Opinión

La cólera religiosa, Israel, Hamas y la guanga postura del presidente de México

Ante todo conflicto debemos imaginarnos adentro de él, acercarnos a sentir igual que los que experimentan los problemas. Nunca será igual a vivirlos, pero de sólo mirar al otro y comprenderlo surge la compasión. Permítanme ahora un brevísimo recorrido por mi infancia. Mis mejores amigas de aquel entonces, que son gemelas, eran hijas de libanés y mexicana. En mis constantes estancias en su casa de Cuernavaca comía platillos libaneses y algunos antojitos de San Luis Potosí, de donde era la madre. Mi papá, que había nacido en África francesa, hablaba el árabe con 27 de derivaciones y en ese idioma se comunicaba con el padre y la abuela de “las cuatas”. En esa casa, también tenían una muy grande en Insurgentes Sur, me enseñaron algo de la religión católica, que en mi familia se encontraba desterrada, más o menos. En no pocas ocasiones acudía con las gemelas y sus hermanos a la misa de los domingos. Era parte de la manera en que encajaba yo, o lo intentaba, en ese mundo.

También tenía mis amigas judías. La mejor amiga de mi hermana lo es. No pocas veces pasé los fines de semana con sus sobrinas en un gran departamento en Polanco. Me tocó varias veces la cena de la Pascua judía, Pésaj en hebreo, que conmemora el éxodo de los israelitas del antiguo Egipto. Asimismo, asistí a la conmemoración de Rosh Hashaná, que marca el comienzo del año judío e incluso presencié el ayuno de los adultos durante Yom Kippur, día del arrepentimiento. Mi padre, desde que él y mamá se exiliaron en México, fue, por su admiración al pueblo judío, jefe de redacción pro bono de Tribuna Israelita. Unas horas antes de morir revisó galeras de dicha revista. Sin embargo criticó acremente el comportamiento del Estado de Israel con los palestinos.

En mi niñez y parte de mi temprana adolescencia, con mis padres vivía yo el exilio republicano español y en la escuela el idioma y la cultura estadounidense, aunada a las clases en español que dictaban maestras normalistas. México, claro, era el centro hacia donde orbitaban todas las culturas en las que estaba incluida. Y viendo todo esto a larga distancia, pienso que mis padres descansaban frecuentemente de mí (fueron papás tardíos en mi caso) y que yo tuve la gran oportunidad de brincar de un cosmos cultural a otro.

Cuando mi finado marido y yo estudiamos en Nueva York, mantuvimos una gran amistad con un joven (como nosotros) matrimonio iraní, que huyó por fortuna de la garra de los Ayatolas. Veíamos a nuestros cuates judíos y yo amigué con una chava turca, nada menos que en la clase de Anna Balakian, gran maestra armenia. Lo cuento porque a principios del siglo XX hubo un genocidio de armenios, asirios y griegos para crear en nuevo Estado homogéneo compuesto por turcos musulmanes. Alguna vez Anna Balakian y la joven turca hablaron con tranquilidad de aquel capítulo sanguinario.

Mis padres venían de una guerra entre hermanos, la Guerra Civil Española, y no dejaron de padecerla nunca. Sobre todo papá. En este tenor, sin embargo, me cuesta mucho entender los conflictos de medio Oriente. Primero que nada, el mandato islámico de la guerra religiosa. Cuando pienso en eso, en las beligerancias dizque santas quisiera que no hubiese religiones en el planeta. Ninguna.

Hamas es una organización política y paramilitar palestina que se reconoce como yihadista nacionalista e islamista. O sea, un horror. La Yihad islámica posee como objetivo la destrucción del Estado de Israel para reemplazarlo por un Estado Islámico. Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido, Japón, Canadá, Australia y, claro, Israel, consideran terrorista a Hamas. Son como Al, Qaeda, (terroristas paramilitares y yihadistas), grupo que logró estrellar dos aviones de pasajeros Boeing 767 contra las Torres Gemelas en Manhattan, el 11 de septiembre de 2001. Allí ocurrieron 2, 996 muertes, así nomás. Este sábado Hamas, por aire y por tierra arremetió con lujo de violencia a una parte de la población israelí. Desde la franja de Gaza lograron escamotear el gran domo anti misiles y los yihadistas de Hamas entraron a Israel en paracaídas motorizados y se dedicaron a matar hombres, mujeres, ancianos y niños, familias enteras, a diestra y siniestra. La saña de Hamas fue brutal. Como escribió Fran Ruiz en Crónica este miércoles 11 de octubre: “La liberación de los kibutz y comunidades rurales recuperadas por el Ejército Israelí dejó un paisaje espeluznante con cadáveres dispersos, cuerpos mutilados y quemados, que devolvió a la sociedad israelí el recuerdo de su peor pesadilla: el Holocausto”.

Se supone que hay posible infiltración, en la organización de Hamas, de Líbano y aún de Irán, justo cuando Israel y Arabia Saudita se acercaban. El líder Supremo iraní , Alí Jamenei, dijo que besaba las manos y la frente de los jóvenes de Hamas.

El presidente de nuestro país, Andrés Manuel López Obrador, como todos sabemos, se mantuvo neutral ante los salvajes actos cometidos por los terroristas palestinos, lo cual no incluye al pueblo palestino, así como no todos los mexicanos somos narcos desalmados. Se declaró pacifista. ¿Y qué demonios quiso decir? Muchos somos pacifistas por principio y condenamos la crueldad con la que elementos de Hamas asesinaron a civiles en Israel. López Obrador y sus seguidores piensan que no culpando a Hamas se comportan como izquierdistas, en tanto que Israel ha tenido incursiones belicosas y sumamente reprochables contra los palestinos en otros tiempos, pero para los de la 4T no importa la barbarie con la que los terroristas de Hamas asesinaron y secuestraron a quien pudieron, como a los jóvenes de muchas nacionalidades que asistían a un “rave” (festival de música electrónica) en el desierto próximo a la franja de Gaza. No consideran a los chicos y chicas que mataron o desaparecieron. Tampoco les conmueve que varios bebés fueron asesinados en un Kibutz. Simplemente, la 4T se abstiene de culpar a los yihadistas. Nuestro gobierno es puro y bueno, ni las matazones diarias en México, perpetuadas por el Crimen Organizado, despiertan el enojo de los partidarios de nuestro ayatola lite de la mañaneras.

Ataques de Hamás en Israel

Ataques de Hamás en Israel

EFE

Entretanto, el gobierno del horrendo primer ministro Netanyahu se ha lanzado a la guerra con enorme furia. Las venganzas resultan atroces. Ojalá no olvide el Estado israelí, hoy tan herido, que existe el derecho internacional.

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