Opinión

Medio mundo a las urnas

En otras razones el año 2024 representará un momento histórico para la salud de la democracia a nivel mundial ya que será la primera ocasión en la que en un solo año acuda cerca de la mitad de la población del orbe a las urnas a votar la continuación o el cambio de gobierno en sus países respectivos. 

Se trata de más de sesenta países, en adición a la Unión Europea, que sostendrán comicios generales, regionales o locales entre los que destacan países como México, Estados Unidos, Reino Unido, India, Pakistán, Indonesia, Rusia, Ucrania, Irán, Sudáfrica y Uruguay por citar algunos ejemplos. En el caso de México, la disputa electoral incluye cerca de veinte mil cargos públicos en todos los niveles de gobierno, incluyendo la presidencia de la República de la que saldrá electa la primera mujer mandataria en la historia política del país, y en la que se dirimen dos visiones de proyecto nacional, diferentes y encontradas en un marco de amplia polarización política.

En otras elecciones como la estadounidense, en las que también la presidencia será puesta en juego, existe la posibilidad latente de un regreso de Donald Trump para una segunda presidencia, en una especie de reedición de los comicios de 2020 en los que Joe Biden resultó electo frente a ese mismo rival al que enfrentará en 2024. En la democracia más grande del mundo, la de India, tendrán lugar elecciones parlamentarias que definirán el rumbo del gobierno del primer ministro Modi, el líder de mayor aceptación internacionalmente en los últimos años, sólo por encima de la popularidad de López Obrador.

En conjunto e individualmente, las elecciones de este año representan una importante pausa política de consulta ciudadana que determinará e influirá cursos de acción en los próximos años. Cabe decir que no existe uniformidad en el conjunto de países sujetos a elecciones en 2024. En algunos casos se trata de países con un sistema democrático consolidado, en tanto que en otros se cuentan países con sistemas más bien autoritarios con una fachada democrática.

En lo conceptual, algunos analistas estiman que en el fondo, más allá de la celebración de comicios en países de diversas regiones de Asia, África, América y Europa, lo que más debe preocupar es el retroceso relativo de la democracia y el desencanto de los individuos, así como la propensión a decantarse por dirigentes dudosamente democráticos. No lo apuntan así, pero tal vez figuras como un Milei en Argentina, podrían calificar en estas preocupaciones. 

El populista ultralibertario Javier Milei, se convirtió en presidente de Argentina con su promesa de recortar el Estado con su motosierra

El populista ultralibertario Javier Milei, se convirtió en presidente de Argentina con su promesa de recortar el Estado con su motosierra

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Para otras corrientes de opinión se trata de una contienda entre populistas y -se asume- demócratas que pudieran encauzar a la democracia fuera de esas tentaciones extremas. No sin ironía cabría agregar al respecto, que esas categorías de análisis se circunscriben no al contraste en el ideario de las contiendas, ciertamente no entre izquierdas y derechas, sino a identificar a ciertas figuras y líderes con ideas de cambio como populistas, con una clara intención de caja de sastre.

Esas corrientes perciben que existen riesgos reales a la democracia que van desde el incremento de la violencia étnica a esfuerzos para debilitar a los poderes judiciales y otros mecanismos de rendición de cuentas por parte de autócratas o populistas disfrazados de (o sirviéndose) de los métodos democráticos para sus fines particulares. Esa categoría de preocupación, como puede suponerse, es más válida, por decirlo de alguna manera, para ciertos países que no son precisamente los ya aceptados como democracias consolidadas; las más avanzadas, en las que las categorías de análisis son más benévolas en términos comparativos.

En contrapartida, otros analistas sostienen que también existen parámetros más alentadores como el grado de aceptación del que goza la democracia mundialmente. Según una encuesta de la “Open Society Foundations” formulada en 2023 en más de 36 mil individuos en 30 países, encontró que más del 80 por ciento respondieron que desean vivir en una democracia. (“The year of elections-Is 2024 democracy´s biggest test ever?”, Al Jazeera, 4enero2024, www.aljazeera.com)

Ciertamente, los resultados de las elecciones que tendrán lugar en 2024 a lo largo del sistema internacional en más de sesenta países, ya sean generales o parciales, tendrán un impacto relativo en el rumbo que tomen las relaciones internacionales en esta problemática y compleja coyuntura por la que atraviesa la sociedad internacional.

En colaboraciones anteriores hemos recordado que como lo anotó Winston Churchill la democracia es la peor forma de gobierno, excepto por todas las demás formas de gobierno. También hemos subrayado el planteamiento de que el capitalismo, como forma predominante de la organización política, económica y social, requiere de normas y regulaciones para un buen funcionamiento en alineamiento positivo con la democracia. Y ello está fuera y más allá del simplismo en boga sobre el populismo para denostar o descalificar. Habrá que estar atento a los desarrollos de los siguientes trescientos sesenta y cinco días del año recién comenzado.