Opinión

Jasón: el héroe anodino

Existen diferentes tipos de héroes mitológicos. Algunos enfrentan sus retos usando únicamente su descomunal fuerza física, como Heracles. Odiseo, tiene en su haber increíbles hazañas utilizando su astucia e inteligencia. Aquiles es egocéntrico y caprichoso. Los hay tramposos como Sísifo o nobles y responsables como Héctor. Obedientes o rebeldes. Consentidos de los dioses o adversarios de ellos. Jasón es del tipo de héroe que triunfa ayudado en exceso por la magia femenina a la cual, sin embargo, termina traicionando.

Jasón con el Vellocino de Oro. Obra de Erasmus Quellinus II.

Jasón con el Vellocino de Oro. Obra de Erasmus Quellinus II.

El relato mitológico de Jasón que emprende un épico viaje en busca del vellocino de oro a bordo del Argo, una nave repleta de héroes famosos -los argonautas- es probablemente más antiguo que la Odisea, puesto que en ésta ya se le menciona, como lo apunta Carlos García Gual.

La historia inicia cuando el Rey de Beocia, Atamante, fue víctima de una conspiración encabezada por su consorte, la reina Ino. Con la ayuda de las mujeres del pueblo, Ino dañó las semillas utilizadas en la siembra, lo que produjo una escasez de alimentos. Atamante envío a unos mensajeros controlados por Ino para preguntar al oráculo qué debía hacer para superar esa calamidad. Los mensajeros le ocultaron lo que realmente habían escuchado en Delfos y, en cambio, le dijeron lo que la reina les había ordenado decir: que para que las tierras de Beocia volvieran a dar frutos, Atamante debería sacrificar a su hijo Frixo en lo alto de una montaña.

En el preciso momento en el que el rey se disponía a consumar el sacrificio de su hijo, apareció un carnero dorado con alas que recogió en su lomo al pequeño Frixo y lo llevó a la región de Cólquida. Una vez a salvo, Frixo en agradecimiento sacrificó el animal a Zeus y colgó el vellón de oro en el templo de Ares. El vellocino quedó resguardado en el lugar por un feroz dragón.

En ese tiempo en el reino de Yolcos nació Jasón, pariente del rey Pelias. Su madre había salvado milagrosamente la vida del niño de la masacre de parientes cometida por el rey, a quien se le había profetizado que un joven de su familia le daría muerte. Jasón fue enviado al monte Pellón, donde fue educado por el centauro Quirón.

En su juventud Jasón regresó a Yolcos donde encontró al rey envejecido, pero temeroso aún de perder su trono. Para deshacerse de Jasón, Pelias le encargó una misión imposible: apoderarse del vellocino de oro que estaba en la Cólquida.

Jasón se embarcó en el Argos, una nave construida exprofeso para la ocasión, con cincuenta de los hombres más valientes de Grecia. Entre ellos estaban Heracles, Orfeo, Peleo, los gemelos Cástor y Pólux, entre muchos otros.

Después de navegar por distintos mares, no exentos de peligros y amenazas, llegaron al lugar donde se encontraba el vellocino. Ahí reinaba Eetes, hijo de Helios y hermano de la hechicera Circe. Jasón le pidió al rey el vellocino de oro para llevarlo de regreso. El rey le dio un rotundo no como respuesta. La hija de Eetes, Medea, que previamente había sido tocada por los dardos de Eros, mensajero de Afrodita, suplicó a su padre que accediera a la petición del navegante. Eetes estuvo de acuerdo en entregarle el vellocino con la condición de que Jasón realizara diversos trabajos altamente peligrosos.

La primera tarea consistía en domar a dos enormes toros que resoplaban fuego, ponerles el yugo y arar la tierra. Medea se propuso utilizar su magia para lograr que Jasón sorteara los peligros. Le untó en su cuerpo un zumo de azafrán que lo protegió del aliento quemante de los toros. Antes, Medea locamente enamorada, le hizo jurar al héroe que ella lo ayudaría a vencer las adversidades siempre que jurara ser su esposo para siempre. Jasón aceptó y juró solemnemente cumplir el acuerdo que ambos consideraron como inquebrantable.

A pesar de que el héroe había cumplido la tarea encomendada, el rey le siguió negando la entrega del vellocino. Medea continuó usando sus artes de hechicera para que Jasón cumpliera su cometido. Preparó unas sustancias mágicas para que el dragón que custodiaba el templo se sumiera en un profundo sueño, mientras Jasón robaba el preciado vellón.

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Jasón y Medea, con toda la tripulación, huyeron en el Argo de regreso a casa. En el trayecto enfrentaron nuevos peligros y amenazas -entre los que se cuenta la persecución del ejército de Eetes- de los que salieron victoriosos con la ayuda de la hechicera y de los dioses que, de vez en cuando, intervenían para dejar a salvo a su héroe consentido.

Al arribar a las costas de Yolco un pescador les informó que Pelias había ordenado la muerte de Jasón si volvía a pisar esas tierras. Medea utilizó nuevamente sus artes mágicas para salvar a su amado y mediante engaños hizo que las propias hijas de Pelias lo condujeran a una dolorosa muerte. Jasón no pudo ocupar el trono de Yolcos, por lo que huyeron a Corinto. Ahí, el rey Creonte le ofreció a Jasón la mano de su hija Glauce y hacerlo heredero al trono, pero antes debía abandonar a Medea.

Jasón aceptó el trato con Creonte lo que hizo enfurecer a Medea. Enloquecida por los celos envenenó a sus hijos, mató a la novia con un engañoso regalo y le prendió fuego al castillo, donde murió el rey. Medea huyó a Atenas donde se casó con el rey Egeo mientras que Jasón vivió el resto de su vida infeliz y apátrida sufriendo el rechazo de todos.

Después de vagar por un largo tiempo, regresó al lugar donde estaba el viejo barco, rememorando las hazañas de su juventud. Al acercarse, la proa del Argo se desplomó matando al héroe. Fue muerto por el objeto de su éxito.

Hay quienes afirman que Jasón se merecía la desgracia por haber cedido demasiado a la ayuda femenina -de Medea y Afrodita-, por ser un personaje anodino. Nunca debió depender tanto de su influencia. (García Gual). Otros sostienen, por el contrario, que el infortunio del héroe es debido a que, su ambición por el poder lo cegó y no supo cumplir el juramento con su aliada. “Los olímpicos maldijeron a Jasón por faltar a su palabra empeñada.” (Graves). El incumplimiento de lo prometido y los acuerdos conducen al infortunio y la condena.