Opinión

México-EEUU 200 años, la visión de Octavio Paz (primera parte)

Se cumplió en estos días un cuarto de siglo de la muerte de Octavio Paz. Del vasto universo de temas que apuntalan su obra, el de la relación de México con Estados Unidos -no menos que el de la poesía estadounidense, de la que fue un traductor y un estudioso esmerado- ocupó un lugar relevante.

Octavio Paz

Octavio Paz

Cuartoscuro

En septiembre de 1978 Paz se encontraba en Washington para dictar una conferencia sobre las relaciones históricas entre México y Estados Unidos en el Meridian International Center, una organización de diplomacia pública fundada en 1960 y ubicada en la famosa casona del mismo nombre en el corazón de la capital estadounidense. La tituló “Posiciones y Contraposiciones”, y aparecería un lustro más tarde como un capítulo del libro Tiempo Nublado (Seix Barral, 1983) y posteriormente en el volumen quinto de sus obras completas titulado El peregrino en su patria (FCE, 1994).

En el marco del bicentenario de nuestras relaciones diplomáticas, y en estos días donde la situación en la frontera alcanza de nuevo un tono trágico y abrumador, recuperar sus reflexiones de hace 45 años resulta por demás oportuno.

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Al término de la conferencia el corresponsal en Washington de la XEW -la estación radiofónica mexicana- le realizó una entrevista cuyo audio recuperó hace poco la plataforma Podium Podcast de España.

El periodista -cuyo nombre desconozco- le pregunta si acaso tradujeron mal al inglés cuando Paz afirmó que “los Estados Unidos y México están condenados a vivir uno junto al otro”. “Tradujeron bien -le responde- esa era mi intención. Resulta un tanto paradójico. Es como cuando (Jean Paul) Sartre dijo «estamos condenados a ser libres». Es una paradoja puesto que la libertad no podría ser una condenación, pero en cierto modo lo es: no nos queda más recurso que ser libres. Así también con México y Estados Unidos, no nos queda más recurso que entendernos puesto que somos vecinos”.

En el ciclo de conferencias dedicadas a México en la Meridian House que inauguró Paz, participaron también Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa, Antonio Carrillo Flores, Porfirio Muñoz Ledo, Bernardo Sepúlveda Amor, Olga Pellicer, Víctor L. Urquidi, Luis Unikel, Mario Ojeda, Samuel del Villar, y Jorge A. Bustamante, quien fuera director fundador del Colegio de la Frontera Norte y uno de nuestros mayores estudiosos de las relaciones bilaterales. El Colegio de México reunió todas las participaciones en un libro titulado Visión del México contemporáneo (Colmex, 1979). Se trató de un ejercicio mayor de diplomacia pública binacional que merecería con mucho una reedición y una actualización para nuestra tercera década del siglo XXI.

De aquella conferencia histórica de Octavio Paz transcribo para esta y la próxima entrega algunos extractos.

“Nuestros países son vecinos y están condenados a vivir el uno al lado del otro; sin embargo, más que por fronteras físicas y políticas, están separados por diferencias sociales, económicas y psíquicas muy profundas. Esas diferencias saltan a la vista y una mirada superficial podría reducirlas a la conocida oposición entre desarrollo y subdesarrollo, riqueza y pobreza, poderío y debilidad, dominación y dependencia. Pero la diferencia (…) básica es invisible; además, quizá infranqueable. (…) La razón es clara: estas diferencias no son únicamente cuantitativas, sino que pertenecen al orden de las civilizaciones. Lo que nos separa es aquello que nos une: somos dos versiones distintas de la civilización de Occidente”.

“Desde que los mexicanos comenzaron a tener conciencia de identidad nacional, a mediados del siglo XVIII, se interesaron en sus vecinos. Al principio con una mezcla de curiosidad y desdén; después, con admiración y entusiasmo, pronto teñidos de temor y de envidia. La idea que tiene el pueblo de México de los Estados Unidos es contradictoria, pasional e impermeable a la crítica; más que una idea es una imagen mítica. (…) Algo semejante ocurre con los norteamericanos, trátese de escritores o de políticos, de hombres de negocios o de simples viajeros (…) sus percepciones han sido fragmentarias (…). En general, los norteamericanos no han buscado a México en México; han buscado sus obsesiones, sus entusiasmos, sus fobias, sus esperanzas, sus intereses —y eso es lo que han encontrado. En suma, la historia de nuestras relaciones es la de un mutuo y pertinaz engaño”.

“La oposición entre México y los Estados Unidos pertenece a la dualidad Norte/Sur (…). El norte del continente estaba poblado por naciones nómadas y guerreras; Mesoamérica, en cambio, conoció una civilización agrícola, dueña de complejas instituciones sociales y políticas. (…) La gran oposición de la América precolombina —en el territorio que ahora ocupan Canadá, Estados Unidos y México— no fue, como en el Antiguo Mundo, entre civilizaciones distintas, sino entre dos modos de vida diferentes: nómadas y sedentarios; cazadores y agricultores”.

“Esta división tuvo una gran influencia en el desarrollo posterior de los Estados Unidos y de México. La política de los ingleses y los españoles frente a los indios norteamericanos estuvo determinada, en buena parte, por este hecho: no fue indiferente que los primeros fundasen sus establecimientos en el territorio de los nómadas y los segundos en el de los sedentarios.”

“(…) Las diferencias entre los españoles e ingleses que fundaron Nueva España y Nueva Inglaterra no eran menos acusadas. (…) Todas ellas se resumen en una diferencia fundamental y en la que, quizá, está el origen de la distinta evolución de nuestros países: en Inglaterra triunfó la Reforma mientras que España fue la campeona de la Contrarreforma”.

“La civilización mesoamericana murió de muerte violenta, pero México es México gracias a la presencia india. Aunque la lengua y la religión, las instituciones políticas y la cultura del país son occidentales, hay una vertiente de México que mira hacia otro lado: el lado indio. Somos un pueblo entre dos civilizaciones y entre dos pasados. En los Estados Unidos no aparece la dimensión india. Ésta es, a mi juicio, la diferencia mayor entre los dos países”. (continuará).