Opinión
Crónica del Marajá de Pocajú desde París
David Gutiérrez Fuentes

Crónica del Marajá de Pocajú desde París

El extraño caso del maestro Carlos Pérez Bucio y El Marajá de Pocajú

Con toda probabilidad los estudiosos del periodismo así como muchos colegas memoriosos, podrían indagar quiénes fueron los primeros columnistas que albergaron en sus espacios a otros periodistas o colegas del mundo literario o artístico. Mi referencia más inmediata es José Luis Cuevas quien tenía una sucursal temporal en sus Cuevarios publicados en “El Búho”, Excélsior, llamada “Huéspedes del Cuevario”.

Una mirada juguetona y desde luego chaira desde Europa sobre el acontecer mundial es la que nos ofrece Carlos Pérez Bucio, artista plástico quien se transforma en el Marajá de Pocajú una vez que empuña la pluma o toma videos desde el lugar de los hechos, alter ego, por cierto, bautizado por Jairo Calixto, ambos chairos, al igual que el maestro Antonio Ledesma, Bob Esponja, ilustrador de este texto y amigos los cuatro reunidos nuevamente por los momentos de esparcimiento que nos provoca la oposición hilarantemente derrotada. Doy paso, querido lector, a la pluma del mismísimo Marajá de Pocajú.

El país desde la Ciudad Lux

Carajo, uno no puede vagar tranquilamente por el mundo sin que nos amargue la vacación algún chiste involuntario de esos que detenta monopólicamente la whitexicaniza. Sin pizca de pánico escénico se exhiben desde sus páginas de sociales. Ellos que sí saben vibrar alto y vestir de blanco, gastaron sus dos últimas neuronas al más puro estilo Brozo-Loret con rebuznos de escalofrío como eso de que los temblores son castigo divino de la OCDE o de nuestra pachamama por andar de chairos codosprietos sin el más mínimo sentido de lo aspiracional ni por las buenas energías. Eso nos pasa por votar a Morena, por no creerle a López Dóriga, por querer tren maya y hasta por escuchar al Grupo Firme. Me pregunto qué harían Laura Zapata, Lili Téllez y Xóchitl Gálvez (atención Netflix: ahí tienen al casting tropical para una serie que se llame “Las gorgonas”) si supieran que hay lugares donde al contrario, ser chairo no sólo es bien visto sino que mientras más lo seas, mejor.

Habrá quienes me digan que ay sí, ay sí, muy chairo pero bien que te andas paseando por Europa. Primo: agradezco que reconozcan mi calidad de chairo; deuxio: tantos años de Acapulco en la azotea para que vengan ahora, lagartijos porfiristas trasnochados a escatimarme mis quince minutos de cosmopolita y tertio: cortina de humo para que caiga oprobio sobre nosotros los de tez humilde que nos negamos a ser plañideras bananeras de difuntas monarcas europeas.

Bueno, no nos distraigamos con personajes secundarios en esta gran película que es la vida o lo que es lo mismo: déjenme disfrutar mi cuernito con café en paz y dejemos a los pobres de espíritu atrás. No me quieran dar Alazraki por Godard ni Debayle por Ardant. A lo que iba yo es que nunca habían estado los tiempos tan propicios para ejercer de chairo y si además puede uno hacerlo overseas, pues sigue siendo une honneur estar con Obradeur.

Así es, muchachos, quién iba a pensar que en la ciudad sinónimo de lujo y joie de vivre, la chairiza tanto local como internacional iría a gozar de tan cabal droit de cité. En el país galo no sólo son de mal gusto los mantras estilo “merezco abundancia” y “el pobre es pobre porque quiere”, sino que las desigualdades económicas son motivo de vergüenza nacional y no un vulgar asunto de “ganadores y perdedores” (dixit agiotista mamarracho que considera pie juntillas que la educación no debe ir más allá de sumas y restas para bien regentear puestos de fruta y así no andar de resentidos por la vida).

No me vayan a malinterpretar, muchachos: neoliberales hay en todos lados pero no tan descarados como los mexicanos. O ¿por qué creen que los tecnócratas nopaltecas son tan cotizados en organismos supranacionales como el FMI y el Banco Mundial? No por capaces, sino porque son expertos en puertas giratorias, captura del Estado y el “no pido que me den, sino que me pongan donde hay”.

Tampoco voy a decir que por estos lares todo es miel sobre hojuelas, el gobierno de Macron también tiene sus detallitos y aquí un ejemplo recién consignado en las páginas de Le Canard Enchainé que en su edición del 28 de septiembre pasado me ilustraba: “en tan sólo tres años, el techo para la adjudicacion de obra pública exenta de licitación pasó de 25,000 a… 100,000 euros.” (Traducción cortesía academias Berlitz y el show de Brigitte Aubé). Quesque para evitar el favoritismo y la corrupción, remata el semanario satírico.

Lo que de plano no me está gustando, probablemente más por viejo que por diablo, muchachos, es que nuestra querida ciudad luz parece que se nos está escapando de las manos. Con epicentro en la Sorbona campus Tolbiac, el movimiento woke no deja cisgénero con cabeza, del logos al pathos pasando por el ethos y ni se diga el eros y el tanatos, todo discurso es mascado y regurgitado en fragmentos hiperclasificados de categorías conforme a los mecanismos de una neo-taxonomía contemporánea de sistemas de redes y cartografías del privilegio (sacrebleu!, me salió como frase dominguera de Cuauhtémoc Medina), lo que en lenguaje mansplaining quiere decir: adiós París como la conocíamos; bonjour nueva era de interseccionalidad pequeñoburguesa, “genderfluidízate”que yo te “genderfluidizaré”. So pena de que me excomulguen mis cuates fachiprogres (el término se lo debo a uno de mis contactos de Facebook) del eje Roma-Condesa-Coyoacán-Juárez-y-lo-que-se-gentrifique: a mí me late que todo es una conspiración de las GAFA para hacernos consumir más y mejor de lo mesmo, nomás que en versión deconstruida. Te cambio a Marx por Preciado: lucha de clases no, farmacopornografia oui y así todes contentes.

Imagen cortesía del maestro Antonio Ledesma. Sin título. Técnica mixta con collage y
acrílico.

Imagen cortesía del maestro Antonio Ledesma. Sin título. Técnica mixta con collage y acrílico.

Ya para despedirme y antes de que la fifiriza se me ponga arisca y diga que no hay comparación, que la Francia es elegancia y Mexiquito puro naquito, que el presidente galo es finísimo banquero y el macuspano puro mitotero, déjenme decirles que a los únicos nacos y mitoteros que he visto, parando la trompita, con guardaespaldas, frente a las grandes enseignes de luxe mientras se toman una selfie, son a los millonetas mexicanos y sus buchonas. Qué le va uno a hacer, si México es el país del “hay gente que nació para mandar y gente que nació para obedecer”. Como diria el personaje del Messié del gran Enrique Cuenca: ¡pero qué coggggguientes!