Opinión

El pecado original

A su llegada a la presidencia y con base en una encuesta carente de metodología profesional y enfocada en un universo de personas que prácticamente no viajan en avión o lo hacen esporádicamente, López Obrador decidió cancelar las obras del NAIM o Aeropuerto de Texcoco, como primer acto de su gobierno. Lo que sería el nuevo aeropuerto de la CDMX llevaba ya un 32 por ciento de avance con una inversión de 135 mil millones de peso. La Auditoría Superior de la Federación (ASF) en la cuenta pública del 2019, señaló que el cierre del aeropuerto costó cerca de 332 mil millones de pesos equivalentes a 16 mil 676 millones de dólares y luego por presiones del presidente, el auditor general, David Colmenares, se desdijo aclarando que había habido una inconsistencia al calcular la pérdida y que ésta había sido de tan sólo 113 mil 327 millones de pesos.

Según opinión de los expertos, esta decisión fue tomada más por razones políticas que técnicas, con lo que se enterró una obra que de haberse concluido, ya por estas fechas, sería un aeropuerto de clase mundial que podría compararse a los de Atlanta, Dallas, Panamá, Miami, o Sao Pablo, verdaderos centros distribuidores de vuelos (HUBS) con la posibilidad de convertirse en un punto de conexión del centro del continente hacia toda América Latina y diversos países del mundo. Tenía cercanía del gran mercado de pasajeros que es el Valle de México y la idea era que se financiara con aportaciones multianuales del gobierno, donde se capturaba la plusvalía del activo y de los flujos excedentes más créditos bancarios y emisiones de bonos verdes que no eran deuda pública y su repago estaba garantizado con el flujo de la Tarifa de Uso Aeroportuario (TUA) del AICM y del NAIM, por lo que se trataba de una inversión financieramente sostenible y rentable para la nación.

Con el objetivo de borrar cualquier vestigio de obras exitosas del gobierno anterior, la cancelación del NAIM se puede considerar como el pecado original de López Obrador ya que ocasionó la caída de la inversión promediada del consumo, la confianza empresarial en la actividad industrial y una gran volatilidad en el tipo de cambio, además de enorme incertidumbre política y jurídica. La deuda privada en el esquema financiero original representada por la emisión de bonos, equivalentes a 4 mil millones de dólares más intereses y con vencimiento hasta el año 2047 ahora es pública, lo que se agrega al costo por la cancelación del proyecto en el que por cierto no se ha documentado un solo caso de corrupción.

El presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia mañanera

El presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia mañanera

Cuartoscuro

Lo peor de todo es que la alternativa ofrecida a la ciudadanía, la construcción de Santa Lucía, fue un capricho presidencial cuya realización ha costado 150 mil millones de pesos, más del doble de lo presupuestado, en un aeropuerto que no fue planeado de acuerdo con el mercado, lejano, sin accesos adecuados y con una operación complicada para los despegues y aterrizajes, por estar en la misma trayectoria de aproximación de los miles de vuelos nacionales e internacionales que salen y llegan al AICM. Ha resultado una obra fallida, con muy pocos vuelos y que opera con números rojos cuyas pérdidas también nos cuestan a todos los mexicanos.

Las consecuencias de este desatino han afectado seriamente al AICM que antes de que se dieran estos hechos, captaba para su mantenimiento el TUA pagado por los viajeros nacionales e internacionales y que con la cancelación de Texcoco se sigue pagando para saldar la deuda representada por los bonos emitidos en el esquema de financiamiento del fallido proyecto. Los ingresos generados por el TUA en el primer semestre del año ascendieron a 5 mil 697 millones de pesos que en momentos tan críticos como los que vive el Aeropuerto Benito Juárez por el abandono en que ha estado, hubieran sido de gran utilidad para mejorarlo. El presupuesto que le asigna la Secretaría de Hacienda de Rogelio Ramírez de la O es insuficiente por lo que su actual director, el Vicealmirante Piloto Aviador retirado Carlos Velázquez Tiscareño, hace milagros para mantenerlo en la mejor forma posible.

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El sueño de contar con un gran aeropuerto de clase mundial, acorde con la importancia de México como la economía número 12 del mundo se esfumó y constituye un hecho desafortunado que tarde o temprano, la historia le reclamará al gobierno de la auto llamada Cuarta Transformación.

@fer_martinezg

fermx99@hotmail.com