Opinión

Cómo ha cambiado el COVID

El COVID se ha convertido en otra enfermedad diferente a la que azotó al mundo en el 2020. Parece estar en una fase endémica, con un pequeño repunte en las últimas semanas. En los Estados Unidos, en donde se hacen más pruebas COVID, al día de ayer reportan 102,307 casos por día, con 270 defunciones. Sin embargo, aún en ese país es imposible acercarse al número real, porque ahora existen pruebas para realizarse en casa y, por lo tanto, debe haber un número considerable de pruebas positivas que no se reportan oficialmente. Pero, queda claro que la enfermedad ya es otra. Si hay COVID y los sabemos desde el momento en que todos tenemos un conocido en nuestro núcleo cercano que esta semana tuvo la enfermedad. Pero, en casi todos los casos nuestro familiar o amigo solo estuvo con gripa y dolor de garganta, con una prueba positiva. Se resguardó una semana, al final de la cual se siente mucho mejor y la prueba ya es negativa. En el Instituto la semana pasada se internaron solo cuatro enfermos por COVID y el común denominador es una enfermedad subyacente que confiere inmunosupresión (trasplantes, leucemia, etc.) o bien, obesidad mórbida, por lo que desarrollan un cuadro más serio, a pesar de la vacunación.

El cambio que ha ocurrido en el COVID es una combinación entre la inmunidad que se ha logrado y las mutaciones que han ido ocurriendo en el virus. En 2020 un virus letal se encontró con una humanidad virgen y tomó ventaja para transmitirse y permear en toda la población. Muchas personas, por razones genéticas y la presencia de algunas comorbilidades como la diabetes y la obesidad, por mecanismos que apenas estamos empezando a entender, desarrollaron una reacción inflamatoria muy intensa que los llevó a un círculo vicioso de hipoxemia-inflamación-hipoxemia que desafortunadamente los llevó a la muerte. Se perdieron muchas vidas en el mundo. Pero, en la mayoría de la población la infección no fue letal y a muchas personas seguramente les dio la enfermedad en forma asintomática. Esto, junto con la vacunación masiva que ocurrió durante 2021 en múltiples países del mundo, permitió probablemente alcanzar cierto grado de inmunidad de rebaño que reduce la posibilidad de que quien no se ha infectado se tope con el virus. Aunado a esto, la enfermedad dejó de ser grave para la mayoría. El efecto principal de las vacunas no fue tanto prevenir la enfermedad, sino las formas graves. En general en nuestro país la respuesta de la población para acudir a la vacunación fue muy buena. Con las más de cien millones de dosis que se han administrado, queda claro que el riesgo de una consecuencia grave por la vacuna es prácticamente nulo. Lo sé, por que la Secretaría de Salud ha mantenido una reunión bisemanal con expertos que analizan cada caso que se ha reportado de posibles reacciones adversas a las vacunas en la que participan algunos colegas que conozco y prácticamente no han visto casos que lamentar.

La otra razón es el virus mismo. Las mutaciones que fueron ocurriendo llegaron a producir la versión ómicron que, cuando vemos las curvas en cada país queda claro que la de esta versión del virus fue mucho más intensa que cualquier otra, pero mucho menos letal. Es probable que las mutaciones lo hicieron más transmisible, pero menos peligroso, con lo cual se aceleró el desarrollo de la inmunidad de rebaño. Hay mucho optimismo, pero que este no sea motivo para bajar la guardia. No hay que darle tregua al virus.

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