Opinión

Guerra injusta, guerra justa

Hace unos días, el presidente Andrés Manuel López Obrador, en referencia a la invasión rusa a Ucrania, dijo: “En conclusión: a nosotros que no nos metan en sus asuntos, México tiene una política de neutralidad y lo que queremos es una solución pacífica a esa controversia, como lo establece la constitución.” Empero, la teoría política y la teoría de las relaciones internacionales dice otra cosa.

Hay una clasificación que viene desde Tucídides (460 a.C-396 a.C.), padre de las relaciones internacionales, pasando por Francisco de Vitoria (1483-1546), Hugo Grocio (1583-1645), John Locke (1632-1704) llegando hasta Michael Walzer (1935- ) que distingue a las guerras injustas de las guerras justas. Las guerras injustas son las invasiones; las guerras justas son aquellas que enfrentan y repelen esa agresión. Así que, en este contexto, neutralidad quiere decir complicidad con el invasor.

Habría que recordarle a López Obrador que, en diversas ocasiones, México no ha sido neutral en materia de relaciones internacionales. Baste recordar la postura que sostuvo el presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) al defender a la república en la Guerra Civil española y luego el refugio que les brindó a los republicanos cuando Francisco Franco se hizo del poder. El jiquilpense también condenó la invasión de Italia, dominada por el fascismo, a Etiopía en 1935.

El presidente Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958) ayudó a Fidel Castro y sus 82 hombres del Movimiento 26 de Julio para que se prepararan militarmente aquí en nuestro país, entre 1954 y 1956, y luego zarparan del puerto de Tuxtepec en el Granma. La Revolución cubana triunfó el 1 de enero de 1959. Siguió el presidente Adolfo López Mateos (1958-1964) quien apoyó a Cuba pese a las presiones de Washington; nuestro país fue el único en América Latina que no rompió relaciones con La Habana.

Luis Echeverría (1970-1976) no se mantuvo neutral frente al golpe de Estado contra el presidente Salvador Allende perpetrado el 11 de septiembre de 1973. Siendo Secretario de Relaciones Exteriores Emilio Óscar Rabasa Mishkin y Embajador de México en Chile Gonzalo Martínez Corbalá, dieron refugio en nuestra sede diplomática a una gran cantidad de chilenos perseguidos por Augusto Pinochet; se logró obtener salvoconductos para que esos patriotas pudieran viajar a México. Una vez que estuvieron a salvo, México rompió relaciones con la dictadura golpista.

José López Portillo tampoco fue neutral delante de la Revolución sandinista. Apoyó, con la ayuda de su canciller Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa, a la rebelión y, sobre todo, luego del triunfo del 19 de julio de 1979, dio su apoyo a la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional formada por Daniel Ortega Saavedra, Moisés Hassan Morales, Sergio Ramírez Mercado, Alfonso Robelo Callejas y Violeta Barrios viuda de Chamorro. Por cierto, me tocó ver circulando en las calles de Managua a los camiones mexicanos llamados “Delfines”. Eso, entre otras muchas cosas que el gobierno de México y organizaciones mexicanas mandaron para ayudar a los nicas.

El belicismo de Ronald Reagan (1981-1989) pretendía, literalmente, incendiar Centroamérica. México y los presidentes de esa región iniciaron esfuerzos diplomáticos para frenar la intentona militarista del mandatario estadounidense. Así se produjeron las juntas de Contadora y, después, Esquipulas I y II en las que se lograron la formación del parlamento centroamericano junto con el compromiso de solucionar los conflictos por la vía diplomática y no por la vía de las armas. En eso jugó un papel decisivo el presidente Miguel de la Madrid (1982-1988) y su canciller Bernardo Sepúlveda. Si México se hubiera declarado neutral, es seguro que la guerra en Centroamérica hubiera estallado.

Es curioso y no carente de significado que ahora López Obrador haya salido con el cuento de la neutralidad cuando en realidad ha sido muy activo en materia de relaciones internacionales apoyando a las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela. El año pasado invitó a las fiestas patrias al tirano Miguel Díaz-Canel, después de que éste reprimiera salvajemente las protestas en muchas ciudades de la isla caribeña por la falta de alimentos y por la mala atención o completa desatención del gobierno frente a la pandemia de Covid-19.

Este año el invitado especial fue el impresentable Evo Morales: en Bolivia el diputado Rolando Cuellar reveló una carta fechada el 24 de enero de 2017 en la que el vicepresidente Gerardo García agradece, a nombra de Evo Morales, las contribuciones económicas del narcotraficante Miguel Ángel Salazar (en realidad Miguel Farfán) para las elecciones de 2014.

Volviendo al tema de la invasión rusa a Ucrania, debemos decir que la propuesta de paz presentada por México ante la ONU, es una propuesta que beneficiaría a Rusia porque un cese de hostilidades le daría un respiro a quien está siendo vapuleado en esta contienda.

El más duro y reciente golpe fue la voladura del puente que conecta a Crimea con tierra firme rusa. Crimea fue anexada ilegalmente a Rusia en 2014; ese puente, de 18 km, se terminó de construir en 2018 y resultaba vital para el abastecimiento de las tropas rusas que ilegalmente están ocupando las provincias ucranianas de Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón.

Putin—el “Jefe de jefes” de los tiranos populistas en el mundo—ha empezado a tener problemas en su propio equipo; hay colaboradores que le han recriminado las malas decisiones que ha tomado en esta guerra. Putin, también ha despedido y humillado a militares de alto rango, y empieza a haber recelo contra el déspota en las cúpulas castrenses; la sociedad expresó su abierta y extensa oposición al reclutamiento forzado; esa misma sociedad está viendo día a día cómo aumenta las bajas de soldados rusos debido a una guerra que no siente suya, sino de un tirano ambicioso.

En conclusión: México tradicionalmente apoyó las causas justas; sin embargo, esta vez AMLO escogió el lado equivocado..

AMLO durante su conferencia matutina

AMLO durante su conferencia matutina

Cuartoscuro
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