
Las recientes sanciones de Brasil y Colombia además de la condena al régimen de Nicolás Maduro por parte de los países del Mercosur donde participan Argentina, Chile, Paraguay, Perú y Panamá, vuelven a cobrar fuerza para exigir a la dictadura venezolana, que respete la voluntad de las mayorías expresadas en las elecciones de julio del año pasado donde la oposición encabezada por Edmundo González Urrutia y María Corina Machado obtuvieron un triunfo contundente.
Los datos publicados en las actas firmadas por los ciudadanos participantes en el proceso electoral y que fueron subidas a internet para que todo mundo las viera, dan cuenta del triunfo con un 67% de los votos, a favor, contra el 30% obtenidos por Maduro. Nade dio crédito a las elecciones fraudulentas organizadas por el CNE, órgano electoral del gobierno de Maduro, que arrojaron según el oficialismo un resultado mayor al 68% que nunca fue demostrado por las actas correspondientes a pesar de la solicitud de varios países de la comunidad internacional, incluyendo a la ONU, para que el régimen venezolano las diera a conocer.
De acuerdo a lo que nos enseña la historia, no ha habido un dictador que acepte una derrota en elecciones que se permiten sólo para dar apariencia de democracia. Hoy en día el régimen de Maduro, a nivel mundial, es uno de los más desprestigiados y con menor reconocimiento oficial, su sistema antidemocrático se sostiene a base de fuerza, represión y dádivas a los seguidores que siempre son ciudadanos de la más baja escala social que nunca tuvieron una vida aceptable y desahogada en el país. La dictadura con su política represiva que suma ya más de 1000 presos políticos, ha provocado que emigren de Venezuela 9 millones de venezolanos.
A pesar del asedio que Trump lleva a cabo con el formidable despliegue de fuerza militar sin precedente en el Caribe y junto a las costas venezolanas, la opinión de expertos coincide en que el habitante de la Casa Blanca no debe subestimar a Maduro y tampoco sobre estimarse como acostumbra el presidente norteamericano. Maduro no se va a ir con la sola presión militar estadounidense, lo hará sólo como consecuencia de una estrategia más contundente. Se tendría que planear un cuidadoso asalto de agentes encubiertos para detener y sacar a Maduro de Miraflores y a sus principales colaboradores, esto apoyado desde fuera con las armas y logística necesaria.
Si bien el ejército venezolano nada tendría que hacer frente al norteamericano, está bastante bien armado con equipo bélico, comparado a otros países del hemisferio ya que ha adquirido a un costo multimillonario un arsenal de armas y equipo defensivo a Rusia y a China, países que han hecho grandes negocios con Maduro, valiéndose de la necesidad que tiene de armarse. La realidad es que no lo han ayudado, se han beneficiado de él. El petróleo siempre estará en la ecuación donde se discuta sobre Venezuela, esto la saben los rusos, chinos y también los norteamericanos. Así que detrás de la acción de Trump el llamado oro negro y las tierras raras de Venezuela, seguramente le vuelan la cabeza.
La ayuda a grupos terroristas y el apoyo a Hezbolá por parte de Venezuela lo tienen bien documentado las áreas de inteligencia norteamericanas de ahí que los EU hayan declarado al régimen de Maduro como cabeza del grupo terrorista de Los Soles.
El nobel de la Paz, recientemente concedido a María Corina ha servido para hacer conciencia de la necesidad del cambio en Venezuela por el ejemplo extraordinario de esta mujer que moviéndose en la clandestinidad ha organizado a los millones de seguidores para resistir y denunciar los excesos y crímenes de Maduro. Algunos países europeos que han sido tibios y hasta omisos de lo que ocurre en Venezuela, están cambiando su visión a raíz de este reconocimiento a la gran luchadora social que con la presión moral que ha ejercido ante ese régimen autoritario, está despertando la conciencia internacional para oponerse a todo tipo de dictaduras.
La suerte de este país que antes de la llegada del Chavismo era uno de los más prósperos de América, tendrá que cambiar y si realmente Trump termina su tarea de echar a Maduro, estaría ante la oportunidad histórica de democratizar a América Latina, el ejemplo lo podrían seguir en Nicaragua y Cuba.
@fer_martinezg