes, quizá por la cercanía del campeonato mundial de la FIFA o la tensa y emocionante final del campeonato de la liga MX (cuyos mejores momentos han sido bajo la presidencia de Mikel Arreola, es justo decirlo) todos, por inevitable consecuencia escuchamos a veces con riesgo auditivo, el trabajo de los comentaristas de Radio y TV. Algunos con talento, otros con aciertos y errores entre pifias, babosadas y solemnes momentos de idiotez.
¿Dónde están los derechos de las audiencias?
Un ejemplo de estulticia lo ofreció hace unos días el converso Fast-el-son, quien, con clarividencia y conocimiento profundo de la naturaleza del deporte, dijo a media transmisión: lo notable es que los dos equipos quieren ganar y están dispuestos a llegar hasta el final. ¡Ándale! Este genio descubrió la piedra filosofal, pero obviamente no es para causar extrañeza.
Mr Fast-el-son no sólo derrama el tepache cuando habla (hasta JRF le retiró la plaza de patiño y lo desterró a otra empresa); es capaz de superarse cuando intenta redactar. No puedo decir cuando escribe, porque la gramática y sus rigores le son ajenos. Llegó muy tarde al alfabeto.
Recuerdo hace unos meses, cuando en la ciudad había un debate por la prohibición de las corridas de toros, Fast-el-son injurió sin necesidad ni razón (si las hubiera) a muchísimas personas a quienes ni siquiera conoce.
Con el poder de su ignorancia y la impunidad que el periódico le otorga, sin base alguna diagnosticó: todos los aficionados a los toros son unos imbéciles.
Y todos lo mandamos al rancho de Palenque. También yo.
Ahora, he visto una columna chillona convertida en el muro de sus lamentos. Fast-el-son, se queja del rapapolvos del “Turco” Mohamed, harto de sus ataques. Tras un antecedente prolijo e innecesario ahora, el espantado escribió:
--“Me respondió (El turco):
--“Solo le doy la entrevista a Televisa si te manda a ti a la mierda...“.
“Empezó, enseguida, una discusión acalorada ante la presencia de directivos del Toluca. Le dije a Mohamed insistentemente:
--“Aquí no, aquí hay muchos medios. Busquemos otro lugar”. Nada lo contenía. Luego, como nunca, me vio a los ojos (¡Ay!, que miedo) con una sensación de odio profundo -esa es mi impresión, claro- y me dijo:
--“Cuidado que te pego un cabezazo”.
--“Yo le respondí:
--“Tranquilo, ‘Turco’, por favor, oye, yo he estado contigo en tu casa”. Su respuesta fue tajante:
“También ha entrado mucha mierda a mi casa...”.
Quizá Mohamed tenga razón en tan coprológica visita domiciliaria. No lo podría confirmar.
Pero la actitud del copro-aludido se parece a la de las desgreñadas del pleito verdulero en la Cámara de Diputados.
Muy entronas cuando se tiraban las pelambres y muy educaditas cuando las exhibieron en el aquelarre y de paso les llamaron la atención desde la tribuna mañanera --en especial a las alevosas morenas-- lo cual resulta verdaderamente injusto: ellas nada más rendían homenaje al feminismo deportivo: todas querían ser Lady Apache, la gloriosa luchadora de años cercanos.
O quizá se inspiraron, pugnaces, en la fotografía de la señora presidenta (con A), quien con la guardia alta y los puños enguantados posó con la señorita Diana “La Bonita” Fernández, campeona mundial en la categoría supermosca del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), consejo este –por cierto— cuyo presidente (MS) le abrió las puertas del Vaticano cuando Xóchitl Gálvez le había ganado la foto con el difunto Papa Francisco.
Pero haya sido por imitar en el pancracio a Irma González (La novia del Santo) o por cualquier otra razón, el recinto de Donceles se parecía al embudo de Perú 77, tan cercano al Congreso.
Y de Fast-el-son, ni seguir. Cuando le paran el alto, como Cuauhtémoc Blanco, quien le metió un zape en la nuca y lo vio correr, juega al condescendiente, como ahora como “punching bag” en algunas transmisiones de fútbol. Zacatito p´al conejito.
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