Desde el principio de la civilización, las leyes han sido establecidas en base a las costumbres de los pueblos. Como sabemos, todos los países han tenido y tienen culturas diferentes, por lo tanto tienen leyes diferentes. No hay una justicia universal. Lo que es válido en una región, puede ser ilegal en otra.

Por ello, sobretodo cuando se viaja a otros lugares, hay que informarse de las leyes y costumbres que se practican en ellos, caminar o comportarse con cautela, habrá de evitarnos muchos traspiés.

Por supuesto que el observar con cuántos problemas topan los demás, nos enseña a ser cautos con nosotros mismos.

Paradójicamente, en ocasiones la justicia nos parece de lo más injusto. La razón, es porque en muchas ocasiones las leyes son mal aplicadas ya que desgraciadamente existen algunos hombres ineptos o corruptos a cargo de su aplicación. No hay nada peor, que los efectos de la maldad se legitimicen con las leyes o se les disfrace hasta de virtud.

Así cuando alguien enfrenta un problema legal, sabemos que de la habilidad y dedicación con la que los abogados arguyan su defensa depende el que se demuestre la culpabilidad o la inocencia de los inculpados, independientemente de si son inocentes o culpables. Además, los buenos abogados son muy costosos y quien no tiene para pagarlos normalmente lleva las de perder.

Las leyes han sido establecidas para mantener la concordia entre los ciudadanos y que estos puedan vivir en paz. Por ello, las leyes deben ser simplificadas, para que el ciudadano común las entienda y conozca sus derechos y obligaciones.

El individuo debe concientizar su libertad de hacer, moverse y actuar como mejor le plazca pero, sin afectar la libertad de los demás, reconociendo especialmente que las personas tienen el derecho inalienable de proteger su vida, su familia y sus pertenencias de la mejor manera posible.

Los derechos que tenemos como ciudadanos son concretos, definidos y limitantes. Mantenerse dentro de ellos nos evitará muchos problemas.

Debemos evitar los pleitos hasta donde se pueda. Pero tenemos el derecho de luchar con dignidad cuando nos toque enfrentarnos.

Debe ser una bendición llegar a viejo sin haberse peleado con nadie. Pero no creo que exista ese caso. Así que lo mejor es conocer las leyes vigentes, para evitarnos consecuencias indeseables.

Hay que saber que en los problemas siempre es más fácil entrar que salir. Por eso es importante reflexionar en todos los casos que impliquen nuestra acción cuáles pueden ser las consecuencias.

Soy de la opinión que para juzgar a alguien correctamente deberían sopesarse la cantidad de actos buenos realizados en comparación con los malos efectuados. Creo que nos sorprenderíamos muy favorablemente y dejaríamos de ser tan inflexibles con nuestros semejantes.

Es decir, que también sería bueno, que así como las personas malas son castigadas, los buenas fueran premiadas. Esto significaría un incentivo más para encauzar a la gente hacia el bien ¿no te parece?

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