Opinión

Y después de Ovidio, ¿qué?

¡Vaya semana la que terminó!

La ceremonia de El Grito sin la concurrencia de representantes de los otros dos Poderes de la Unión; la participación de contingentes militares de gobiernos dictatoriales y particularemente la del ejército Ruso en el desfile del 16 de septiembre; la presentación del Presupuesto de Egresos de la Federación con 19 por ciento de deuda; la confirmación de que los mexicanos solo dispondremos de vacunas COVID no certificadas y obsoletas…

Una noticias más grave que la otra…

La única noticia aparentemente positiva fue la extradición de Ovidio Guzmán hacia los Estados Unidos; sin embargo, si vemos los antecedentes, no lo es tanto. La notoriedad de su caso tiene muchas aristas: ser hijo y continuador del negocio de Joaquín “El Chapo” Guzmán; fungir como uno de los líderes del Cártel de Sinaloa (CS), la organización mayor en cuanto a introducción de fentanilo a Estados Unidos; y el “Culiacanazo”.

Ovidio Guzmán ya pasó su primera nocvhe en El Altiplano

Ovidio Guzmán ya pasó su primera noche en El Altiplano

En este último evento, ocurrido en 17 de octubre de 2019, Ovidio fue detenido y liberado unas horas después, dado que el CS superó a las fuerzas del orden tanto en número de efectivos como en logística, con bloqueos estratégicamente colocados, imposibilitando la llegada de refuerzos para los militares. Pese a que la SEDENA y la SEMAR contaban con análisis precisos sobre la forma de operar del CS y de la plaza, se vieron obligadas a ceder. Si iban en serio con la captura, dejaron mucho qué desear, además de los ocho muertos, 21 heridos y 49 reos prófugos.

Dos años y medio después, el 5 enero de 2023, Ovidio Guzmán volvió a ser arrestado y ahora sí definitivamente. Tampoco fue fácil: se desplegaron cuatro mil 500 elementos para un operativo que duró 12 horas, con balaceras continuas en distintos puntos de Sinaloa, incluyendo el aeropuerto de Culiacán. El saldo: 29 personas muertas, 19 de ellas militares. El arresto ocurrió pocos días antes de la llegada del presidente Joe Biden a nuestro país; coincidencias de la vida.

La extradición de Ovidio fue una sorpresa, ya que se esperaba que tardaría por lo menos un año y que, en algún momento del proceso, este “Chapito” apelara la medida. No obstante, el viernes pasado finalmente fue trasladado a Chicago, EUA, para ser procesado por participar en lo que el Fiscal General Merrick Garland llamó “la banda más grande, violenta y poderosa en el tráfico de fentanilo a nivel mundial.”

A diferencia de su padre, Ovidio no será procesado en Nueva York, aunque en algún futuro ahí también enfrentará cargos federales. Su juicio iniciará en Chicago, Illinois, pero la acusación no incluye el fentanilo; se concreta a la introducción a EUA de cocaína, heroína, metanfetaminas y mariguana.

Para los analistas en EUA, la extradición de Ovidio no es una gran victoria, pues lo consideran el menos avezado de la estirpe de Guzmán. Las autoridades estadounidenses se interesan más en los hermanos mayores, Iván y Jesús Alfredo. Y por increíble que parezca, el pasado mayo un equipo conjunto de agentes estadounidenses y mexicanos estuvo a punto de arrestar a Jesús Alfredo Guzmán. Después de arduos trabajos de inteligencia e investigación cibernética, lograron su ubicación, pero…

De acuerdo con información de The New York Times, el operativo fue suspendido por discrepancias entre el Departamento de Justicia y el de Seguridad Nacional, de EUA, con la DEA. Gran parte del diferendo estribó en que la DEA, habiendo infiltrado al CS, prefería armar el caso alrededor de toda la red en la importación de precursores chinos, así como la producción, el tráfico y la distribución de fentanilo; no deseaba capturar a un solo personaje. La disputa la ganó el Departamento de Justicia, con un enfoque jurídico: procesar a los hermanos Guzmán por casos específicos ya presentados en las Cortes de Chicago y de San Diego, California (12/10/2023).

Las disputas dentro del gobierno de EUA habrían relajado momentáneamente la presión sobre las autoridades mexicanas, aunque hubo por entonces un duelo de descalificaciones entre la directora de la DEA, Ann Milgram, y el presidente López Obrador.

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Me pregunto si la celeridad y sigilo con los cuales Ovidio fue extraditado tiene qué ver con los 23 mil mensajes de texto y grabaciones con las que cuenta la DEA en relación con el trasiego de droga hacia EUA, justamente hacia Chicago. La DEA realizaba el espionaje de narcos mexicanos y sus socios gringos, cuando dentro de las conversaciones también escucharon información sobre la masacre de Ayotzinapa. Y ahí es donde la corrupción de funcionarios mexicanos saldría a relucir.

Sea por discrepancias en EUA, por ineptitud y/o falta de voluntad de las autoridades mexicanas, por la capacidad de fuego de los cárteles o por todas estas razones, México sigue sufriendo la gran violencia generada por las bandas de la delincuencia organizada a lo largo y ancho del territorio.

¿Hasta cuándo, señora Secretaria?

¿Hasta que López Obrador se vaya a su rancho?

Colaboró: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com

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