¡Qué dolor!
El fin de semana pasado programé tiempo nocturno para ver El Guardián de las Monarcas, documental dedicado a la vida, obra y muerte… qué digo... ¡asesinato!… porque eso fue sin duda… de Homero Gómez González, uno de los más férreos y populares defensores comunitarios de las mariposas monarca y su entorno, los bosques de Oyamel de tierras michoacanas a donde anualmente arriban los lepidópteros para reposar una migración de más de 4 mil kilómetros; vuelo que les permite ir librando el frío del noreste continental hasta llegar a lo calientito, como la única generación de más larga vida entre esos insectos. Originario de El Rosario, o sea, con pleno conocimiento sobre el “milagro naranja”, este hombre fue víctima indudable del crimen organizado dedicado a la tala de los árboles-hogar de nuestros puntuales visitantes, pero…
lo más doloroso y triste es que la investigación -su narrativa y los testimonios- provoca colegir con certeza que el gobierno encabezado por Silvano Aureoles Conejo supo de inicio la verdad sobre esa muerte, en el 2020, trastocándola de la manera más vil al dictaminarla por ahogamiento. ¡Infames!
Y para acabarla de amolar, desde hace poco más de dos semanas se comenzó a saber, por redes sociales, sobre la muerte masiva de aves diversas en la Huasteca Potosina (loros, búhos y hasta pelícanos), concretamente en la colindancia entre Tamaulipas y San Luís Potosí. Las imágenes resultaban por completo alarmantes, tanto, que me hicieron dudar de su veracidad, máxime al no detectar comunicado oficial relativo al tema ni por parte de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales-María Luisa Albores ni por lo tocante a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente-Blanca Alicia Mendoza. Fue hasta que esa impresionante mortandad me fue confirmada por personas de toda mi confianza que la di por un hecho, según, a causa de los extremos calores que estamos padeciendo a nivel país, y particularmente en ciertas zonas. El asunto, no lo niego, me trastocó, más que nada por no entender que las autoridades responsables de la materia permanecieran en silencio y sin hacer presencia inmediata, efectiva y eficaz a través de equipos especializados (sí, en coordinación con la sociedad civil organizada), recursos y sobre todo siguiendo un rígido protocolo para contingencia semejante, que a final de cuentas fue atendida como se pudo por parte de médicos veterinarios y la misma ciudadanía, siempre presta y dispuesta a dar apoyo en estos casos. En esa maldición me encontraba cuando…
Comenzó a correr la muerte de un número impactante de monos aulladores (100 y contando) y otras especies en Chiapas y Tabasco, hechos que nuevamente provocaron la maravillosa actuación de la sociedad civil en apoyo principal a esas dulces criaturas que suelen ser fragilísimas cuando están en crisis. Su pura expresión facial es suficiente para romper el corazón más duro, pero en este dramático caso ni tantito, porque sus muertes (focalizadas y repentinas), una tras otra o varias al mismo tiempo, no lograron que la autoridad competente actuara como lo merecía la situación sino hasta que… en su mañanera de este martes el presidente López Obrador hizo un leve, levísimo llamado (inducido al tema, como siempre) a la secretaria Albores para que atendiera ¡EL CASO!, reacción que por parte de la referida se limitó a boletinar que posiblemente los saraguatos sí hubieran desfallecido y/o muerto por golpe de calor, deshidratación y falta de alimentos, pero que también estaba la sospecha del uso de algún agroquímico tóxico (¿acaso estarán enfocando baterías hacia el herbicida de Monsanto?), lo que sería de suma gravedad al haberse diezmado prácticamente a varias tropas de especie nacional protegida y en vías de extinción. O séase, un ecocidio por menos que se le quiera ver y asunto, por cierto e insisto, atendido de nueva cuenta por la sociedad civil organizada, especialistas que se avocaron voluntariamente a la rehabilitación de los mas posibles monitos y ciudadanía, aún desconociendo riesgos e incluso cometiendo dos delicados errores, a mi parecer: haber liberado individuos que a su juicio superaron la crisis (se entiende la motivación) y haber permitido que al menos un menor de entre 8 y 10 años, con su camiseta verde pistache y seguro con la mejor intención, suministrara con jeringa agua o alguna otra sustancia a los moribundos. Eso pudo ser causa de una bronco aspiración dada la debilidad de los animales, quedando por ello más que evidenciada una carencia total de protocolos y recursos para atender debidamente, con personal experto y recursos suficientes contingencias del tipo, punto obligado que sería duramente castigado en un particular. Por esto y más, ¡entiéndase!, la ProFePA, aparte de requerir titular preparado y conocedor más allá del 10%, debe ser administrativa, jurídica y financieramente au-to-no-ma.
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