Opinión

Las corcholatitas

¿Andrés Manuel López Obrador toleraría el trato que él le da a sus corcholatas? Cuando estaba buscando la presidencia el actual presidente habría aceptado, modosito, qué decir, cómo decirlo, cuándo callarse, cuándo sumarse al coro.

Lo digo porque las corcholatas están buscando la presidencia de la República, un cargo en el que esas conductas no sirven de nada. En la presidencia se requiere liderazgo, valor para enfrentar riegos, ideas propias, escuchar consejos, pero no seguir instrucciones sin pestañear, por lo sencilla razón que de eso no se trata la chamba de presidente.

Lo que han estado haciendo las corcholatas para que el presidente no se enoje no les servirá para nada en la Presidencia, si es que alguno llega. Repetir en las tardes lo que el presidente dice en las mañanas no es una cualidad presidenciable. Se requiere detectar problemas, áreas de oportunidad, buscar soluciones, neutralizar adversarios dentro y fuera del país, saber ser jefe supremo de las fuerzas armadas, construir una narrativa que explique su gobierno.

Nada de eso hacen las corcholatas que están de pena ajena, sobre todo personajes del recorrido de Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal que parece que están compitiendo por unos boletos para ir a ver la película de Barbie y no para ser presidentes de México o de cualquier país. Fox se impuso al PAN. Calderón venció a Fox, que era presidente de su propio partido. Peña arrolló al PRI. AMLO trituró a todos y creó su propio movimiento. ¿Cómo es posible que las corcholatas quieran ganar siendo apocados? No tiene sentido.

A menos claro de que tengan conciencia de que asumirán el cargo pero no el poder que seguirá en las manos de AMLO, lo cual es escalofriante pero explicaría muchas cosas. No digo, para que nadie se equivoque, que las corcholatas rompan con el presidente o lo expongan en público, nada de eso, pero que por lo menos se refieran a los problemas del país con sus propias palabras, que nos muestren un punto de vista, una perspectiva, espolones. Para vergüenza de las corcholatitas de Morena, el único aspirante que ha crecido es Manuel Velasco, del PVEM. De no creerse.

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En todo el affaire Xóchitl las más afectadas han sido las corcholatas que quedaron a nivel de párvulos que necesitan que su papá los defienda y, de ser posible, encarcele a sus potenciales rivales para que ellos, pobrecitos, no tengan que esforzarse en la competencia. AMLO soluciona la amenaza de Xóchitl inyectándole al país otra dosis de odio, como si no hubiera odio de sobra circulando.

AMLO y Xóchitl mandaron a las corcholatas a páginas interiores donde, agazapadas, esperan que pase el temporal para levantar cabeza. ¿Si no pueden con el desafío de Xóchitl podrán con el poder Ejecutivo? No son corcholatas son corcholatitas.

Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Monreal y Claudia Sheinbaum

Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Monreal y Claudia Sheinbaum

Cuartoscuro

Con respecto a la ofensiva de Andrés Manuel y su jauría en contra de Xóchitl cabe decir que los morenistas son miserables y los del Frente Amplio cobardes. La percepción que prevalece es que ambos bandos están mejor sin ella. Era el momento para que Alito Moreno y Marko Cortés retaran a un duelo en Chapultepec Andrés Manuel, pero no, se quedaron calladitos esperando que el presidente hiciera el trabajo sucio. Ni siquiera Creel ha estado a la altura. Su queja de que lo discriminan por ser güero y ojo azul es francamente patética, recuerda los peores momentos de Francisco Labastida. Un error tremendo.

El proceso para buscar candidato presidencial en la alianza morenista y la opositora está resultando anti climático. Lo único sobresaliente ha sido la irrupción de Xóchitl y el comportamiento del presidente como jefe mafioso que algún día tendrá que rendirle cuentas a la justicia. Acaso sea momento de que alguna de las corcholatas tenga un gesto presidenciable, de alguien que quiere asumir el mando del país.