Opinión

El cortocircuito de AMLO

Con Andrés Manuel López Obrador siempre hay primeras veces. La noche del domingo fue la primera vez que una iniciativa presidencial de reforma constitucional es rechazada por votación de la Cámara de Diputados. Hizo cortocircuito. Habría que preguntarse las razones, y también las probables intenciones.

La primera razón es el ansia de refundación. Desde hace tiempo se sabía que la reforma en materia eléctrica, tal y como estaba, tenía a toda la oposición en contra. Igualmente, se sabía que a la legislación actual le vendrían bien varios cambios de fondo (por ejemplo, eliminar la obligación de que la CFE compre el total del excedente de energía de autoconsumo). Había espacio para buscar el consenso a través de negociaciones. Pero López Obrador se opuso cada vez que alguien desde las filas de Morena lo sugería… hasta que dejaron de sugerirlo.

La idea era la de siempre: no le cambien ni una coma. Porque no se trata de hacer reformas paulatinas, sino de refundar el país, desechando prácticamente todo el pasado. De lo que se trata es de continuar con la misión trunca de los padres de la Patria (y en el caso de la electricidad, el padre resultó nada menos que el priista Adolfo López Mateos, de repente convertido en hombre de izquierda, sin importar que la haya reprimido o que en su sexenio México haya tenido el grado máximo de desigualdad social desde que esta se mide).

La segunda razón es de carácter pedagógico-propagandístico. A sabiendas de que la derrota se avecinaba, la ultramaratónica sesión del domingo se convirtió en un espectáculo, extrañamente seguido a través de la televisión, el internet y las redes sociales. Los diputados no hablaban a sus pares -la división y los votos ya estaban planteados- sino al público que los observaba. Y si uno estira la cuerda, hablaban a la historia.

Cada bando se dirigió, en realidad, a sus seguidores. Mientras la oposición armaba argumentos ligados a los mercados de electricidad, la necesidad de proteger el medio ambiente, el peligro de un monopolio encabezado por Manuel Bartlett o el futuro que representan las energías limpias, el bloque de la 4T traía sólo dos o tres motivos recurrentes, dirigidos a los opositores: no quieren tarifas bajas de electricidad, están al servicio de las empresas extranjeras y, repetidamente, son traidores a la Patria.

En otras palabras, mientras que del lado opositor teníamos una retórica tal vez encendida, pero inscrita en el parlamentarismo tradicional, del lado gobiernista teníamos una clara apuesta por dos o tres ideas-fuerza que llegaran a la víscera, que generaran enojo y encono. El que la gran mayoría de la población no tenga ni idea de cómo funcionan los mercados eléctricos ayuda a que las consignas penetren sin tanto problema.

Foto: Especial

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De ahí vendrá el intento de López Obrador de convertir la derrota política sufrida en San Lázaro en una victoria propagandística. Los opositores identificados como vendidos al extranjero, nuevos Santa Anna, traidores a la Patria (que “merecen ser crucificados”, agregó una diputada del PT, y no importa que lo haya dicho en el Domingo de Resurrección).

El leitmotiv de la traición a la Patria -cosa que escucharemos una y otra vez en los próximos meses- también ayuda a entender que, en la retórica de la 4t, la voluntad de López Obrador es la Patria. Y será parte de la campaña permanente en la que se ha enfrascado este gobierno.

La tercera razón es el gusto de AMLO por los cortocircuitos. Me explico: la ríspida sesión de los diputados puso en contacto a polaridades distintas, sin cobertura aislante alguna. Fue un choque del que salieron chispas. Dos bloques animosamente enfrentados. Es el México polarizado por el López Obrador apuesta: el partido del progreso contra el partido del retroceso (diga usted cuál es cuál).

Para Andrés Manuel esto es fundamental. Siempre es necesario un enemigo interno contra quien dirigir al pueblo, y lo de menos es que ese enemigo represente a una parte del pueblo, porque no se trata del pueblo verdadero (y bueno). La derrota legislativa y política es un costo para él, pero mantener la idea de buenos contra malos es un beneficio.

Todo esto, y la fuga hacia adelante con el tema del litio (que no es tan polémico, pero que también afecta el T-MEC), impedirán una autocrítica en Morena y su movimiento. Ya no analizaron el porqué de sus pérdidas relativas en las elecciones 2021; ahora tampoco lo harán en su mal manejo del asunto en la cámara baja. Es más probable que se lancen, muy a su estilo, a una guerra de descalificaciones mutuas, dándose patadas bajo la mesa mientras repiten frases de AMLO.

Sabemos que los cortocircuitos causan daños a las instalaciones eléctricas y que incluso pueden causar incendios. Cambiemos instalaciones eléctricas por andamiajes institucionales democráticos y tendremos una idea.

Pero al menos, la reforma eléctrica tóxica no pasó. Todavía existen contrapesos en la democracia mexicana.