Opinión

Lo bueno de tomar café

En un editorial que publiqué en este espacio en octubre de 2012, comenté un estudio que fue publicado entonces en el New England Journal of Medicine que mostraba evidencia de que el consumo de café se asocia con disminución en el riesgo de muerte (NEJM 366:1891,2012). Me permito ahora escribir de nuevo al respecto, dado que fue publicado un estudio que ha sido muy comentado en las redes sociales que confirma esta apreciación y agrega datos interesantes al respecto.

La semana pasada apareció en línea en la revista European Journal of Preventive Cardiology, un artículo que muestra los resultados de un análisis realizado con la base de datos de UK Biobank para conocer si el consumo de café y, qué tipo de café, se asocia con cambio en el riesgo de arritmias cardíacas, de enfermedad cardiovascular y de mortalidad cardiovascular o en general (doi.org/10.1093/eurjpc/zwac189). Este tipo de estudios solo se pueden hacer en países en los que de verdad les importa la salud e invierten en generar bases de datos que permitan contestar preguntas complejas, de las que los resultados sirven para tomar medidas preventivas.

Se trata de una base de datos construida con fines de investigación en la que entre el 1 de enero de 2006 y el 31 de diciembre de 2010 se reclutaron participantes de la Gran Bretaña que tuvieran entre 40 y 69 años. Los interesados contestaron un cuestionario extenso sobre hábitos y estilo de vida y fueron revisados clínicamente para obtener datos del examen físico. A partir de su ingreso se han seguido a lo largo del tiempo. De una base de datos con 502,521 sujetos, se excluyeron para este análisis a quienes no revelaron su origen étnico, la frecuencia y tipo de café o té consumido, el índice de masa corporal y si tenían en el momento del ingreso ya enfermedad cardiovascular evidente. Los participantes fueron interrogados al ingreso a la base de datos sobre cuantas tasas de café consumían al día y el tipo de café. Las opciones eran: instantáneo, molido o descafeinado. Solo podían escoger una, que fuera el tipo de consumo más frecuente. Con base a esto, los sujetos estudiados se dividieron por consumo en 0, <1, 1, 2-3, 4-5 y >5 tasas por día. Las variables primarias de seguimiento para el estudio fueron la incidencia de arritmias cardíacas, la mortalidad por razones cardiovasculares o la mortalidad por cualquier causa. La mortalidad por razón cardiovascular se determinó cuando ocurrió por enfermedad coronaria, insuficiencia cardíaca o infarto cerebral.

La cohorte estudiada fue de 449,563 participantes, con edad promedio de 58 años al ingreso al estudio y con un seguimiento medio de 12.5 años. No tomaban café 100,510 que sirvieron de controles. En 30,100 (6.7 %) de la cohorte total se diagnosticó una arritmia. El análisis reveló que consumir de 2 a 3 tasas de café al día, confirió protección para el desarrollo de esta complicación. La enfermedad cardiovascular se diagnosticó en 34,677 individuos (7.7%). El consumo habitual de café, hasta por cinco tasas al día, se asoció con un efecto protector para enfermedad cardiovascular. El menor riesgo se observó nuevamente en quienes consumían 2 a 3 tasas al día. Así mismo, el consumo de café se asoció con cierta protección contra la muerte. Al momento del análisis, 27,809 (6.2 %) de los individuos enrolados en el estudio han muerto. Nuevamente, se observó una reducción en el riesgo de muerte en los consumidores de café, hasta por cinco tasas al día, con el mejor efecto observado al consumir 2 a 3 tasas diarias. En todos los ejemplos mencionados, los riesgos relativos observados en los consumidores de 2 a 3 tasas andan entre 0.83 y 0.89.

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En cuanto al tipo de café, 198,062 (44.1 %) consumían instantáneo, 82,575 (18.4 %) molido y 68,416 (15.2 %) descafeinado y cualquiera de estos se asoció con protección contra enfermedad y muerte cardiovascular.

El estudio comentado entonces muestra que consumir café es bueno para la salud. El café reduce el riesgo de muerte cardiovascular y en general, no importa si es molido, instantáneo o descafeinado, aunque el efecto protector de este último fue menor. Lo observado ha sido reportado en otros estudios, por lo que podemos empezar a pensar que esta asociación protectora es real.

Varias posibilidades pueden explicar los hallazgos. La cafeína puede ser responsable al menos en parte, ya que el efecto protector fue mejor en presencia de cafeína. Si bien la cafeína tiene varios efectos agudos que podrían pensarse como deletéreos para la función cardiovascular (taquicardia, aumento de la presión arterial), en forma crónica no los muestra y además se genera tolerancia, por lo que el consumo crónico puede hacer que prevalezcan efectos conocidos de la cafeína como inducir la producción de óxido nítrico y servir como agente antioxidante, situaciones que se sabe son protectoras cardiovasculares. Por otro lado, el café tiene muchos más componentes, que incluyen polifenoles que también podrían ser los responsables del efecto benéfico.

Si bien el reporte del consumo de café se hizo al inicio del estudio y esto no se volvió a checar durante el seguimiento, estudios previos han mostrado que este tipo de hábitos cambian muy poco a lo largo de la vida, por lo que quien reporta no consumir café o consumir cierto número de tasas al día y de cierto tipo de café, lo seguirá haciendo a lo largo de la vida. En mi caso, al menos puedo constatar que eso es cierto. Tanto mi esposa como yo hemos mantenido similar nuestro consumo de café en los últimos 40 años.

Finalmente, aunque menos probable, el efecto benéfico podría no ser por el consumo del café, sino porque haya algo genético o en otros hábitos que tengamos los consumidores de café, pero no en quienes no lo consumen, y que sea eso lo que esté ocasionando el efecto protector.

Por lo pronto, la evidencia acumulada sugiere fuertemente que el consumo diario de café es benéfico para la función cardiovascular y para prevenir las enfermedades y la muerte por razones cardiovasculares. Excelente noticia para un porcentaje alto de la población que consume café y supongo también, para los involucrados en la cadena de producción y venta de café.

Una taza de café

Una taza de café

Dr. Gerardo Gamba

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e

Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM