Opinión

Decisiones fundamentales

Carl Schmitt, jurista alemán, acuñó el concepto de “decisiones fundamentales”. Podemos entenderlas como un conjunto de rasgos o características de un pueblo que, sumadas, son su auténtica constitución.

En realidad, son incluso anteriores y superiores al texto llamado “constitución”

En México don Jorge Carpizo las estimó como la base de nuestra organización política, que sirven de cimiento a nuestro derecho. Encontró que eran las siguiente: soberanía, derechos humanos, división de poderes, sistema representativo, el régimen federal, el control de constitucionalidad y la separación iglesias-Estado.

Ciertamente son decisiones que definen el tipo de país en que vivimos, o aspiramos a vivir. Uno en el cual el máximo poder de decisión recaiga en el pueblo (o si no le gusta el término, en la ciudadanía, lo que tal vez podamos debatir en otro texto) y, por tanto, las instituciones políticas lo tengan como fin.

También, una nación en la que los derechos humanos sean el centro de las decisiones de gobierno, y se conviertan en límites tanto para el poder político como para otros, tales como el mediático o el económico. Desde luego, podrá usted observar que hay una tendencia a chocar entre esta decisión y la inmediata anterior.

Así es. El estado constitucional moderno se construye en la permanente tensión entre las mayorías y los derechos.

En tercer lugar, la división de poderes. Ciertamente existen otros modelos políticos no basados en la división sino en la concentración de poderes, pero el nuestro, hijo en esta parte del republicanismo americano, fue construido pensando en que el poder político no debería recaer en un solo grupo, y que debería ser moderado por una instancia jurídica.

Esa instancia jurídica son los tribunales, que se encargan del control de constitucionalidad; esto es, de que las decisiones políticas tengan como límite lo que el derecho (obra de la política) les permite

Nuestro sistema político es representativo porque no consentimos en que una persona o grupo, con base en conceptos como el linaje o la tradición, decida por nosotros. Queremos que quienes nos gobiernen surjan de elecciones libres, auténticas y periódicas, en las que nuestro voto sea libre también, personal, directo e intransferible.

La separación entre las iglesias y el Estado es, a fin de cuentas, expresión de la voluntad de separar al poder político de otros, tales como el religioso. Pero podríamos sumar también la necesaria separación con los poderes económicos y mediáticos.

Foto: EFE/Martin Divisek

Foto: EFE/Martin Divisek

Creo que podemos sumar tres decisiones fundamentales más: la composición pluricultural del Estado mexicano; la paridad en la integración de los órganos de gobierno; y la existencia de mecanismos de las democracias deliberativa, participativa y comunitaria.

Estos temas los abordaremos en otras entregas.