Opinión

La todavía primera potencia mundial cuenta con los recursos materiales (económicos y militares) para infligir serios daños a quien se lo proponga

Simplismo peligroso

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Adulación El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, causó bochorno internacional al concederle a Trump el primer premio a la paz del organismo del futbol mundial (EFE)

En un espacio de veintinueve páginas, los planteamientos sobre dominio económico y fortaleza militar se repiten incesantemente para justificar una estrategia de seguridad nacional que pretendidamente restaurará el poderío estadounidense, traerá paz y estabilidad en el mundo.

Más de un analista serio en las últimas semanas, desde su presentación en noviembre, se ha referido a los delirantes objetivos contenidos en este documento, pero no deja de llamar su estructura básica y fundamentación simplista. Cosa de leer las primeras páginas sobre qué es una estrategia y su relevancia para un país, lo cual difícilmente sería aprobado en ninguna escuela de ciencias políticas. Una estrategia, dice el documento, “es un plan concreto y realista que explica la conexión esencial entre medios y fines... debe evaluar, ordenar y priorizar.” El documento podría parecer ridículo sino preocupara por cuanto refleja la mentalidad de quienes la diseñaron y sus intenciones. No sólo refleja las falsas presunciones que habitan en esas mentes, como en el caso de la migración y las drogas ilícitas por citar un par de ejemplos, sino que todo es reducido a la intimidación y la coerción para el logro de objetivos.

Más allá de que esas vías cuestionablemente arrojarán los resultados esperados, la todavía primera potencia mundial cuenta con los recursos materiales (económicos y militares) para infligir serios daños a quien se lo proponga. Tal vez por ello diversos países (Japón, Corea del Sur, Pakistán, Qatar, Arabia Saudita e Israel, entre varios otros) y organizaciones internacionales (como la OTAN o la FIFA) han ensayado la complacencia y la adulación para satisfacer al presidente que encabeza estos esfuerzos y que promete hacer efectivo el poder de su país. Ello va desde el apoyo a candidaturas a premios de la paz y regalos especiales, que incluyen aeronaves, coronas, etc. como promesas de inversión para contribuir a la sugerida reindustrialización norteamericana. El propio documento de estrategia es pleno en zalamerías al líder.

En columnas anteriores, nos hemos referido a la renovación de la doctrina Monroe en la estrategia de seguridad nacional, a través de un nuevo corolario cuyas novedades no son precisamente “haremos lo que nos venga en gana” en el hemisferio occidental, sino la utilización con fines políticos del narcotráfico y el terrorismo para justificar este nuevo injerencismo; desde luego, viendo la paja en el ojo ajeno, con una temeraria utilización de recursos militares, lo cual implicará más supuesta lucha por la democracia como en el caso de Venezuela y el apoyo a luchadores y libertarios a modo como en El Salvador, Argentina, Honduras, Ecuador y Perú, y los países latinoamericanos que puedan ir sumándose a esta falacia. Recientemente un connotado intelectual mexicano sugirió que Brasil y México poco a poco se quedan solos.

En su propia justificación, la estrategia señala que la política exterior tiene el propósito de proteger los intereses nacionales fundamentales, por lo que no todos los países y regiones son relevantes. Por ello, además del hemisferio occidental, las otras prioridades se refieren a Asia, con claro foco en China, identificado como una especie de rival desleal, a fin de ganar el futuro económico y prevenir la confrontación militar; promover la grandeza europea ante su creciente deterioro civilizacional debido a ciertas actividades de la Unión Europea, requiriendo particular atención y esfuerzos estadounidenses su relación con Rusia y el conflicto con Ucrania para restablecer condiciones de estabilidad estratégica a lo largo del territorio euroasiático; el Oriente Medio para cambiar las condiciones y construir la paz, con especial atención en Irán, como la mayor fuerza de desestabilización regional, el conflicto palestino-israelí y la cuestión siria, buscando garantizar el suministro energético de los países del Golfo y la navegación libre en el Mar Rojo y el estrecho de Ormuz, así como que Israel se mantenga seguro; África para establecer alianzas con países seleccionados, disminuir los conflictos e impulsar el comercio y la transición de un paradigma de asistencia a uno de inversión y crecimiento, capaz de aprovechar los abundantes recursos naturales y el potencial de esa región.

A reserva de regresar al tema, cabe adelantar que algunas de las críticas más agudas a la estrategia de seguridad nacional han subrayado el debilitamiento de las alianzas, el alejamiento del compromiso global del país y la adopción de una retórica nacionalista retrógrada con afectaciones dentro y fuera del país, en una coyuntura de preocupante beligerancia en el sistema internacional como lo han venido demostrando los conflictos entre Rusia y Ucrania y de Israel y Palestina, entre otros de menos envergadura por el momento.

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