Opinión

El molesto “se los dije” y la 4T

Cuando estábamos eufóricos y demasiado optimistas, creemos que lo podemos cambiar todo, pero mi abuela decía que la realidad era más terca y se requería más inteligencia que entusiasmo para transformarla. Además, advertía que el camino al infierno estaba sembrado de buenos deseos y que esta vía suele ser transitada por los soberbios, aquellos que creen que tienen siempre la razón y se consideran dueños de la verdad.

El cuarto año de la 4T se empieza a convertir, lamentablemente para México, en el momento en que las ocurrencias presidenciales y los programas gubernamentales reactivos a la agenda dictada en las mañaneras y elaborados sobre las rodillas e inspirados por una austeridad anoréxica se exhiben como un fracaso rotundo. Las cifras en salud, seguridad pública, educación, combate a la corrupción y gestión pública muestran desde hace dos años que el rumbo estaba equivocado, pero en esta última semana del segundo periodo de sesiones ordinarias del segundo año de la LVX Legislatura, hay un reconocimiento de los diputados aliados al gobierno de los errores cometidos.

El presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia

El presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia

Fotos Cuartoscuro

La mayoría morenista en la Cámara de Diputados aprobó la desaparición del INSABI, en lo oscurito como dice su jefe en Palacio Nacional, sin mayor debate y dispensando todos los trámites, que me recuerda las prácticas del México autoritario de los años setenta y ochenta del siglo pasado. Entre 2019-2021, en La Crónica de Hoy, en sintonía con otros expertos, escribí sobre la inconsecuencia del desmantelamiento del seguro popular, la centralización de la estrategia de atención a la salud y el despilfarro del fondo de protección contra gastos catastróficos.

Varios especialistas advertimos sobre la enorme equivocación que era destruir las instituciones edificadas durante tres décadas sin que hubiera una propuesta que aprovechara lo bueno y corrigiera lo malo, como las corruptelas en el seguro popular que si existían y había que eliminarlas. Era indispensable que se continuara con el proceso de universalización de servicios de atención médica tanto a los beneficiarios de la seguridad social como aquellos excluidos de ésta con una estrategia razonable, pero…

Los falaces estribillos de campaña “el seguro popular no es ni seguro, ni popular, es sólo un instrumento financiero” y “la gente que hoy lo tiene (2018) va a tener un servicio mejor igual al de los países nórdicos” se convirtieron en programas de gobierno mal diseñados y peor instrumentados y sin dirección alguna. Hay que recordar que el primer bosquejo de este proyecto de la 4T incluía la desaparición del IMSS bienestar y que el trabajo de su actual director logró exitosamente excluir este sinsentido, que hoy es la red de salvación del fracaso estrepitoso del INSABI.

En 2019, los especialistas insistimos en el gran error que era la desaparición del seguro popular y su sustitución acrítica y sin sentido por el INSABI, sin embargo, hubo euforia en la ignorancia, luego soberbia y finalmente un secretismo legislativo ante el fracaso no reconocido con franqueza. Hoy varios expertos vinculados con el Centro Virtual de Estudios de la Gestión Pública hemos insistido en diversos foros que las iniciativas de reforma a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal son innecesarias, generarían incertidumbre y reflejan la incapacidad operativa del gobierno de la República, pero nuestras opiniones son desestimadas, ni siquiera escuchadas, pero estamos cumpliendo con nuestro deber de analizar e informar las inconsistencias que detectamos en las políticas públicas y legislación en estas materias, con la esperanza, que es lo último que muere, que no haya una cerrazón al debate abierto y racional.

En esto contexto aparece el molesto “te lo dije” y la reacción de la 4T es culparnos de sus fracasos a quienes hemos señalado con precisión lo que era previsible ante la falta de diagnósticos certeros y falta de profesionalización de los cuadros del gobierno federal. Con un análisis objetivo, con base en conocimiento experto de la gestión pública, de los sistemas de salud y los esquemas de financiamiento de la atención e insumos médicos, estaba “cantado” que el INSABI no iba a funcionar. Quienes lo señalamos en su oportunidad no fuimos aves de mal agüero, cumplimos con nuestros compromisos con sociedad y pretendimos convocar a una reflexión más profunda sobre la desaparición del seguro popular, que evitara lo que hoy es una crisis que se manifiesta, entre otros aspectos, con el desabasto de medicamentos.

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El Senado deberá revisar la minuta que propone la desaparición del INSABI que le remita la Cámara de Diputados con ese estigma. Hubo advertencias desatendidas y mayor población sin acceso a los servicios de salud. Es molesto, pero hay que desatacarlo para que no se cometan los mismos errores. “Se los dijimos” oportunamente y de buena fé. Falta conocer el saldo de este enorme error en la política de salud que afectó en su salud y vida a millones de mexicanos.

Investigador del Instituto Mexicano de Estudios

Estratégicos de Seguridad y Defensa Nacionales

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