
La demencia es un problema de salud pública. Es uno de los padecimientos que han aumentado con la extensión de la esperanza de vida. El manejo de los pacientes con demencia es complicado y costoso. Se calcula que para el año 2050 habrá en el mundo 153 millones de personas con demencia. Aunque se tiene evidencia de que factores genéticos, metabólicos, vasculares y del medio ambiente inciden en el desarrollo de la demencia, el mecanismo y las causas aún no se entienden, lo que limita la propuesta de intervenciones que puedan reducir su prevalencia.
En un editorial del 2023 en este diario (19/06/23) comenté un estudio que sugería que vacunarse contra el herpes zóster puede reducir el riesgo de desarrollar demencia. Traigo de nuevo este asunto porque leí un artículo publicado en Nature Medicine en diciembre con un estudio impresionante al respecto (doi.org/10.1038/s41591-025-03972-5), que muestra claramente una asociación entre el virus de la varicela y el desarrollo de demencia.
Después de tener varicela, el virus no se elimina del organismo. Se queda latente en las raíces nerviosas y se puede reactivar cuando las defensas del organismo disminuyen, ya sea por la edad o por alguna enfermedad o tratamiento que comprometa el sistema inmune. Por eso se recomienda la vacuna después de los 60 años. Solo que, al reactivarse el virus, no vuelve a producir varicela, sino el cuadro de herpes zóster, que consiste en lesiones tipo vesículas en la piel a lo largo del trayecto de un nervio y suele ser sumamente doloroso.
En el estudio que comento se analizaron los registros médicos electrónicos de más de 100 millones de personas mayores de 50 años en Estados Unidos y se obtuvieron datos contundentes que evidencian una asociación entre el virus y el riesgo de demencia.
1. Los individuos que tuvieron dos o más reactivaciones (cuadros de herpes zóster), en comparación con quienes solo tuvieron una, mostraron un 7-9 % mayor riesgo de demencia. Esto se mantuvo aun después de ajustar por 400 variables, incluidas demográficas, comorbilidades, estilos de vida, etc.
2. El haber sido vacunado contra la aparición de Zóster se asoció con una reducción de alrededor de 30 % en el riesgo de demencia. En este caso se tomó como grupo de control a quienes fueron vacunados contra el neumococo.
3. De las vacunas contra zóster, existe la Zostavax, de la cual se aplica una sola dosis, y la Shingrix, que se aplica en dos dosis, con tres a seis meses de diferencia. El estudio reveló que recibir dos dosis de Shingrix se asoció con menor riesgo de demencia que el de quienes solo recibieron una dosis, ya fuera de Shingrix o de Zostavax. El estudio es muy extenso y muestra otras asociaciones adicionales entre la protección contra el desarrollo de zóster y el riesgo de demencia.
Este trabajo evidencia desde varias aristas una asociación tan consistente entre la reactivación del virus de varicela y el riesgo de demencia que vale la pena considerarla real, para intensificar la investigación para entender la razón de dicha asociación. ¿Será que el virus de la varicela al reactivarse afecta otras porciones del cerebro que llevan a demencia o será que el virus reactivado tiene un efecto potenciador de los mecanismos intracerebrales que llevan a demencia?
La respuesta a estas interrogantes en el futuro podría abrir nuevas avenidas para entender el proceso de demencia y quizá formular nuevas opciones preventivas o terapéuticas.
Dr. Gerardo Gamba
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e
Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM