Opinión

El fariseísmo de los mandarines

El núcleo de la política de AMLO es su negativa a gobernar por consenso, su negación del pluralismo y el cultivo de una política de odio, sectaria y partidista. Esa manera de actuar es imitada por todos los militantes de Morena.

Y se refleja fielmente en educación; los funcionarios de la SEP se han negado a discutir la reforma de educación básica que proponen con los críticos de esa reforma o con quienes mantienen posturas discrepantes con el gobierno actual.

Lo más grave es que no han discutido públicamente con rigor, seriedad y franqueza las implicaciones de dicha reforma; los mandarines (funcionarios y académicos autores del proyecto) mienten sistemáticamente en diversas reuniones cuando explican qué se proponen hacer, sobre todo, ocultan las dificultades prácticas que entraña esa disparatada reforma.

Esa conducta farisea, insincera, es perceptible en múltiples actos grabados en videos que se pueden consultar en Youtube. Defienden su reforma con recursos demagógicos. Engañan omitiendo los elementos inadmisibles de su proyecto y sin asumir responsabilidad ante el desastre que causará su experimento. El secretismo y la falta de materiales acabados, serios y definitivos es algo que algunos investigadores han denunciado anteriormente.

En un video un funcionario no tiene empacho en afirmar que el enfoque del proyecto es el “materialismo histórico”, lo cual evidentemente no es cierto, pero se trata de una burla a los maestros; el orador habla así porque considera que está ante un público que desinformado.

Un exceso similar hubo en una conferencia de una funcionaria de la UPN que hizo una alusión a un autor de la India que habla de “capacidades” pero sin mencionar su nombre (¿Quién puede dudar que se trata de Amartya Sen?), pero enseguida la funcionaria aludió a que la nueva educación era anti-individualista y colectivista, lo cual es incoherente con el pensamiento de Sen que defiende la libertad individual

“Para contrarrestar los problemas que enfrentamos, como la pobreza, dice Amartya, debemos ver la libertad individual como un compromiso social” (Sen, A., 1999)

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Se trata de otro exceso verbal en el que se incurre frívolamente cuando el orador piensa que está ante un público que jamás sabrá de lo que se está hablando.

El actuar de los mandarines parece un juego de máscaras con el cual se pretende ocultar la verdad y sembrar la idea de que con sus ideas México tendrá la mejor educación básica del mundo. Pero eso es mentira.

La “educación” que estos sujetos defienden carece de sustento teórico-racional, no tiene bases pedagógicas modernas, niega la experiencia de los docentes, reduce la autonomía de la escuela y la autonomía del maestro, no responde a las demandas populares (preparación para el trabajo y promoción social), impactará negativamente a los servicios educativos de las poblaciones marginadas, se opone al individualismo y defiende el colectivismo. rechaza la democracia como organización política fundada en el Estado, niega las asignaturas asumiendo que la nueva educación será interdisciplinaria (pero dígame usted: ¿qué maestro ha sido preparado para estudiar la realidad social con un punto de vista interdisciplinario?), etc.

Pero hay dimensiones de las cuales estos funcionarios y académicos no hablan; por ejemplo: 1) de la gestión centralizada, vertical y corporativa de la educación nacional y 2) del financiamiento. El aparato de gestión es el primer obstáculo para la autonomía docente y para la autonomía de la escuela –y, en general, para el buen desempeño educativo--; por otra parte, cualquier reforma, para ser viable, necesita de apoyos económicos sustanciales. ¿Cómo mejorar los salarios docentes? ¿Cómo crear mayores estímulos para su trabajo? ¿Cómo rehabilitar y equipar los planteles? Los discursos, desde luego, no bastan para atender estas demandas.

Escuela rural en Tabasco

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