Opinión

La evaluación del quehacer científico (7)

En las seis partes que antecedieron a esta última sobre la evaluación del quehacer científico, expuse los diversos elementos que existen para valorar a los científicos que incluyen: la publicación y la autoría en artículos originales y cómo analizarlos, las citas recibidas, el factor de impacto de las revistas, la graduación de alumnos de doctorado, la consecución de fondos y la difusión o divulgación del conocimiento. Todos estos elementos son útiles para evaluar el trabajo de los científicos, pero utilizarlos de forma superficial, conlleva a conclusiones que pueden resultar injustas y otorgar reconocimiento a aspectos que no son realmente importantes para la ciencia, lo que trae como resultado la proliferación de pseudocientíficos. La consecuencia final es que la inversión que se hace no sea útil para producir ciencia de vanguardia. En esta última parte presento una visión global al respecto.

Primero, dejar claro que hay diversas áreas en la ciencia y las particularidades de cada una son diferentes. No es lo mismo la investigación clínica, que la experimental, la física que la ecología, la sociología que las matemáticas. Por el campo en el que yo trabajo, mucho de lo discutido en estos editoriales aplica mejor a ciencias biológicas que a las sociales o a las matemáticas. Por ejemplo, en ciencias sociales los libros tienen un valor mucho mayor que en medicina. Debe considerarse la disciplina antes que cualquier otra cosa. Por esta razón, las comisiones evaluadoras deben de estar conformadas por investigadores que conozcan bien la disciplina a evaluar, de lo contrario ocurrirán injusticias.

Para evaluar a los científicos se debe tener claro para qué sirven los científicos y cómo funciona el mundo de la ciencia.

Foto: Especial

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Los científicos sirven para: 1. Generar conocimiento. Este es el fin primordial de la ciencia. Ejemplos de producir conocimiento son descubrir los mecanismos de los procesos biológicos, químicos o físicos. Entender la causalidad de los fenómenos. La utilidad del conocimiento está más que comprobada. Mientras mejor se conozca un fenómeno, mayor ventaja se puede obtener de esto, en beneficio de la humanidad. La curación de infecciones con antibióticos, la generación de vacunas anti-COVID, los vuelos en los aviones, las comunicaciones por vía satelital y la predicción de fenómenos meteorológicos son ejemplos de acciones diarias que benefician a millones de personas y que no existirían sin la generación de conocimiento que llevó a la posibilidad de esos desarrollos. El conocimiento no solo es útil para generar bienes y productos. Una consecuencia de generar conocimiento es el entendimiento que el ser humano tiene sobre sí mismo y su origen. Por ejemplo, la selección natural de las especies nos puso en un plano más terrenal y nos enseñó que no fuimos creados. Este fue un paso fundamental para iniciar la ardua tarea de entender que todos somos iguales y tenemos los mismos derechos. 2. Para generar científicos. Perpetuar la especie es un trabajo fundamental del científico, porque la única forma de generar nuevos científicos es que los interesados sean entrenados por científicos. 3. Para generar y promover la transferencia de tecnología. Generalmente, es quien genera el conocimiento (el investigador, la institución o el país) quien tiene la primicia para inventar la tecnología conducente y transferirla. 4. Para educar a la sociedad. Difundir y divulgar el conocimiento hace que la sociedad entienda de ciencia, que es un elemento importante para el desarrollo de las comunidades.

¿Cómo funciona el mundo de la ciencia? Como en todas las disciplinas humanas, intervienen varias personas. Primero, se requiere de instituciones que tengan las instalaciones apropiadas: laboratorios, bioterio, biblioteca, tecnologías de la información, equipamiento, etc. No se puede hacer ciencia de vanguardia en el garaje de tu casa. Se necesita por supuesto al científico. Atrás de un científico, hay investigadores asociados, técnicos de laboratorio, personal administrativo y de informática, bibliotecarios y un sin número de personas que de una u otra forma intervienen, así como una industria que genera y comercializa los equipos e insumos necesarios para el desarrollo de la investigación.

Dicho lo anterior, el investigador principal es el responsable de generar el conocimiento, perpetuar la especie, transferir tecnología y difundir el conocimiento. Entonces, debemos de ayudarnos de las diversas variables que se han comentado, analizarlas con cuidado y profundidad, para determinar quiénes fungen como investigadores responsables y generan conocimiento y quiénes son parte del equipo que ayuda y en algo participa, pero no son el generador principal del conocimiento. Si los sistemas de evaluación no hacen bien su trabajo, se corre el riesgo de que el reconocimiento lo reciba quien no es el investigador y, por lo tanto, se promueva la proliferación de pseudocientíficos. Sería similar a darle la medalla de oro en la olimpiada a uno de los miembros del equipo (masajista, fisioterapeuta, entrenador), y no al atleta que compitió. La consecuencia sería que a lo largo de los años habría cada vez menos atletas y más masajistas, fisioterapeutas o entrenadores.

Nuestro país tiene una limitación y resistencia enorme para invertir en ciencia. De lo poco que se invierte, casi todo viene del erario. Es, por tanto, nuestra obligación vigilar que esos recursos se utilicen para hacer ciencia de vanguardia, lo que se puede lograr solo si nos aseguramos que a quienes vamos a llamar científicos y los vamos a reconocer como tal, lo sean de verdad, porque sobre sus hombros cae la responsabilidad de la generación de conocimiento. Si por hacer las evaluaciones superficiales otorgamos reconocimiento como científicos a quienes no lo son, el dinero invertido no servirá para generar conocimiento en el país. En tal caso, se utilizará para ayudar a que investigadores o industrias de otros países generen conocimiento, que luego, nos vendan en forma de productos tecnológicos.

Lo mejor es hacer análisis cualitativos más que cuantitativos. En varios países del primer mundo lo han resuelto con algo que nosotros hacemos poco. El investigador evaluado debe presentar en un par de cuartillas, cuáles han sido sus aportaciones a la ciencia y los artículos que lo sustentan, de los que se espera, por supuesto, que sean aquellas publicaciones en que es el autor o la autora responsable.