Recientemente, el Canciller Marcelo Ebrard presentó su libro “El Camino de México”, esto como un ejercicio de presentarse al lector imparcial como el personaje público que aspira a gobernar México desde hace años y que hoy está más cerca de lograrlo. Aunque los actos de presentación sean el despliegue abierto como candidato a la Presidencia de 2024 y esto genere controversias políticas y probablemente jurídicas, lo significativo son las letras plasmadas y, por supuesto, cómo se presentan.
Un personaje que ha vivido su carrera política como en una montaña rusa dentro de la política mexicana, un alma que se ha curtido en las crisis y se presenta a un México al que le ofrece mecanismos para sortear las crisis, en medio de una crisis planetaria. En sus presentaciones gravitan personas de muy variada ideología y de sistemas de pensamiento diverso, desde gente dentro de la 4T, la que acompañó a ésta, pero que en el camino se decepcionó, frustró, rompió o simplemente se alejó, gente realista y pragmática que está contra la 4T, pero que sabe que la oposición tiene muy pocas probabilidades de ganar o simplemente no tienen un liderazgo que pueda ser una opción competitiva y que ven en Ebrard la mejor opción, considerando los escenarios y las circunstancias; hasta ciudadanos libres, independientes y soberanos que leen, se informan, comparan y han comenzado su proceso de discernimiento para votar razonadamente, a este último sector es al que hoy parece estar enfocado el discurso de Ebrard.
Ofrece no gobernar conforme a una estructura piramidal, donde el funcionario de segundo nivel para abajo tenga que obedecer y quedar bien con el superior jerárquico, sino con la gente. Y es que ese es justo el problema de todos los gobiernos, que los Secretarios sólo obedecen al Presidente, los Subsecretarios deben de quedar bien con el Secretario, los Directores Generales con los Subsecretarios y así sucesivamente, aunque el de menor rango tenga mayor conocimiento, mayor liderazgo o de más resultados, al final nadie se preocupa por la gente y sus necesidades, sólo se enfocan en las grillas palaciegas, adornar la realidad y adular al jefe, Ebrard ofrece invertir la situación, es decir, voltear la correa de mando al gobernar.
En su vida, donde más me parece que creció moralmente, fue cuando decidió enfrentarse a todos como independiente, no es en la bola donde un político se define, no es en la masa donde se le conoce, sino en su fuero interno, cuando su circunstancia lo pone en lucha frente a lo intolerable. Aborda las polémicas en las que se ha visto envuelto como el “New Divine´s” o la línea 12 del metro, desnuda su versión, pero no sólo de los hechos, sino también de sus emociones. Cuenta porqué quiere ser Presidente, se plantea un México donde salga cada día más gente de la pobreza y se haga más grande el sector de la clase media.
Su libro fue dedicado primeramente a su esposa Rosalinda Bueso, quien recientemente se activó en las redes sociales, dando muestras de que no es ninguna improvisada, se le escucha hablando de espiritualidad, moral, educación, superación personal y constantemente presumiendo su amor con Marcelo. Con frecuencia sus presentaciones son moderadas por su mano derecha, Martha Delgado, una mujer con carrera propia, que también recorrió la vida independiente y hoy comparte el mismo andar de Ebrard.
“El Camino de México” es un libro obligado para todo mexicano que desde hoy ha iniciado a razonar su voto rumbo al 2024.
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