Opinión
Guillermo Puente Ordorica

Del cristal con que se mire

Conocidos analistas internacionales como Fareed Zakaria sostienen que la globalización ha mejorado la vida de muchos estadounidenses, haciendo que productos clave como la comida, la vestimenta y la tecnología sean más baratos y accesibles, si bien “la sabiduría convencional” mantiene que en Estados Unidos, décadas de comercio libre han deprimido los salarios de la clase media y traído la miseria para la clase trabajadora. Para Zakaria la globalización y la oposición al libre comercio tienen mala reputación en ese país. Considera que buenos ejemplos de ello son algunas de las medidas adoptadas por la administración Trump en estas materias, como la renegociación del NAFTA, el hundimiento del TPP y la imposición de tarifas a China. Considera que cuando los vientos de la economía se mueven en la dirección incorrecta, los costos se elevan, como está sucediendo en el mundo. Llama la atención que estima que tal vez pronto comencemos a sentir nostalgia por la globalización. (“Biden has avoided an easy way to fight inflation”, www.cnn.com)

Claramente esta disyuntiva a la que se refiere dicho especialista ha sido planteada desde la óptica específica de la economía estadounidense, que hoy por hoy se mantiene como el centro de la economía mundial, así como por la compleja coyuntura por la que atraviesa el sistema político norteamericano y particularmente el gobierno del presidente Biden.

La racionalidad económica no siempre se corresponde con la racionalidad política. Pero, a decir de observadores de las relaciones internacionales, justamente porque la globalización parecería estar funcionando al revés, es necesario analizar cómo los países persiguen sus objetivos estratégicos de política exterior con sus economías.

La globalización en retroceso apunta al hecho, no exento de una paradoja, de que existe una evidente interdependencia entre los países, pero las crisis que están ocurriendo actualmente en el sistema internacional están alentando la fragmentación de los procesos tradicionales de la economía global entendida en ese sentido. Esta interdependencia estaría subrayando el fenómeno de fragmentación muy a su pesar. Para estos analistas existen varios ejemplos posibles para ilustrar esta velocidad de reversa como la salida de grandes emporios y conglomerados occidentales del mercado ruso por la crisis ucraniana, pero particularmente evidenciado por los intentos de Rusia de bloquear los puertos de Ucrania, que está llevando a Estados Unidos y a Europa a tratar de desarrollar rutas alternativas para el tránsito de los granos ucranianos que son esenciales para el abastecimiento del mercado alimenticio mundial, incluyendo los suyos, así como los de África y Oriente Medio, a fin de evitar una situación de escasez global de granos. Algo parecido sucede con los flujos energéticos, especialmente de gas y petróleo del que depende una buena parte de la actividad productiva de tales países y de la economía global. Estas complicaciones se han conjugado para generar un alza generalizada y súbita de precios, subrayando la insostenibilidad de tal situación en el largo plazo. No es la única razón, desde luego, pues no se puede olvidar, ni tampoco obviar, el efecto devastador de la pandemia de coronavirus en los planos de la salud, pero también en lo político, económico y social en los países y a escala global.

Desde el punto de vista teórico, pero también en la práctica cotidiana, varios mercados clave de la economía mundial como el de hidrocarburos y el de los alimentos dependen del suministro global, y por ello las interrupciones globales tienen consecuencias para todos sus integrantes en mayor o en menor medida.

El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell

El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell

EFE

De acuerdo con Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal estadounidense, las economías de su país y la de otros, se ha beneficiado por años de los bajos precios gracias a la globalización y los avances tecnológicos, pero existe una posibilidad real de que la globalización vaya en reversa. (en Zachary B. Wolf, “The globalization in reverse”, CNN What Matter, www.cnn.com) El periodista Wolf anota que si la globalización suponía unir al mundo y a sus economías, la fragmentación es el término que muestra cómo se está fracturando: “es una forma de desglobalización que reconstruye barreras alrededor de feudos nacionales y regionales.”

¿Los analistas se preguntan si estamos ante una ola que tenga como consecuencia el fin de la globalización? Sin duda estamos frente a una pregunta de difícil respuesta. La coyuntura por la que atraviesa el mundo lo hace más complejo. Una posible línea de reflexión es que parece evidente que estamos en medio de un momento en el que confluyen varias crisis imbricadas entre sí, que han puesto en tela de juicio los presupuestos de un cierto modelo de crecimiento que parece haber llegado a un cierto agotamiento, y que al mismo tiempo estaría subrayando sus limitaciones. Por ejemplo, es cierto que este modelo de crecimiento económico ha generado riqueza en las más de tres décadas que lleva desarrollándose, pero también lo es que ha llevado la miseria y la desigualdad a grados extenuantes frente a la concentración de los privilegios.

En todo caso cabría sugerir que todo depende del cristal con el que se mire.