Opinión

12 deseos para México

Uvas en copas de cristal
Uvas en copas de cristal Uvas en copas de cristal (La Crónica de Hoy)

Como cada fin de año, cuando el reloj se acerca a la medianoche y las uvas esperan su turno, en México no solo se piden deseos personales. Se piden cosas básicas. Seguridad para salir y volver a casa, trabajo que alcance, calles en paz, autoridades que escuchen y un país que no canse. Son las uvas de millones de mexicanos que, entre brindis y abrazos, desean simplemente que el siguiente año sea un poco mejor que el anterior.

Desde ese lugar -el de un ciudadano más- surgen estas doce uvas para 2026. Doce deseos que no nacen del optimismo ingenuo, sino de la experiencia diaria, de la calle, de las noticias y de una realidad que no siempre es fácil, pero que seguimos empeñados en cambiar.

Primera uva: que ejercer el periodismo en México deje de ser una actividad de alto riesgo. Que informar no implique escoltas, miedo ni silencio forzado. Que las cifras de periodistas asesinados y agredidos dejen de crecer y que, por fin, haya justicia para quienes ya no están.

Segunda uva: un país donde la libertad de expresión no se tenga que defender. Que nadie use el poder para intimidar, censurar o castigar preguntas incómodas.

Tercera uva: congresos que debatan en serio. Menos gritos, menos golpes, menos espectáculos para redes sociales, y más ideas, argumentos y soluciones pensadas en el ciudadano, no en la tribuna ni en la próxima elección.

Cuarta uva: una oposición sólida, responsable y preparada. Que sea contrapeso real, que incomode con propuestas y no con ocurrencias, que critique con datos y no con descalificaciones vacías.

Quinta uva: un gobierno federal que sepa conducir al país con cabeza fría. Que la presidenta Claudia Sheinbaum mantenga firmeza, inteligencia y visión en un escenario internacional complejo, particularmente en la relación con Estados Unidos, el T-MEC y los retos económicos que se avecinan.

Sexta uva: que la seguridad deje de ser una promesa y se convierta en una realidad cotidiana. Que las familias vuelvan a sentirse tranquilas en las calles y que el Estado recupere territorios que hoy parecen perdidos.

Séptima uva: una Ciudad de México que siga avanzando. Que Clara Brugada mantenga el pulso firme para gobernar una capital viva, exigente y compleja, capaz de enfrentar crisis sin perder el rumbo social.

Octava uva: políticas públicas que se midan por resultados y no por slogans. Que los programas funcionen, se evalúen y se corrijan cuando sea necesario.

Novena uva: más transparencia. Que la información pública sea realmente pública, accesible y clara, sin laberintos ni pretextos.

Décima uva: que el poder vuelva a entender que gobernar es escuchar. Escuchar al que piensa distinto, al que reclama, al que exige resultados. Que las decisiones públicas se tomen con sensibilidad social, con datos y con autocrítica, y no desde la soberbia ni el cálculo político.

Onceava uva: que la polarización deje de ser rentable. Que el enojo no sea estrategia y el insulto no sea argumento. Que el diálogo regrese al centro de la conversación pública y que disentir no sea sinónimo de traición, sino la base de una democracia viva.

Doceava uva: y que no normalicemos lo inaceptable. Ni la violencia, ni la corrupción, ni la mentira. Que 2026 sea el año en que volvamos a exigir lo básico, lo urgente y lo indispensable: vivir en paz, con verdad y con dignidad.

Doce uvas, doce deseos. No de un periodista, sino de un mexicano más. Porque al final, informar, exigir y no soltar la esperanza también es una forma de brindar por el país que queremos.

Vivo la noticia, para contarle la historia

@juanmapregunta

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