Este 30 de abril celebraremos el Día del Niño, festejo que fue promovido el 20 de noviembre de 1959, cuando la Asamblea General de la ONU reafirmó universalmente los derechos de los niños. Desde entonces, cada 20 de noviembre se festeja al niño en todo el mundo, pero aquí, como esta fecha está dedicada al inicio de la Revolución Mexicana, la efeméride fue cambiada para abril. Cada país tiene su día para organizar actividades festivas.

A favor de la infancia, en el México independiente, destacaron personalidades como el filántropo Vidal Alcocer quien fundó en 1846 la Sociedad de Beneficencia para la Educación y Amparo de la Niñez Desvalida, de modo que para 1858, la asociación contaba con 33 escuelas en 20 barrios de esta ciudad lo que favorecía a 7 mil alumnos. Para apoyar esta noble causa el gobierno emitió un decreto que cedía el 25 % de los impuestos que pagaba el aguardiente en el DF.

Para 1866 se creó en México la primera escuela de sordomudos y en 1870 el primer plantel para ciegos. En cambio, la educación para los indígenas fue muy descuidada lo que entorpeció el equilibrio social en nuestro país.

De acuerdo con estadísticas, para 1870 existían en la República Mexicana más de 4 mil escuelas que atendían a una población de 300 mil niños, cifra que explica el retraso educativo en nuestro país.

El Instituto Nacional de Protección a la Infancia, INPI, fue creado por decreto presidencial el 31 de enero de 1961 para ampliar las actividades que realizaba la incipiente Asociación de Protección a la Infancia A.C. y que como se comprenderá, eran insuficiente para atender todas las necesidades. Este surgió como organismo descentralizado con patrimonio aportado por el Gobierno Federal, los gobiernos de las entidades y la Secretaría de Salud y con otros subsidios. Su radio de acción era corto: tenía como obligaciones la distribución de desayunos escolares entre alumnos con bajos recursos de instituciones públicas y privadas, a niveles de preescolar y primaria del DF, así como dar orientación nutricional durante la lactancia, preescolar y a las madres gestantes.

De igual modo atendía la rehabilitación integral de menores a través del Centro Pedagógico Infantil, entre personas con enfermedades como la poliomielitis. Para 1968 tenían 162 centros de orientación, 149 guarderías y 57 jardines de niños. La dirección general del patronato estaba dirigido por la esposa del Presidente de México en turno.

Aún falta mucho por hacer para atender plenamente a la infancia y garantizar su desarrollo y formación integral.