
Corazón para palpitar con la nación mayoritaria y ser sensible ante aquello con legitimidad de la nación minoritaria; músculo para la operativa firmeza ante decisiones difíciles y cerebro para priorizar efectivamente ante los múltiples dilemas de la gobernabilidad cotidiana, es una combinación infrecuente en la política contemporánea.
Al cierre del año, esa tríada es visible en la Presidenta Claudia Sheinbaum y en la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada. Ambas tienen grados de aceptación cercanos al 70 por ciento, lo cual ni puede ni debe impedir la previsión de riesgos o desajustes dentro del Obradorismo ante la evidencia de un quehacer concentrado dentro y alrededor del movimiento político continuador del cambio de régimen iniciado en 2018.
El corazón no simboliza sentimentalismo. Es cordial capacidad de escucha y lectura social del poder y de su interacción con la base social sustentante. Sheinbaum ha insistido en una forma de gobernar convertidora de la cercanía en método, en una agenda donde el diálogo no sustituye a la decisión. La orienta. Brugada, desde la capital, ha profundizado una política territorial unitaria sin ser ingenua como una construcción cotidiana, casa por casa. Debe enfrentarse el próximo año a decisiones para establecer nuevos énfasis en la nueva correlación de fuerzas dentro y fuera de la CDMX en respaldo de Sheinbaum, al ser la segunda figura más relevante dentro del movimiento cuya real hegemonía es señalada como sueño e ilusión por quienes padecen la pesadilla de su distanciamiento de la relevancia política nacional.
El músculo aparece no solamente en la operación de la seguridad o la apertura y cerrazón ante presiones internas y externas, sino al sostener políticas sociales amplias en un entorno de presión fiscal.
Cerebral, la coordinación entre niveles de gobierno, la lectura de los ciclos sociales y la apuesta por políticas con impacto estructural revelan una racionalidad en un entorno saturado de estímulos y crisis inmediatas. Las expectativas positivas hacia 2026 surgen de la interpretación respecto a un proyecto consistente, reconocible y en consolidación. El cerebro y la serenidad para equilibrar ante las presiones fundamentalmente internas de los actores secundarios y terciarios dentro del Obradorismo en el prólogo del año electoral 2027, antes, durante y después del Mundial 2026.
Lo social, el desafío y la unidad remite, de manera aparentemente inconexa a una película que adquiere un peso simbólico distinto tras la muerte de Brigitte Bardot, a los 91 años, anunciada este domingo.
En La Verdad (Henri-Georges Clouzot, 1960), lo social se expresa a través de un juicio que trasciende lo penal para convertirse en un examen punitivo de la moral burguesa francesa. El desafío se encarna en Dominique Marceau (interpretada por BB, como fue conocida la actriz), quien se niega a someterse a las normas tradicionales. La unidad, en esa historia, no surge de la ley fría, sino del contraste entre la interpretación jurídica de los hechos y una incómoda verdad emocional.
Años después, a mediados de los setenta, el compromiso radical de Bardot con la defensa de los animales confirmó la ética longevidad de su rebeldía. Renunció al confort del aplauso y a la centralidad cultural para abrazar causas incómodas, persistentes y, en su momento, incomprendidas.
El México la unidad social es una tarea diaria. El verdadero riesgo no es el conflicto sino la indiferencia. El cierre de 2025 deja avances claros en seguridad, crecimiento, educación y salud. Gobernar exige cerebro, músculo y corazón para no perder de vista con y para quién se gobierna.