
En política hay temas que no admiten maquillaje, y la seguridad es uno de ellos. O baja el delito o no baja. Por eso los datos presentados por la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, en el informe de seguridad de noviembre, no son menores: una reducción del 58 por ciento en los delitos de alto impacto respecto a 2019, el noviembre con menos delitos desde 2015 y el menor número de homicidios dolosos desde 2012. Los números hablan, y hablan fuerte.
No se trata de una cifra aislada ni de un buen mes. Detrás hay método, inversión y constancia. Una estrategia que combina policía de proximidad, patrullaje territorial y una red de videovigilancia que ya supera el 91 por ciento de avance con más de 111 mil dispositivos instalados en la ciudad. A eso se suma algo clave: detenciones que no se quedan en la nota roja, sino que avanzan en judicializaciones y sentencias. Cuando el delito baja y los responsables enfrentan la justicia, el mensaje es claro.
Desde la lectura política, el dato no es menor. La seguridad suele ser el talón de Aquiles de cualquier gobierno y, hoy por hoy, se ha convertido en uno de los principales activos de Clara Brugada. Controlar el tema más sensible de la agenda pública ordena el debate, fortalece la gestión y acota la crítica fácil. No elimina los problemas, pero sí coloca la discusión en otro nivel.
En esta columna no se aplauden gobiernos ni se reparten certificados de excelencia. Se analizan hechos. Y los hechos obligan a reconocer cuando hay avances. Reconocerlos no es propaganda ni complacencia; es honestidad periodística. La exigencia, por supuesto, no desaparece: sostener estos números, convertirlos en normalidad y lograr que la percepción ciudadana camine al mismo ritmo que la estadística será el verdadero reto.
Porque en seguridad no se trata de presumir cifras ni de colgar medallas anticipadas. Se trata de sostener el control, no aflojar la estrategia y no confundir un buen momento con una victoria definitiva. El delito retrocede cuando el Estado no titubea, y vuelve cuando la autoridad se relaja. Hoy los números respaldan al gobierno de la ciudad; mañana, como siempre, volverán a exigirle resultados. Y todo indica que, con lo que se ha demostrado hasta ahora, la ruta se mantendrá. Ojalá sea así, por el bien de quienes vivimos, trabajamos y visitamos esta Ciudad de México.
Por cierto:
1. MEMORIA. En San Ángel no solo se conserva la postal turística, sino una parte viva de la historia de la Ciudad de México. La parroquia de San Jacinto Tenanitla resguarda un archivo novohispano con documentos que datan desde 1619 y que permiten reconstruir la vida eclesiástica y comunitaria de buena parte del sur poniente de la capital. El acervo, recientemente catalogado por especialistas y con el acompañamiento de la alcaldía Álvaro Obregón, encabezada por Javier López Casarín, fue presentado en el Centro Cultural San Ángel, confirmando que la memoria histórica también se protege desde lo local.
Vivo la noticia, para contarle la historia
@juanmapregunta